Petro, la revancha del exguerrillero que se sacó varias mochilas para llegar a la presidencia
Con fuertes ideas de reivindicación social desde su juventud, el nuevo mandatario venció en su tercer y último intento en las urnas para liderar un país marcado por la desigualdad
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BOGOTÁ.- Días atrás, el líder de izquierda Gustavo Petro extendió a los colombianos su solicitud de empleo, su currículum vitae. En una carilla enlistó sus estudios, detalló su profesión, enumeró sus cargos públicos. “Porque usted es quien elige y porque con sus impuestos pagará mi salario”, detallaba en un recuadro. Y así pidió a un país que lo elija presidente. Este domingo, con el 50,47% de los votos, Petro consiguió empleó y será por los próximos cuatro años quien esté a la cabeza de Colombia.
El aspirante del Pacto Histórico cumplió con su primera promesa: hacer historia. Por primera vez, el exsenador logró romper con el temor de antaño a los partidos de izquierda en el país, tras más de 20 años de gobiernos de derecha. Los “petrovideos” que se difundieron en la última semana de campaña parecen no haber afectado al electorado. Tampoco su pesada mochila de haber sido militante de la guerrilla M-19.
“Hoy es día de fiesta para el pueblo. Que festeje la primera victoria popular. Que tantos sufrimientos se amortigüen en la alegría que hoy inunda el corazón de la patria”, escribió el nuevo presidente de Colombia, que asumirá al mando del segundo país más desigual de América Latina, una nación golpeada por la corrupción y las heridas de un conflicto armado que no dejan de sangrar.
Petro se define como una persona terca, pero no lo ve como un defecto, ya que esa cualidad es el motor que lo impulsó a no rendirse en la carrera por la presidencia de Colombia. Dijo que este era su tercer y último intento para evitar ser el eterno candidato, después de quedarse en el camino en 2010 y arañar el triunfo que le quitó en 2018 el actual presidente Iván Duque. Esta vez tuvo su revancha.
La campaña por movilizar a un mayor electorado para esta segunda vuelta tuvo una estrategia distinta que en primera vuelta. Antes del 29 de mayo, Petro llenaba plazas públicas acompañado por guardias de seguridad protegidos con escudos y chalecos antibalas, conquistando votantes con su oratoria excepcional que lo caracteriza. Para el ballottage decidió moverse por el país, en especial por las zonas costeras del Caribe y el Pacífico, donde visitó mineros, ganaderos, artesanos, e incluso durmió en la casa de sus futuros votantes. Y todo fue difundido a través de las redes sociales, el arma que dominó su adversario Rodolfo Hernández.
“Estar al lado del ciudadano, eso que vimos durante la segunda vuelta, ponerse a la par, ese contacto con la gente, tiene que ser fundamental que lo siga manteniendo”, dijo a LA NACION Mauricio Bustamante, exsecretario de Salud de Bogotá durante la alcaldía de Petro. “Esto es algo que lo caracteriza mucho a él, su interés genuino por la gente. Siempre nos decía: «Cuando se sientan confusos, uno tiene que ponerse al lado del ciudadano y ahí encontrará el camino»”.
Cambio por la vida
De 62 años, Petro asegura que persigue “un cambio por la vida” en Colombia que involucre una sociedad inclusiva a través de reformas económicas y políticas de justicia social. Para ello firmó hace dos días su Gran Acuerdo Nacional con académicos y sectores políticos, una forma de comprometerse “con toda la nación, es decir, que la otra media Colombia también llegue y podamos encontrar con esa otra media Colombia a partir del lunes un diálogo nacional, un acuerdo plural y multicolor”.
Junto a su popular candidata de fórmula, la abogada Francia Márquez, quien ahora asumirá como la primera afroamericana vicepresidenta del país, logró conquistar el interés del feminismo y del votante joven, promoviendo una agenda que promete tener al medioambiente, a las mujeres y a los más necesitados como prioridad.
En una entrevista con la CCN dijo que las primeras acciones que llevará adelante como presidente serán “luchar contra el hambre, solicitar a la ONU una comisión de investigación contra la corrupción y acabar con el fracking en Colombia”. Además, propone impulsar una reforma fiscal, que entre otras cosas aumentará los impuestos a las mayores fortunas. Propone una “reforma agraria y acuaria” para pasar de una economía extractivista a una productiva.
Oriundo de Ciénaga de Oro, Petro se convirtió en el primer presidente costeño en Colombia. Nació en 1960 y a muy temprana edad su familia se trasladó a una ciudad al norte de Bogotá, al departamento de Zipaquirá. Fue allí donde transitó su adolescencia y despertó su interés por los movimientos de izquierda, motivado por los cambios revolucionarios que se vivían en América Latina entonces. Leía a Marx, a Lenin, a Mao. También a Gabriel García Márquez, quien se graduó del Colegio La Salle de Zipaquirá, el mismo al que asistió Petro.
Mauricio Cancino, abogado y excompañero de escuela de Petro lo recuerda como un joven estudioso, habilidoso en matemáticas, que alcanzaba los mejores promedios de la clase, de perfil bajo, que prefería quedarse leyendo en la biblioteca antes de salir al recreo. “Había un profesor que a veces llegaba a la escuela y le pedía a él que diera la clase. Y lo hacía perfectamente”, contó a LA NACION.
A sus 24 años, mientras seguía sus estudios de Economía en la Universidad Externado de Colombia, Petro se unió a la guerrilla nacionalista Movimiento 19 de abril o M-19. Su nombre de guerrillero era Aureliano, por el personaje de Cien Años de Soledad, una muestra de su admiración por el escritor colombiano. El grupo armado al que se unió creció influenciado por la revolución cubana y se le acreditan ataques como la toma del Palacio de Justicia, que dejó casi un centenar de muertos. En ese episodio Petro estaba tras las rejas por posesión de armas, que le costó 18 meses de cárcel, un tiempo en el que asegura fue torturado por los militares.
Su pasado de militante de la guerrilla lo persiguió durante su carrera política, una de las razones que incentivaron a la “Petrofobia”. También sus vínculos con el chavismo –en el pasado ha dicho que consideraba a Chávez su amigo- de los cuales intentó distanciarse ante las acusaciones de que llevaría a Colombia en la triste senda de Venezuela. Inversores y el empresariado no confían en sus políticas económicas al considerarlas radicales.
“La propuesta política y económica del Pacto Histórico es un nacionalismo proteccionista a la industria y al agro, una visión de que con eso se puede hacer trabajo, el revanchismo con las clases acaudaladas colombianas, y la desconfianza frente a Estados Unidos y las inversiones extranjeras. Todos estos elementos constituyen una matriz que lleva a que exista un problema muy serio de confianza en lo que va a ser su proyecto político y económico en el poder”, explicó a LA NACION Jorge Restrepo, profesor asociado de Economía en la Pontificia Universidad Javeriana y director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac).
Aun así, el líder izquierdista logró con su victoria dejar atrás las críticas. Inclusive en Bogotá, donde fue alcalde en 2011 y tanto opositores como allegados cuestionaron su gestión, alcanzó el 58,59% de los votos.
Salvador Medina fue su profesor de Filosofía mientras cursaba el bachillerato en el colegio La Salle. En el cierra de campaña de primera vuelta, se emocionó hasta las lágrimas al darle un mensaje de aliento a su alumno. Ahora, su alumno se convirtió en presidente.
“Lo felicito y le aconsejo que se mantenga firme en la idea de que su gobierno son cuatro años para un proceso de cambio”, dijo a LA NACION Medina. “Que no se deje empalagar por el poder, presidente. Eso incluye no solo la temporalidad del cuento, sino la apertura al Pacto Histórico para sumar a todos. No hay nada más hermoso que trabajar por y para la vida”.
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