A fondo
Gustavo Petro
Lloró con la muerte del Che, fue guerrillero y busca liderar el primer gobierno de izquierda de Colombia
Texto de Lucía Sol Miguel
29 de mayo de 2022
El 9 de diciembre de 2013, la Plaza Bolívar de Bogotá desbordaba de simpatizantes que se oponían a la destitución del alcalde de la capital colombiana. Allí Gustavo Petro juró a la gente que serían ellos los únicos capaces de ponerle un freno a sus acciones, dispuestas a llegar “hasta las últimas consecuencias, siempre por la paz y la democracia”. Entonces acuñó el Pacto: “Quiero que sean conscientes de que empezamos a vivir días de historia, no es una manifestación más”. Nueve años después, el izquierdista que se consagró ganador de la primera vuelta electoral este domingo cumplió con su promesa. Sin importar el resultado que obtenga en los comicios presidenciales del próximo 19 de junio, ya hizo historia. “Históricamente, la izquierda en Colombia ha tenido el problema de que las guerrillas se reivindicaban como marxistas. Si bien hubo partidos de izquierda democrática que rechazaban la lucha armada, siempre existió una tendencia a asimilar a la izquierda con la violencia, lo que le impidió que sea realmente competitiva en el país. Pero en este momento, Gustavo Petro llega como el primer candidato de izquierda con una posibilidad real de ganar”, dijo a LA NACION Yann Basset, director del grupo de Estudios de la Democracia de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario. “Hoy puede ser la última manifestación en plaza pública de esta campaña electoral porque estoy seguro que el próximo domingo cambiaremos la historia de Colombia”, vaticinó el exalcalde de Bogotá en su cierre de campaña, en la misma Plaza Bolívar en la que años atrás prometió que no se conformaría con una “Bogotá Humana”, sino que lograría una “Colombia Humana”.
En lo que se consideran los comicios más polarizados en años, la Registraduría Nacional del Estado Civil de Colombia consagró ganador a Gustavo Petro con el 40,33% de los votos, un porcentaje que supera ampliamente al obtenido por sus adversarios, aunque no fue suficiente para cumplir con su objetivo de coronarse presidente de Colombia en esta primera vuelta. El próximo 19 de junio se enfrentará en el ballottage con el ingeniero de 77 años, Rodolfo Hernández, que sorprendió al obtener un 28,19% de los votos y desterrar del segundo puesto al derechista Federico “Fico” Gutiérrez, que quedó fuera de la contienda con un 23,87%. Primer presidente de izquierda De llegar al poder, Petro se convertiría en el primer presidente de izquierda en Colombia, luego de tres intentos fallidos de conquistar la Casa de Nariño. Su primer intento fue en el 2010, donde quedó en un cuarto puesto, en unos comicios que catapultaron a Juan Manuel Santos a la presidencia. En 2018 volvió a intentarlo, pero fue derrotado en el ballotage por el actual presidente de Colombia, Iván Duque. De militante de la guerrilla, pasando por el Senado, a la Alcaldía de Bogotá, Gustavo Petro pregonó con su oratoria excepcional junto a su compañera de fórmula, la abogada afrocolombiana Francia Márquez, su Pacto Histórico, un movimiento “democratizador” dispuesto a poner fin a dos décadas de representantes del uribismo en el poder. “La narrativa de la campaña colombiana está entre buscar el cambio o el continuismo, algo que la derecha nunca estuvo acostumbrada. Nunca se imaginó una posibilidad de alternancia real”, indicó a este medio el colombiano Nestor Julian Restrepo Echavarría, doctor en Política, Comunicación y Cultura de la Universidad Complutense de Madrid. Con una larga carrera en la política, Petro lleva años de lucha contra la “oligarquía” colombiana, un compromiso que le surgió, dijo, tras ver llorar a su padre con la muerte del “Che” Guevara y al sentirse conmovido por el asesinato del entonces presidente socialista de Chile, Salvador Allende. Los expertos los definen como un estratega que logró reconvertirse tras un acumulado de derrotas. “Petro retomó las banderas del viejo partido de masas, de parecerse al caudillo, como [Jorge Eliécer] Gaitán. Desde que perdió, apuntó a irse a las bases sociales, recorrer los pueblos más recónditos del país y volver a la plaza pública, un lugar en el que es muy hábil”, agregó Restrepo Echavarría.
Una reciente encuesta de Invamer arrojó que la mayor preocupación de los colombianos, que durante años fue la paz, es ahora el desempleo y la economía, seguido por la corrupción y el orden público. La cuarta economía latinoamericana fue, junto a Brasil, el país de la región con la mayor tasa de desempleo tras la pandemia, de acuerdo al Banco Mundial. Así, para Basset, es “el énfasis en temas sociales que responden al cambio para la recuperación del impacto del coronavirus, como una sociedad diversa e igualdad, uno de los principales puntos que motivan a sus partidarios”. Oposición La fórmula del Pacto Histórico cerró una agitada campaña presidencial la semana pasada marcada por amenazas de muerte y denuncias de supuestos planes de la derecha por impedir la contienda electoral. Con chaleco antibalas y escoltado por guardaespaldas con escudos reforzados, el economista recorrió la cuarta economía latinoamericana con la propuesta de “sembrar los pilares de la transición” con medidas tales como una reforma agraria, la industrialización del cannabis, el “no al fracking”, reformar el sistema de pensiones, impulsar la producción agropecuaria, el “perdón social”, una especie de amnistía generalizada para asegurar “la paz en las sociedades” y la lucha contra la corrupción. La figura de Petro, de 62 años, despierta tanto halagos como críticas. Sus adversarios temen que el candidato tildado de populista, de llegar al poder, transforme a Colombia en la vecina Venezuela bajo la senda del castro-chavismo. Las acusaciones remontan años atrás, cuando Petro mantenía una estrecha relación con Hugo Chávez, a quien consideraba “su amigo”. “El ELN exige votar por Petro, las FARC exigen votar por Petro, el Clan del Golfo exige votar por Petro, se confirma que Petro es el candidato del brazo armado del castrochavismo y del narcoterrorismo”, posteó recientemente en Twitter el expresidente Álvaro Uribe, uno de sus mayores enemigos, que lo considera un “sicario”. “Chávez y Maduro llevaron a Venezuela a depender del petróleo, yo qué estoy proponiendo… ¿Qué Colombia dependa del petróleo? Estoy proponiendo que Colombia dependa de la agricultura, de la industria y del turismo, sobre la base de una sociedad del conocimiento”, respondió Petro a las críticas durante un debate presidencial.
En la misma línea, apuntan que Petro quebrantará la relación con el gobierno de Estados Unidos, entre otras cosas, ya que propone renegociar el tratado de libre comercio, y que su propuesta de reforma agraria lo llevará a la expropiación. Tal es así que firmó junto a su compañera de fórmula un documento simbólico en el que prometía no hacerlo de llegar a la presidencia. “Lo único que vamos a expropiar es la ignorancia inducida, la injusticia social, la violencia perpetua”, disparó en otro mensaje a la oposición difundido en Twitter. “Entre más me atacan, más apoyo recibo”. La sombra del pasado Gustavo Francisco Petro Urrego nació un 19 de abril de 1960 en el municipio de Ciénaga de Oro, en el norte de Colombia, donde vivió hasta cuando llegó al segundo grado de colegio y su familia se mudó a Zipaquirá, a unos 45 kilómetros al norte de Bogotá. Hijo de Clara Nubia Urrego y de Gustavo Petro Sierra, de profesión maestro, vivía en una casa “pobre”- según describió a El Espectador. Desde el jardín de infantes deslumbraba por su inteligencia: aprendió a leer a una temprana edad y fue promovido a la primaria antes de tiempo. Durante la secundaria, su afán por la lectura lo llevó a descubrir a Lenin y a Marx, al tiempo que desarrolló una profunda admiración por el fallecido escritor Gabriel García Márquez. Allí comenzó a familiarizarse con el movimiento obrero y sindical de Zipaquirá, donde avanzó en un camino que caracterizó como solitario, únicamente enfocado en la política. Fue mientras estudiaba en la Universidad Externado de Colombia la carrera de economía, a sus 17 años, que se unió al Movimiento 19 de abril o M-19, un grupo guerrillero que creció influenciado por la Revolución cubana y se desmovilizó en 1990. En la guerrilla adoptó el alias Aureliano, por el Coronel Buendía en Cien años de Soledad, un reflejo de su fanatismo por “Gabo”. En 1985, el Eme fue el grupo detrás de un ataque al Palacio de Justicia que dejó casi un centenar de muertos. Petro no participó: estaba tras las rejas. Había sido arrestado tiempo antes por el Ejército por posesión de armas y estuvo preso durante 18 meses, tiempo en el que asegura fue torturado por los militares. El fantasma de su pasado lo ha perseguido durante su camino en la política, en especial recordado por sus adversarios. Esto no le impidió ganar la elección como alcalde de Bogotá en 2011, el segundo cargo más importante de Colombia después de la presidencia. Algunas de las medidas más destacadas de su gestión fueron garantizar el consumo de agua gratis a la población de estratos más bajos, bajar la tasa de homicidios y aumentar el presupuesto en educación. En 2014, la Procuraduría General de la Nación lo destituyó e inhabilitó por 15 años para poder aspirar a cargos públicos por supuestas irregularidades en la reforma del sistema de recolección de basura de la capital colombiana. Petro no se quedó de brazos cruzados: llevó el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que falló a su favor y logró su restitución.
Aun así, su administración fue criticada tanto por opositores como por sus allegados. “Su alcaldía no fue buena. Fue un momento marcado por peleas. Llegó con un equipo bueno y reconocido y terminó peleado con quienes lo acompañaron en un primer momento”, indicó Basset. “Esto es un poco lo que asusta ahora. Es un político muy hábil, con gran oratoria y fuerte en el debate. Pero hasta sus amigos reconocen que tiene carencias a nivel gestión y genera dudas que sea incapaz de sostener un equipo a la hora de asumir”. Cuatro años después lo golpeó otro escándalo. Conocido como “las bolsas de Petro”, un video lo mostró recibiendo fajos de billetes y guardándolos en bolsas de plástico, en medio de acusaciones de que había recibido financiación ilegal para sus campañas. El caso fue llevado a la Corte Suprema, que el año pasado lo prescribió tras no encontrar delito alguno. Nueva oportunidad Puede que para Petro la tercera sea la vencida, en especial, porque la realidad colombiana es muy distinta a la de 2018. Los dos mayores estallidos sociales en la historia de Colombia - 2019 y 2021- disparados por problemas de fondo como desigualdades, falta de empleo, pobreza, corrupción, entre otros, evidenciaron el desencanto de la población, en especial de los jóvenes, con el gobierno de turno. Estos factores se exacerbaron con la pandemia, que dejó al país con elevadas tasas de desempleo e inflación. Para Cynthia Arnson, exdirectora del programa para Latinoamérica del Wilson Center, la segunda razón tiene que ver con el proceso de paz en Colombia. “La paz ha dejado de ser el principal eje de polarización en el país, como lo fue en la campaña del 2018”, detalló a LA NACION Arnson. “A pesar de los grandes niveles de incumplimiento del acuerdo -a lo largo del proceso de negociación, y con la desmovilización de las FARC-, se pudo desvincular la protesta social de la violencia insurgente”. “Cuando llega Ivan Duque y sus políticas se van a cero – el gobierno no funciona, la corrupción se ve ampliamente y la agenda del conflicto armado pasa a segundo plano- ahí es cuando una persona como Gustavo Petro se vuelve una opción real de poder”, agregó en la misma línea Restrepo Echavarría. “Siempre fue coherente con una narrativa contraria al orden establecido. La misma derecha lo usó como un símbolo negativo, siempre fue un enemigo a marcar. Pero ahora se dio vuelta el asunto”.