Guiño de Biden a Putin: levantó las sanciones a un gasoducto ruso en Europa
Washington desbloqueó el proyecto que lo enfrenta con Moscú y con el gobierno alemán de Merkel, que cuenta con esa fuente de energía
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PARÍS.– Había que hacer un gesto y Estados Unidos lo hizo. Un mes antes de un posible encuentro entre Joe Biden y Vladimir Putin, y cuando la relación bilateral es la peor desde el fin de la guerra fría, la administración norteamericana anunció este jueves que no sancionará a la principal empresa que participa en la construcción del gasoducto Nord Stream 2 entre Alemania y Rusia, proyecto que hace años divide a Berlín y Washington.
El anuncio fue realizado desde la capital estadounidense en momentos en que su secretario de Estado, Antony Blinken, se reunía por primera vez con su par ruso, Sergei Lavrov, en Reijkiavik, al margen de la cumbre del Consejo del Ártico.
Ni efusiones de simpatía ni frío glacial entre ambos hombres que, sin embargo, reconocieron haber mantenido conversaciones “constructivas”, según Lavrov, mientras Blinken afirmaba querer “una relación previsible y estable con Rusia”.
La guerra en Afganistán, la situación en Irán y Corea del Norte, el cambio climático e incluso la lucha contra la pandemia fueron abordados como temas de cooperación por el jefe de la diplomacia estadounidense, para quien tal ejercicio “sería bueno para nuestro pueblo, bueno para el pueblo ruso e incluso bueno para el mundo”.
Ese soplo de cordialidad fue facilitado por la decisión de suspender la aplicación de nuevas sanciones contra la sociedad Nord Stream 2 AG, con sede en Suiza y responsable de la construcción del gasoducto ruso, así como contra su director, el alemán Matthias Warn: “Una señal positiva”, se felicitó el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov.
El aparente deshielo entre ambas potencias se produce tras varios meses de tensión que vieron el despliegue de tropas rusas en la frontera con Ucrania a fines de marzo y olas de expulsiones de diplomáticos en varios países.
Ventajas
La decisión de Estados Unidos podría permitir por fin que Moscú termine ese proyecto, que debe unir Rusia con Alemania, y ya está concluido en el 95%. En cuanto a Washington, “las ventajas que obtendría con la interrupción de esa construcción no son comparables al costo de una grieta en su relación con Berlín y sus otros aliados europeos”, estima Samuel Green, director del Russia Institute en el King’s College de Londres.
Sobre todo porque, al mismo tiempo, “el valor estratégico del Nord Stream 2 se ha reducido sensiblemente”, explica Marc-Antoine Eyl-Mazzega, especialista de cuestiones energéticas en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).
“Los norteamericanos ya consiguieron provocar enormes dificultades en la puesta en servicio del proyecto. Y la transición energética decidida por Europa significa que el papel del gas declinará irremediablemente”, agrega.
Esa inmensa obra de 10.000 millones de euros, que corre por debajo de las aguas del Báltico con una capacidad anual de 55.000 millones de m3 para llevar gas ruso desde el Ártico hacia Europa occidental esquivando Ucrania, está actualmente paralizada debido a las medidas restrictivas estadounidenses.
Washington estima que ese proyecto del gigante ruso Gazprom es un mal acuerdo para Europa, pues aumenta su dependencia energética de Moscú. También representa un obstáculo a las ambiciones norteamericanas de exportar su gas natural hacia Europa en forma de GNL (gas natural licuado).
Decididamente opuesto al proyecto, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, advirtió que la suspensión de sanciones significará “una derrota personal para Joe Biden y una victoria geopolítica para Moscú”.
Ucrania combate el gasoducto pues, evitando su territorio para entregar directamente el gas a Europa, le hará perder enormes sumas de dinero en tránsito gasífero. Para sus detractores, concluir el proyecto significa abandonar a Kiev, aliado de Occidente y blanco de ofensivas rusas como la anexión de Crimea y la guerra de los separatistas prorrusos en el este.
En Europa Central y Oriental hay otros países que ven con malos ojos ese proyecto, como Polonia, que deplora el “control gasífero” de Rusia sobre el Viejo Continente. Tras el envenenamiento y el arresto del opositor ruso Alexei Navalny y la negativa de Moscú a investigar el caso, el Parlamento Europeo solicitó a su vez la suspensión inmediata del gasoducto. Nord Stream 2 es defendido por Berlín y el 50% financiado por cinco grupos europeos (Engie, Shell, OMV, Uniper y Wintershall).
La suspensión de las sanciones estadounidenses podría ser solo temporaria. Pero por el momento es una señal diplomática fuerte. Sobre todo porque, para alimentar Nord Stream 2, Gazprom explotará su nuevo yacimiento de Bovanenko (unos 200.000 millones de m3 por año), descubierto en 1980 en el extremo norte. Se trata de uno de los grandes proyectos industriales polares de Rusia, en momentos en que el Ártico se ha convertido en objeto de tensión entre Washington y Moscú.
“Son nuestras tierras”, advirtió Lavrov antes de reunirse con Blinken. Militar y económica, la pulseada en el gran norte se intensificó en las últimas semanas. Rusia, que despliega allí sistemas de defensa antiaérea S-400, realizó en marzo ejercicios importantes que incluyeron la simulación de la destrucción de un avión mediante sistemas antiaéreos y la neutralización de un ataque de drones.
Simultáneamente, el Kremlin acelera la construcción de la Ruta del Norte, nueva vía marítima frente a las costas polares, ahora navegable debido al calentamiento global. Después del reciente bloqueo del Canal de Suez, Vladimir Putin no deja de hablar de los méritos para el comercio de ese ambicioso proyecto ártico entre Europa y Asia.
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