Guerras y menos democracia, el mundo convulsionado que le espera a Javier Milei
La violencia armada se ha vuelto más visible en varias regiones del globo y el posible regreso de Trump a la Casa Blanca amenaza con debilitar las instituciones republicanas
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PARÍS.- Un mundo oscurecido por negros nubarrones y al borde del caos es el que espera al próximo presidente de la Argentina. Guerras, incertidumbres económicas, debilitamiento de la democracia, sismos geopolíticos y urgencias ambientales serán los compañeros inseparables de sus cinco años en el poder.
La guerra sigue cobrándose cada vez más vidas en Ucrania, Azerbaiyán no cesa de amenazar Armenia, los misiles llueven en Medio Oriente… Y al mismo tiempo, las tensiones entre India y Pakistán, entre China e India, así como en la península coreana amenazan cada día con estallar. ¿Acaso el nuevo presidente tendrá que hacer frente a una tercera guerra mundial?
Según los expertos, el planeta no está en vísperas de un incendio generalizado. Si bien el número de guerras en el mundo se ubica a un mayor nivel que hace diez años, permanece relativamente estable, según el Peace Research Institute de Oslo (PRIO). La organización noruega registró un total de 55 conflictos armados en 2022, entre los cuales solo ocho pueden ser calificados de “guerra” (más de 1000 muertos en un año debido a los combates). La mayoría de esos conflictos es de naturaleza civil. Las grandes guerras son una excepción.
Pero la violencia armada se ha vuelto más visible. Y ciertos conflictos adquieren una resonancia política y simbólica particular, como Siria, Ucrania, el Cáucaso o Medio Oriente. Sin contar con sus implicancias estratégicas para las regiones cercanas, debido al riesgo de escalada, las olas de refugiados o el terrorismo.
El mundo vive en todo caso la revancha de los “neoimperios”. Cuatro Estados autoritarios (Rusia, China, Irán y Turquía) se levantan contra Occidente, responsable -según afirman- de todos los males del planeta. Por eso se esfuerzan en extender sus influencias políticas y su presencia territorial, ya sea en la tierra como en el mar. A esto se suman los enfrentamientos, más discretos pero constantes, en los cuatro nuevos campos de batalla: el ciberespacio, la esfera informacional, el espacio extraatmosférico y los fondos marinos.
¿Acaso la historia puede volver a repetirse? La pregunta es legítima cuando Rusia invade Ucrania con el apoyo militar de Irán, cuando Azerbaiyán ataca Armenia con la ayuda de Turquía y cuando el Hamas ataca Israel también con la complicidad de Irán. “Estamos efectivamente ante tres pueblos que fueron víctimas de genocidio. Y viendo la forma en que las potencias revisionistas manipulan el pasado, hay buenos motivos para inquietarse”, responde el geopolitólogo Frédéric Encel. En todo caso, los viejos demonios del racismo y del antisemitismo parecen haber regresado con más energía que nunca desde la Segunda Guerra Mundial, alentados por populismos y extremismos de todo tipo.
Otros expertos ponen el acento en la inminencia de una nueva “guerra fría”. En momentos en que el crecimiento económico de China se estanca, las tensiones aumentan en torno a Taiwán, y Estados Unidos sigue limitando el acceso a su mercado a las nuevas tecnologías del gigante asiático, la retórica en torno de esa nueva “guerra fría” aumenta. Pero el mundo ha cambiado. “La actual interdependencia global, tanto en lo comercial como en lo industrial, hará muy difícil la concretización de esos vaticinios”, precisa Patrick Martin-Genier, especialista en relaciones Internacionales.
Mientras tanto, ambas superpotencias seguirán cortejando a los “países intermedios” del sur global, aunque más no sea por sus recursos naturales. Y la transición hacia una energía limpia será, precisamente, un factor fundamental en los próximos cinco años. No solo está haciendo emerger ya mismo algunas “superpotencias verdes”, sino que redibuja el mapa de los recursos energéticos. Litio, cobre y níquel cada vez tienen mayor importancia, mientras que el gas y el petróleo, así como las regiones que dominan su producción cuentan menos.
La competencia por los recursos verdes está transformando la geopolítica y el comercio, y creando inesperados ganadores y perdedores. Entre los primeros se encuentra América Latina. La región posee más de la mitad de las reservas mundiales de litio, utilizado para las baterías eléctricas, más de un tercio del cobre, necesario para los cableados eléctricos, y la mitad de la plata, indispensable para los paneles solares. América Latina también podría convertirse en un importante productor del llamado ‘hidrógeno verde’, obtenido a partir de recursos renovables.
En el plano político, 2024 estará marcado por varias elecciones donde participarán la mayor cantidad de personas de la historia. De Gran Bretaña a Bangladesh, de Rusia a Taiwán, de Sudáfrica a Ruanda, pasando por India y por Indonesia, más de 70 elecciones se realizarán en países que reúnen unos 4200 millones de personas. “Pero, aun cuando haya más electores que nunca, nada indica que haya más democracia: muchas de esas elecciones no serán ni libres ni limpias”, advierte Martin-Genier.
La más importante de todas será, obviamente, la de Estados Unidos. No solo por las consecuencias globales que tendrán sus resultados, sino porque la candidatura misma del ex presidente –y favorito– Donald Trump representa ya mismo un debilitamiento de la democracia.
“En caso de triunfo, ese debilitamiento será un inmenso regalo para China, Rusia y todos sus amigos. Y concluye: “El sur global tendrá confirmación de que Estados Unidos utiliza no solo un doble rasero, sino también la hipocresía en las relaciones internacionales. Habremos entrado en otro mundo. Más incierto y mucho más peligroso”.
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