Guerra submarina, el temido escenario que puede dejar incomunicado a todo el mundo
Los sabotajes a los gasoductos NordStream anticipan un nuevo campo de batalla; el 99% de las comunicaciones intercontinentales pasan por cables submarinos
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PARÍS.– Las explosiones registradas en los últimos días en los dos gasoductos submarinos NordStream del Mar Báltico demostraron –si hacía falta– que los fondos oceánicos se han transformado en uno de los escenarios más sensibles de la confrontación por la supremacía planetaria.
“Si Putin perdiera la razón, en lugar de lanzar una bomba atómica, atacaría los cables submarinos por los cuales transitan 99% de las comunicaciones intercontinentales y gran parte de las transacciones financieras del mundo”, estimó el experto en asuntos internacionales Gallagher Fenwick.
Estados Unidos y Alemania reclamaron acordar la más alta prioridad a la protección de todas las infraestructuras críticas no solo relacionadas al transporte de gas, sino también a la producción de electricidad, materias primas y también a la circulación de bienes inmateriales.
“Todo el mundo debe estar en estado de alerta máxima”, precisó Jennifer Granholm, secretaria norteamericana de Energía.
Sin decirlo abiertamente, todos piensan particularmente en los 450 cables que recorren los fondos oceánicos en todo el planeta, según el centro de investigaciones Telegeography. Esa red de autopistas de fibra óptica –con sus respectivas derivaciones– totaliza 1,2 millones de kilómetros de longitud y forma una verdadera telaraña que se apoya sobre fondos marinos a 6000 metros de profundidad, aunque en algunos casos llegan hasta 8000 metros.
Cisco, el gran especialista norteamericano de redes, calcula que el tráfico global de Internet cuadruplicó su volumen entre 2015 y 2022, debido –en particular– al crecimiento exponencial de usuarios, la multiplicación de terminales (computadoras, teléfonos inteligentes y tabletas), a los cuales se sumaron en los últimos años los objetos conectados. Los cables submarinos permitieron sustituir, con menor costo y mayor seguridad, a los satélites de comunicaciones.
Esos cables constituyen la verdadera red de arterias por las cuales circula el flujo sanguíneo de la economía mundial: “En este sistema globalizado, dominado por la extrema financiarización de los intercambios, cada nanosegundo puede representar millones de dólares de ganancia… o de pérdida”, explica Camille Morel, investigadora del Instituto de Estudios sobre Estrategia y Defensa (IESD) de la Universidad Jean Moulin Lyon III.
La red submarina de comunicaciones es la única infraestructura capaz de ofrecer a los traders la rapidez operativa necesaria entre dos plazas bursátiles. Con las inversiones realizadas en 2015 en el cable Hibernia Express, el trading de alta frecuencia (THF) entre las bolsas de Londres y de Nueva York logró ganar cinco milisegundos de rapidez.
En total, se estima que por los cables submarinos transitan operaciones por valor de 10 billones de dólares por día. Esa cifra colosal equivale a mitad del PBI de Estados Unidos.
“El principal mensaje enviado por los responsables del ataque a los gasoductos NordStream es poner en evidencia la vulnerabilidad de esas infraestructuras. Un ataque similar contra los gasoductos entre Europa y Noruega o Argelia sería altamente problemático”, estima Phuc-Vinh Nguyen, investigador de temas energéticos del Instituto Jacques-Delors. El escenario alcanzaría proporciones de casus belli si fuera acompañado de daños a la red de cables submarinos.
Desde hace años, los estados mayores advierten que un ataque puntual sobre un punto crítico de esas instalaciones submarinas o de infraestructuras vitales serían catastróficas porque podrían provocar un caos generalizado de la economía mundial e incluso desorganizar los dispositivos de respuesta militar.
Desde 2015 la OTAN denuncia un fuerte aumento de la actividad de submarinos rusos en las proximidades de cables reservados para uso exclusivamente militar. El principal responsable de ese tipo de operaciones es el buque nodriza “Yantar”, supuestamente oceanográfico, que dispone de dos sumergibles autónomos capaces de cartografiar los cables ultrasecretos de comunicaciones del Pentágono en el Báltico y el Mediterráneo y de operar contra otras instalaciones submarinas, como los gasoductos.
China dispone de una capacidad análoga desde la entrada en servicio del submarino Shenhai Yongshi, en 2018. Por temor a operaciones de sabotaje, Estados Unidos acaba de duplicar los cables en los puntos más sensibles de la red, como los estrechos de Malaca y Luzon, utilizados por más de 100.000 navíos en 2022 y por donde circula 30% del comercio mundial. Otros puntos críticos son las vías de navegación entre las islas del Mar Meridional de la China y el explosivo canal de Taiwán entre la isla nacionalista y China.
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