Desde su anexión a Rusia, la península se convirtió en un punto de antagonismo entre el país, Ucrania y Occidente
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A principios de 2014, Crimea se convirtió en el foco de una de las peores crisis entre Rusia y Occidente desde la Guerra Fría, después de que el hasta entonces presidente de Ucrania, el prorruso Viktor Yanukóvich, fuera derrocado tras una serie de protestas de índole europeísta.
El pueblo ucraniano estaba dividido entre aquellos que querían una mayor integración con Rusia y los que apoyaban una mayor alianza con la Unión Europea (UE), y Moscú decidió intervenir.
Según el Kremlin, Yanukóvich había enviado una carta al presidente de Rusia, Vladimir Putin, solicitando una intervención para restaurar el orden en Ucrania.
Pero Putin ya había tomado una decisión que muy pocos esperaban.
Durante gran parte de febrero de 2014, el presidente ruso había ido enviando silenciosamente a miles de soldados adicionales a las bases que Rusia tenía en Crimea gracias al Tratado de Partición de 1997.
Muchos “voluntarios” civiles también se trasladaron a la península para concluir un plan que se llevó a cabo en secreto y se completó con éxito.
La primera señal obvia de que Crimea estaba siendo arrebatada a Ucrania apareció el viernes 28 de febrero, cuando Rusia instaló puestos de control en Armyansk y Chongar, los dos principales cruces de carreteras entre Ucrania continental y la península de Crimea.
Estos puntos estaban controlados por hombres que llevaban uniformes muy variados: algunos vestidos como el ejército ucraniano, otros como la policía ucraniana, algunos con camuflaje sin insignia nacional. Varios lucían ropa civil.
Una invasión “suave”
Tras el derrocamiento de Yanukóvich, el Parlamento de Crimea eligió a un primer ministro prorruso y votó a favor de separarse de Ucrania.
Los líderes prorrusos aseguraban que necesitaban proteger a los habitantes de Crimea de los “extremistas” que habían tomado el poder en Kiev y amenazaban el derecho a hablar ruso en la región.
El 16 de marzo organizaron un referéndum en el que se le preguntó a las personas si querían que la república autónoma se uniera a Rusia.
Ucrania y Occidente juzgaron que el referéndum era ilegal, mientras que Rusia lo apoyó firmemente.
Según funcionarios locales, el 95,5% de los votantes en Crimea apoyaron la opción de unirse a Rusia en el controvertido referéndum que se llevó a cabo sin ningún observador internacional con credibilidad.
El 18 de marzo, dos días después de la publicación de los resultados, Putin oficializó la invasión firmando un proyecto de ley en el que Crimea se incorporaba a la Federación Rusa.
En el discurso pronunciado en la Sala de San Jorge del Kremlin antes de la firma, Putin había asegurado que Crimea es “tierra santa rusa” y opinado que, en Ucrania, Estados Unidos y sus socios occidentales se pasaron de la raya. “Todo tiene un límite” y Washington “lo traspasó” en el país vecino, señaló, acusándolo de estar acostumbrado a actuar según la ley del más fuerte.
El periodista de la BBC John Simpson, quien se encontraba en Crimea en ese entonces, escribió que fue la invasión más “suave” de los tiempos modernos.
“Terminó antes de que el mundo exterior se diera cuenta de que había comenzado”, señaló.
Hasta ese día, cuando un grupo de pistoleros prorrusos atacó una pequeña base del ejército ucraniano en Simferopol, matando a un oficial e hiriendo a otro, no hubo derramamiento de sangre.
“Traer a Crimea de vuelta”
La noticia de la anexión recibió condena internacional y tanto Estados Unidos —”viola la soberanía de Ucrania y el derecho internacional”, advirtió el entonces presidente Barack Obama—, como la UE impusieron una serie de sanciones a personas y empresas rusas en respuesta a la anexión de la península.
Putin argumentó en abril de ese año que había tomado la decisión final sobre Crimea después de que unas encuestas de opinión, secretas y sin fecha, mostraran que el 80% de los habitantes de la península estaba a favor de unirse a Rusia.
Pero un año después, admitió por primera vez que el plan de anexión de Crimea lo había ordenado semanas antes del controvertido referéndum de autodeterminación.
Durante una intervención televisiva en marzo de 2015, el presidente ruso aseguró que había tomado la decisión de “traer a Crimea de vuelta a Rusia” el 23 de febrero, al final de una reunión de emergencia nocturna, horas después de que el líder ucraniano huyera de Kiev.
“Terminamos alrededor de las siete de la mañana. Cuando nos despedimos, les dije a todos mis colegas: ‘Estamos obligados a comenzar a trabajar para traer a Crimea de vuelta a Rusia’”.
El compromiso de Rusia de respetar las fronteras de Ucrania
Una corriente en Rusia sostiene que históricamente Crimea forma parte de su país.
En el siglo XVIII, formó parte del Imperio Otomano, gobernado por el Khan de los tártaros de Crimea.
Permaneció bajo dominio otomano hasta que Catalina la Grande se lo arrebató a los tártaros, anexionando la península al Imperio Ruso.
Pero en 1954 el líder soviético Nikita Khrushchev transfirió el territorio, en la que vive una mayoría étnica rusa, a Kiev.
Después de la independencia de Ucrania en 1991, Kiev mantuvo Crimea, pero Rusia retuvo el control de una base naval de Sebastopol en la región, sede de la Flota del Mar Negro.
En el Memorando de Budapest de 1994, Rusia acordó con Reino Unido y EE.UU. respetar las fronteras de Ucrania y no amenazarlas con la fuerza, a cambio de que Kiev transfiera sus armas nucleares de la era soviética a Moscú.
Un acuerdo que violó en 2014 y que acaba de vovler a violar con la invasión lanzada la madrugada este jueves 24 de febrero.
¿Por qué Crimea importa ahora?
El 1 de febrero, Putin acusó a Occidente de ignorar las preocupaciones sobre la seguridad de Rusia, luego de que Estados Unidos se negara a garantizar que Ucrania no se uniría a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El líder alegó que una posible adhesión de Ucrania a la alianza militar “socavaría la seguridad de Rusia” y que Estados Unidos estaba utilizando a Ucrania para “contener a Rusia”. (La organización no tiene ni siquiera en agenda su aceptación y es solo una aspiración de Kiev)
“Imaginemos que Ucrania es miembro de la OTAN, está completamente equipada con armas, obtiene medios de ataque avanzados como los de Polonia y Rumania y comienza una operación en Crimea”, agregó Putin.
Desde la anexión de Crimea, la península ha sido un punto de antagonismo entre Rusia, Ucrania y Occidente.
Mientras que Occidente considera a Crimea parte de Ucrania, Putin sigue determinado a defender la idea de que la península pertenece a Rusia, y advirtió que permitir que Ucrania se una a la OTAN podría llevar a Occidente a una guerra con Rusia por el control del territorio.
“Los países europeos, incluida Francia, creen que Crimea es parte de Ucrania, pero nosotros pensamos que es parte de la Federación Rusa”, dijo a principios de febrero, tras una reunión con el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
“¿Y qué pasa si se intenta cambiar esta situación por medios militares?”, cuestionó.
“Tengan en cuenta que las doctrinas de Ucrania declaran a Rusia un adversario y establecen la posibilidad de recuperar Crimea, incluso usando la fuerza militar”, agregó.
“No se puede dejar que Putin se salga con la suya”
No obstante, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, ha dejado claro que no planea recuperar Crimea mediante una intervención militar.
“Tanto el Donbás como Crimea volverán a Ucrania, exclusivamente a través de la diplomacia. No usurparemos lo que no es nuestro, pero no renunciaremos a nuestra tierra”, aseguró la semana pasada.
Este jueves, horas después del inicio de la invasión rusa en Ucrania, varios líderes occidentales condenaron duramente la intervención militar rusa.
Emmanuel Macron afirmó que Francia “responderá sin debilidad” al “acto de guerra” de Rusia en Ucrania.
Por su parte, el primer ministro británico, Boris Johnson, aseguró que Reino Unido “no puede y no mirará hacia otro lado” tras el ataque “espantoso y bárbaro” ordenado por el Kremlin.
Días antes, Johnson advirtió que la lección de lo que pasó en Crimea en 2014 es que “no se puede dejar que Vladimir Putin se salga con la suya”.
En Ucrania, Volodymyr Zelensky, rompió relaciones diplomáticas con Moscú como respuesta a la invasión y aseguró que estaban entregando armas a todo aquel que quisiera defender el territorio.
Mientras tanto, desde Bruselas, la Unión Europea afirmó que se trata de “uno de los momentos más oscuros para Europa desde la Segunda Guerra Mundial” y advirtió que Rusia será golpeada con “sanciones descomunales”.
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