Guerra Rusia-Ucrania: Tras la consternación inicial, los rusos ahora apoyan masivamente a Putin y su guerra
Según la última encuesta independiente, el 81% apoya la invasión y la popularidad del presidente se disparó del 69% al 83%
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MOSCÚ.– El diluvio de cartas contra la guerra que recibía un legislador de San Petersburgo se detuvo, algunos que antes criticaban al Kremlin ahora son entusiastas defensores de la guerra, y quienes se siguen oponiendo abiertamente encuentran la palabra “traidor” grafiteada en la puerta de sus departamentos.
A cinco semanas de la invasión del presidente Vladimir Putin a Ucrania, hay signos de que la consternación inicial de la opinión pública de Rusia va dando paso a una mezcla de apoyo a las tropas rusas y de enojo con Occidente. Los programas de entretenimiento de la televisión han sido reemplazados por nuevas dosis de propaganda, y el resultado es una calesita de falsedades sobre los “nazis” que gobiernan Ucrania y los laboratorios ucranianos de bioarmas financiados por Estados Unidos.
Las encuestas y las entrevistas revelan que muchos rusos han hecho propio el argumento de Putin de que su país está bajo asedio de Occidente y que no tenía otra alternativa que atacar. Y quienes se oponen a la guerra están abandonado el país o no abren la boca.
“Estamos en la máquina del tiempo, lanzados hacia el pasado glorioso”, dice Solomon Ginzburg, político opositor de la región de Kaliningrado, en el oeste de Rusia. Ginzburg lo describe como una regresión política y económica a los tiempos soviéticos. “Yo diría que es una involución”.
El apoyo de la opinión pública rusa no generó el entusiasmo patriótico con el que fue celebrada la anexión de Crimea en 2014, pero las encuestas difundidas esta semana por Levada, la encuestadora independiente más seria de Rusia, muestran que la aprobación de Putin se disparó al 83%, frente al 69% de enero. Además, el 81% de los encuestados dice apoyar la guerra, y la justificación más mencionada es la necesidad de proteger a los rusohablantes.
Los analistas advierten que en los próximos meses, a medida que se profundice el impacto de las sanciones económicas, el humor público puede virar otra vez. Otros también argumentan que en tiempos de guerra las encuestas tienen un valor limitado, y que muchos rusos pueden sentir temor de disentir o dar su opinión verdadera a un desconocido -el encuestador- ahora que existe una nueva ley que penaliza con hasta 15 años de prisión cualquier desviación del relato del Kremlin.
Pero Denis Volkov, el director de Levada, dice que incluso teniendo en cuenta ese efecto, las encuestas demuestran que muchos rusos se han convencido de que una Rusia sitiada tenía que unirse en torno a su líder.
Y el recrudecimiento constante de las sanciones occidentales ha sido particularmente efectivo para terminar de convencerlos, dice Volkov, ya que el cierre del espacio aéreo, las restricciones de visas y la salida del país de marcas populares como McDonald’s e Ikea, alimentan el argumento del Kremlin de que Occidente está librando una guerra económica contra el pueblo ruso.
“La confrontación con Occidente terminó uniendo a la gente”, dice Volkov.
En consecuencia, los que siguen en contra de la guerra se han retirado a una realidad paralela de transmisiones de YouTube y publicaciones de Facebook cada vez más alejadas del público ruso en general. En este momento Instagram y Facebook son inaccesibles dentro de Rusia sin un software especial, y los medios independientes más destacados de Rusia se vieron obligados a cerrar.
En la ciudad sureña de Rostov del Don, cerca de la frontera con Ucrania, el activista Sergei Shalygin comenta que dos amigos que antes participaban del movimiento prodemocracia se pasaron al bando que está a favor de la guerra. Ahora se dedican a reenviar por Telegram las publicaciones de propaganda que hablan de las atrocidades cometidas por los “fascistas” ucranianos.
“Ya están trazando la línea divisoria, como en la Guerra Civil”, dice Shalygin en referencia a las secuelas de la Revolución Rusa hace un siglo. “Esa fue una guerra fratricida y ahora está pasando algo similar: una guerra interna sin sangre esta vez, pero moral, y muy grave”.
Shalygin y otros observadores de otras partes de Rusia señalan que la mayoría de los partidarios de la guerra no parecen particularmente entusiasmados. Shalygin recuerda que en 2014, cuando Rusia se anexó Crimea con una campaña rápida y poco cruenta, todos los autos de la ciudad lucían la cinta naranja y negra de San Jorge, en señal de apoyo a la agresiva política exterior de Putin.
Ahora, por más que el gobierno haya tratado de popularizar la letra “Z” como un respaldo a la guerra, Shalygin dice que es raro ver algún auto con ese símbolo, que aparece mayormente en el transporte público y las vallas publicitarias patrocinadas por el gobierno. La “Z” apareció por primera vez pintada en los vehículos militares rusos que invadieron Ucrania hace poco más de un mes.
“Entusiasmo yo no veo”, dice Sergei Belanovsky, un destacado sociólogo ruso. “Lo que veo es más bien apatía”.
De hecho, aunque la encuesta de Levada reveló que el 81% de los rusos apoya la campaña bélica, también descubrió que el 35% de los rusos “prácticamente no le presta atención”, lo que indica que un número significativo respalda la guerra por reflejo, sin que le interese demasiado. Y al Kremlin le conviene que todo quede así, mientras insiste en que el conflicto sea llamado “operación militar especial” y no “guerra” ni “invasión”.
Quienes no han podido escapar de la propaganda son los que miran televisión, donde los programas de entretenimiento han sido reemplazados con ediciones extras de los noticieros y ciclos de entrevistas de alto octanaje ideológico.
El viernes, la programación del Canal 1, controlado por el Kremlin, incluyó 15 horas de contenido noticioso, en comparación con las cinco horas dedicadas a noticias el viernes anterior a la invasión. El mes pasado, el canal lanzó un nuevo programa llamado “Antifake” dedicado a desacreditar las “noticias falsas” de Occidente y cuyo conductor es más conocido como presentador de un programa de bloopers de animales.
Los opositores a la guerra se están convirtiendo en blanco de una campaña que los presenta como “el enemigo interno”. Putin marcó el rumbo en su discurso del 16 de marzo, cuando se refirió a los rusos prooccidentales como “escoria y traidores” que deben ser eliminados de la sociedad.
En las últimas dos semanas, más de una decena de activistas, periodistas y figuras de la oposición de Rusia llegaron a sus casas y encontraron la letra “Z” o las palabras “traidor” o “colaborador” grafiteadas en la puerta.
Las protestas contra la guerra, que en las primeras semanas del conflicto terminaron con más de 15.000 arrestos en todo el país, se han extinguido casi por completo. Según algunas estimaciones, varios cientos de miles de rusos han huido del país por indignación ante la guerra y por el miedo al servicio militar obligatorio y el cierre de fronteras. Según una asociación profesional, más de 50.000 trabajadores tecnológicos se fueron de Rusia desde el inicio de la invasión a Ucrania.
Por Anton Troianovski, Ivan Nechepurenko y Valeriya Safronova
Traducción Jaime Arrambide
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