Guerra Rusia-Ucrania. Se estanca la ofensiva rusa, pero no cede el bombardeo a civiles
La última estimación de la inteligencia militar británica reveló que las operaciones terrestres están paralizadas en todos los frentes; continuaron los ataques de artillería sobre varias ciudades y poblados; evacuación en Mariupol
- 8 minutos de lectura'
LVIV.– A punto de comenzar la cuarta semana de una guerra que, según el jefe de los negociadores ucraniano, Mykhailo Podolyak, podría terminar con un acuerdo de paz “en diez días”, paradójicamente Rusia aumentó este jueves sus ataques contra objetivos civiles. Bombardeos que, enfureciendo al presidente ruso, Vladimir Putin, “el zar del siglo XXI” cada vez más aislado y arrinconado, fueron tildados por los grandes actores del escenario internacional, como Estados Unidos y Gran Bretaña, de “crímenes de guerra”.
Mientras las actualizaciones de la inteligencia militar británica revelaban un estancamiento de la ofensiva en todos los frentes, las bombas y misiles rusos aumentaron la lista de civiles muertos en varias ciudades ucranianas, ataques perpetrados por un “Estado terrorista”, según los calificó el presidente Volodomir Zelensky, ante el Parlamento alemán.
Una familia con tres chicos murió bajo las bombas en Chernih, mientras que otras 21 personas perdieron la vida en Kharkiv, entre las que se encontraba un ciudadano estadounidense. En el cercano poblado de Kozaha Lopan, una bomba de racimo mató al menos a seis personas y en Derhaci fue atacada la estación ferroviaria. En Novi Petrivtsi, un poblado cercano a Kiev, murió un chico de dos años y otras cuatro personas quedaron heridas en otro ataque.
Tanto es así que cuando el presidente ucraniano, Zelensky, habló ante el Bundestag, el Parlamento alemán, al margen de denunciar la existencia de un “nuevo muro” en el Viejo Continente, denunció la muerte de 108 niños “en el corazón de Europa”. Reclamó más ayuda y pidió que “el mundo reconozca a Rusia como un Estado terrorista”.
Pese a la cruenta ofensiva militar, un informe de la inteligencia británica destacó que la avanzada rusa se encuentra bloqueada. Si bien la Armada rusa acecha a Kiev, aún no consiguió los objetivos prefijados. Y el asalto a la capital de esta exrepública soviética considerada por Putin parte de la “gran madre Rusia” conlleva riesgos enormes. La ofensiva del Kremlin se encuentra estancada por diversos factores: subestimación del enemigo, problemas logísticos, carencias del sistema bélico ruso, personal formado por conscriptos mal preparados.
Se suma que las fuerzas rusas estaban sufriendo grandes pérdidas a manos de una resistencia ucraniana firme y bien coordinada. De todos modos la presión rusa continúa y, según analistas, el Estado Mayor ruso está tratando de reorganizar sus filas y de enviar refuerzos, y podría ordenar un segundo asalto dentro de unos días.
Según el Ministerio de Defensa ucraniano, Rusia perdió desde el inicio de la guerra, hace exactamente tres semanas, más de 14.000 militares, es decir, más que en las dos guerras en Chechenia, cifra inflada según algunos expertos. “Si la guerra continúa, las madres rusas perderán en Ucrania más hijos que en las guerras de Afganistán y Chechenia juntas”, advirtió Zelensky en una de sus tantas arengas.
El Ministerio de Defensa ucraniano también estimó que en Mariupol, una de las ciudades más castigadas en las últimas semanas y un sitio estratégico, sobre el Mar de Azov, se contabilizaban 20.000 muertos, una cifra espantosa.
Las autoridades de la ciudad hicieron saber, por otro lado, que “es aún imposible establecer el número de víctimas” del teatro de la ciudad, bombardeado el miércoles por la aviación rusa pese a que tenía grandes letras pintadas a su costado donde se leía “niños”.
Inmediatamente después de este ataque a un lugar repleto de civiles, que se sumó a otro a una pileta, algunos denunciaron que dentro del teatro había al menos 1000 personas. Pero una buena noticia fue que los búnkeres del establecimiento habían resistido a las bombas y que 130 personas salieron ilesas, como anunció la parlamentaria Olga Stefanishyna. Al respecto, el ministro de Cultura italiano, Dario Franceschini, anunció que Italia se comprometía a reconstruir el teatro de Mariupol destruido. “Han dado un buen ejemplo a seguir. Juntos reconstruiremos el país hasta el último ladrillo”, le agradeció por Twitter Zelensky.
Escape de Mariupol
En tanto, 30.000 personas huyeron del dramático sitio de Mariupol, donde el 80% de los edificios residenciales fueron destruidos, según dijeron autoridades locales.
Debido a esta huida masiva de Mariupol, unas 1865 personas, entre ellas 479 chicos, llegaron a la localidad de Zaporizhzia, ciudad de Ucrania sudoriental, donde todo el mundo fue recibido con primeros auxilios y comida. Otro dato escalofriante de la jornada fue que 43 hospitales ucranianos fueron atacados desde el comienzo de la guerra, el 24 de febrero pasado, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“En cualquier conflicto los ataques contra las estructuras sanitarias son una violación del derecho humanitario internacional”, recordó su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, al hablar ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
En este contexto, parecía surrealista oír hablar de futuros acuerdos de paz. Y los mismos funcionarios ucranianos parecían contradecirse. Si por la mañana el canciller, Dmytro Kuleba, dijo que el acuerdo de paz “aún era lejano”, más tarde el negociador y asesor presidencial Podolyak fue mucho más optimista. “Podrían necesitarse de pocos días a una semana y media para disipar las controversias en las negociaciones con Rusia para un acuerdo de paz, después de las cuales comenzarán los preparativos para un eventual encuentro entre los presidentes de Ucrania y Rusia”.
En el ámbito de frenéticas tratativas en todas las capitales, el anuncio de que el presidente estadounidense, Joe Biden, tendrá el viernes una conversación telefónica con su homólogo chino, Xi Jinping, para evaluar la posición del gigante asiático ante la guerra desencadenada por Rusia con su invasión de Ucrania, creó grandes expectativas. Si bien muchos analistas temían que China respaldaría militarmente a Putin, los intereses económicos chinos en Estados Unidos y en Europa lo empujarían a otra actitud.
En medio de un escenario cada vez más complejo y explosivo a nivel mundial, en diálogo con LA NACION Bohdan Prach, rector de la Universidad Católica de Lviv, que tiene 3000 alumnos y diversas facultades –cuyas aulas en este momento se han transformado en dormitorios para los 200.000 refugiados llegados desde el este–, no ocultó su escepticismo en cuanto a una salida diplomática.
“Agradecemos a todos los países de Occidente que ayudan, pero es claro que no siempre los esfuerzos diplomáticos dan resultados, por eso el mundo debe entender que debe prevalecer la moral sobre la diplomacia y la política: ese debe ser el primer requisito para la paz”, dijo el catedrático.
“Nosotros en Ucrania esperamos vencer de modo diplomático porque son demasiados los muertos y la destrucción de nuestra patria. Pero solo habrá un resultado cuando en primer lugar se ponga la vida del hombre”, agregó.
Y, como la mayoría de la población, consideró que la guerra no terminará en breve. “La guerra no terminará pronto porque no vemos que Rusia esté abierta a eso. Pero vemos que Rusia hace muchos esfuerzos para llegar a un acuerdo y presentarlo como una victoria suya. Nosotros esperamos que, después de todos estos homicidios y crímenes que está cometiendo el Ejército ruso, todos los países entiendan que Rusia debe capitular porque no puede comportarse de esta forma. No puede ser que miles de personas mueran y que después haya un acuerdo”, sentenció.
Quedarse para ayudar
Coincidió Maria, estudiante de Sociología de 20 años que ahora ayuda como voluntaria a los refugiados que son hospedados en las aulas de la universidad. “No creo que la guerra termine pronto, creo que vamos a vivir en esta condición por muchos meses”, dijo a LA NACION esta joven, que aseguró, por otro lado, que no quiere irse al exterior porque no quiere ser “una refugiada”, sino que prefiere quedarse para ayudar.
En un clima cada vez más inquietante en Lviv, ciudad principal de la región también denominada Galizia, de mayoría grecocatólica, a las 14 pudieron verse escenas de gran fervor religioso cuando una estatua de la Virgen de Fátima llegó a la Iglesia de la Natividad, el templo más grande de la ciudad.
La réplica de la famosa Virgen portuguesa, que se cree que les pidió a los videntes que rezaran por la conversión de Rusia “a punto de ser engullida por el monstruo comunista”, fue recibida con todos los honores. “Ojalá que traiga paz”, comentó Katarina, una joven que llevaba en cochecito una beba de un año.
En medio del repicar de las campanas del templo, la estatua fue llevada en procesión solemne por el arzobispo de Lviv, obispos, sacerdotes, mujeres y chicos en trajes típicos y fieles en lágrimas que se arrodillaban y se persignaban.
Luego de su entronización en el templo, en el que se quedará un mes, el arzobispo en una homilía reconoció “la tristeza” que reina en Ucrania en estos días ante tanta muerte y destrucción. Y recordó la historia de David y Goliat, destacando que nunca gana quien tiene la fuerza, sino quien combate en nombre de Dios, “por lo que seguramente venceremos”.
Otras noticias de Guerra en Ucrania
Tras la denuncia de Kiev. Putin anunció que Rusia probó un nuevo misil contra Ucrania y advirtió que el conflicto ahora es “global”
Con capacidad nuclear. Ucrania denuncia que Rusia disparó por primera vez un misil intercontinental
5800 kilómetros de alcance. Cómo es el misil intercontinental RS-26 Rubezh que lanzó Rusia, según Ucrania
Más leídas de El Mundo
Tensión en Ucrania. EE.UU. y países europeos cierran sus embajadas en Kiev ante el riesgo de un “ataque aéreo significativo” de Rusia
Derrumbe. Es uno de los hombres más ricos del mundo y perdió 12.500 millones de dólares en un día por una trama de sobornos
Adelanto de sus memorias. Angela Merkel reveló el consejo que le dio el papa Francisco para lidiar con Trump
Reabre el 7 de diciembre. Un video muestra cómo quedó el interior de la catedral de Notre Dame tras la restauración