Guerra Rusia-Ucrania: Quién es el hombre de cine que “bombardeó” París para salvar a Europa
Autor del video que simula un ataque ruso a la capital francesa, el realizador francés Olias Barco, que vive desde hace ocho años en Kiev, tomó las armas para defender a su país de adopción y asegura que las ambiciones de Putin no tienen límites
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Al realizador francés Olias Barco no le interesa la alfombra roja. Como director o productor, sus películas ganaron premios internacionales en Italia y en Francia. Pero quien quiera encontrarlo tendrá que rastrearlo en Ucrania. Sí, en la asediada Ucrania. En una barraca militar. En una trinchera. Recargando su fusil de guerra. O manejando un camión con armas y provisiones para los soldados y civiles de los sitios bombardeados.
Casado con una mujer ucraniana, Barco vive desde hace ocho años en Kiev y allí estaba cuando decidió lanzarse a contribuir al esfuerzo defensivo del país. No es para menos: las bombas lo despertaron ese mismo 24 de febrero, cuando dormía en su casa en las afueras de la capital ucraniana, cerca del aeropuerto que estuvo entre los primeros blancos de la avanzada rusa.
Viene de lograr un gran éxito combinando sus dos oficios, de avezado director y flamante guerrero, como autor del video París bajo las bombas, donde los aviones militares rusos supuestamente se lanzan sobre la ciudad y destruyen objetivos icónicos, como la Torre Eiffel. Las imágenes de esa destrucción artificial se viralizaron a un nivel asombroso, con 600 millones de repeticiones.
Las escenas recrean la visión del ataque tal como se hubiera registrado en la realidad, con tomas apresuradas de celulares que captan los estallidos de manera caótica y fragmentaria, entre gritos desolados y la perplejidad de la gente. El video es un llamado a la acción y advierte que eso que pasa en Kiev puede pasar, y pasará, en otras capitales. La primera misión de Occidente, dice, es enviar aviones de guerra y cerrar de una vez el cielo ucraniano a los cazas rusos. Pararle el carro a Putin.
Audiencia universal
En diálogo con LA NACION desde París, donde viajó circunstancialmente para llevarse de vuelta toneladas de provisiones y difundir la causa ucraniana, Barco dijo que se sorprendió por la extraordinaria viralización de su obra, cuyo mensaje apocalíptico buscaba calar hondo, pero no pretendía alcanzar semejante audiencia universal.
“No pensé que el video tendría esa proporción tan fuerte. Quería alertar sobre lo que yo mismo viví el 24 de febrero en Kiev, bajo las bombas de Putin, cuando venís de pasar un aniversario con tu compañera, volvés a tu casa a las dos de la mañana, y dos horas y media después caen misiles sobre la ciudad. Pasás de un mundo feliz a un mundo oscuro. Una fracción de segundo y tu vida cambia”, explica.
Tras la salida del video, Barco intentó permanecer anónimo, dejar que hablara su obra. Pero su nombre comenzó a circular y debió salir a la luz. También había decidido mantener en silencio el nombre de la productora que lo ayudó desde París, por temor a represalias. Conociendo las artes eliminatorias del Kremlin contra sus enemigos, con cafés envenenados y accidentes de diez pisos, decidió que señalar a sus colegas era poner en riesgo sus vidas.
Pero el Kremlin, aturdido por la eficacia del video, lanzó su contraataque. Dijo que, así como se hizo un montaje de París, también se fraguaron bombardeos en Ucrania para alinear al público occidental contra Rusia, víctima de una artera manipulación de los medios y las redes sociales.
La jugada de Moscú obligó a Barco a mostrarse más y exponer sus razones. En sus declaraciones siempre sostiene, reforzando el mensaje original, que la vida del pueblo ucraniano está en juego… y también la del resto de Europa. Porque el conflicto no se limitará a dos países. Nadie saldrá indemne de esta barbarie.
Todavía no se tiene cabal conciencia del nivel de violencia que está decidido a asestar Vladimir Putin si se lo deja librado a sus demenciales caprichos de conquistador, dice Barco. Ucrania es un paso. No se va a detener por su cuenta. Suecia no pertenece a la OTAN, Finlandia no pertenece a la OTAN. Las dos podrían ser blancos.
Guerra mundial
“Ahora decimos que Putin está loco, que está enfermo. Pero es la cuarta guerra que hace, no es la primera -sostiene-. Entonces está loco desde el principio, es un dictador desde el principio. Y ahora se siente libre de hacer lo que quiera. ¿Cuántos países más vamos a tener que esperar a que ataque para que la OTAN entre en acción? Lo que todavía no entendemos es que ya estamos en una guerra mundial”.
“Son cosas difíciles de imaginar para nosotros, porque al cerebro le cuesta imaginar cosas inconcebibles. Pero de todos modos suceden. Nadie hubiera imaginado en 1938 que París… no solo París, los Champs Elysees iban a tener a Hitler descendiendo con los tanques alemanes. Si le hubieras preguntado a cualquier francés cómo veía eso en 1938, hubiera dicho que era imposible. Por eso hice el video, para alertar, y por eso lo hice muy realista, para decir que sí, es posible”, agrega.
Después de lanzar el video, Barco subió todavía más su nivel de compromiso y puso el cuerpo a las balas. Se vistió de combate, tomó un fusil y se unió a un regimiento paramilitar en el oeste del país. Ahí están muchos de sus amigos, hombres de cine como él. Y si bien tiene entrenamiento con armas, prefiere atribuirles a ellos el mérito de llevar el peso de la guerra. En un programa de la televisión francesa, afirmó, con cierta modestia, que lo suyo era más bien “como Marilyn Monroe en Vietnam”, que estaba para entretener a la tropa, para animarlos.
Pero siempre fue más que eso. Barco se estrenó como director de largometrajes en 2003 con Snowboarder, y en 2011 añadió Please Kill Me, entre las obras más reconocidas. El decisivo 2014 lo encontró instalado en Ucrania, donde trabaja desde entonces. Allí acompañó a los improvisados defensores de las barricadas en la Plaza Maidan, en medio del levantamiento contra el presidente Viktor Yanukovic, montadas para resistir a las fuerzas enviadas a sofocar la rebelión ciudadana.
Presionado por Moscú, Yanukovich había rechazado a último momento un acuerdo de asociación económica con la Unión Europea. Las protestas estallaron, se radicalizaron y se expandieron a lo largo del centro y oeste del país. La exigencia ya no solo era volcarse a Europa, sino cambiar de gobierno y abandonar de una vez la órbita rusa. Yanukovich cayó, pero Rusia respondió anexando Crimea y alentando el separatismo de la región del Donbass. Ocho años más tarde, Putin fue por más y ahora quiere devolver a Ucrania a su supuesta pertenencia a Rusia. Dos países hermanos, asegura la propaganda rusa. Pero no iguales.
“Una persona, solo una persona, que es Putin, es la responsable de lo que está pasando -dice Barco-. François Mitterrand, el expresidente de Francia, decía que la libertad está al oeste y los misiles están al este. Y sigue siendo así. Tomemos la libertad de expresión, por ejemplo. La conversación que estamos teniendo, si la tenemos en Rusia nos meten años de cárcel. Mitterrand tenía razón. La libertad de Rusia son los misiles”.
Paramilitares
En otro video que grabó para la cadena TF1, Barco se muestra manejando un camión con provisiones. Otra secuencia lo tiene llegando a la base donde está destinado, con el comedor comunitario y la habitación donde duerme con otros voluntarios. Dirige la cámara a dos compañeros, levanta la voz y dice: “Estos son hombres que dejaron sus trabajos y se metieron en la guerra por la libertad”.
En la pared de su habitación cuelga un mapa de Ucrania como decoración. Hay varios aislantes y bolsas de dormir en el suelo. La ventana está tapiada con cartones y protegida a medias con bolsas de arena. Barco muestra su fusil reposando sobre un mueble, luego le pone balas, y la toma final lo encuentra en una trinchera. En esa última escena, mira directo a la cámara y dice que quiere dejar un mensaje. Resulta ser muy breve, pero expresa su parecer: “¡Gloria a Ucrania!”
Su página de Facebook, convertida en diario de guerra, abre con una enorme bandera de Ucrania. Allí sube cosas propias o reenvía noticias o mensajes de otros amigos referentes de al conflicto, como muertes recientes por lamentar y otros demonios de los que se va enterando sobre la marcha.
Todo le interesa. Está pendiente de la evolución del conflicto y de la situación de cada región. Su mujer, sus hijastros, sus suegros, sus amigos, todos son ucranianos. Y no son los únicos. “La nacionalidad no es el país en el que se nace, es el país que nos ha recibido -dice con una convicción conmovedora-. Mi nacionalidad es el país que me recibió, que me adoptó. Ese país es Ucrania”.
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