Guerra Rusia-Ucrania: qué puede obligar a Vladimir Putin a cambiar de rumbo
Los expertos sostienen que las sanciones, el viento económico en contra y la gran pérdida de efectivos complicarán una guerra a largo plazo
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RIGA.– El presidente ruso, Vladimir Putin, ingresó en el segundo mes de su guerra contra Ucrania y cada vez surgen más preguntas sobre las dificultades con las que podría toparse si continúa con una invasión que ya ha causado enormes costos a las fuerzas militares rusas y que dejó a su país totalmente aislado.
Hace años que Putin acalla cualquier tipo de disenso, amordaza a los medios independientes y refuerza las medidas de seguridad para evitar las protestas, o sea que en el ámbito interno enfrenta muchas menos limitaciones que cualquier líder de un país democrático con intenciones de lanzar una guerra similar.
Los ingresos de la venta al exterior de petróleo y de gas –a pesar de las sanciones occidentales– también lo ayudan a paliar los efectos de las severas sanciones económicas.
Pero el presidente ruso enfrenta algunas limitaciones tácticas en el campo de batalla, así como restricciones en el ámbito geopolítico y económico. Y es probable que estas dificultades obstruyan su capacidad para librar una guerra a largo plazo.
“El paso del tiempo le juega en contra”, dice la analista política rusa Tatiana Stanovaya, fundadora de la consultora R. Politik. Stanovaya señala que si la guerra y las sanciones se prolongan, es probable que en Rusia se agraven los efectos secundarios de la guerra.
El sábado, en el discurso de clausura de la reunión en Varsovia con los aliados de la OTAN, el presidente estadounidense, Joe Biden, pareció ampliar la confrontación de Washington con Putin cuando dijo que el presidente ruso “no puede permanecer en el poder”.
El secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, aclaró ayer que Biden no estaba llamando a un “cambio de régimen”, sino que pretendía recalcar que Putin “no puede acumular más poder para hacer la guerra”.
En el campo de batalla, Rusia le arrebató a Ucrania una extensa franja del sur a un costo muy elevado para completar un “puente terrestre” desde el territorio ruso hasta Crimea, anexada a Rusia por la fuerza en 2014. Pero los esfuerzos para conquistar Kiev y Kharkov, las dos ciudades más grandes de Ucrania, se han estancado. Y lo mismo sucedió con los intentos de extender el dominio ruso hacia ciudades del oeste como Mykolaiv y Odessa.
El miércoles último, un alto funcionario de la OTAN estimó que las fuerzas militares rusas perdieron entre 7000 y 15.000 soldados en apenas un mes, más del total de efectivos perdidos por Estados Unidos durante 20 años en Irak y Afganistán. También hay miles de soldados rusos que resultaron heridos.
Nuevos conscriptos
Michael Kofman, analista militar en el Centro de Análisis Navales, con sede en Virginia, dijo que las significativas bajas rusas no parecen ser una limitación política para Putin dentro de Rusia, pero obstaculizan la efectividad de sus unidades en el combate. Según Kofman, en cierto modo la alta cantidad de tropas rusas muertas o heridas afecta la moral y la capacidad de los comandantes para continuar con la campaña.
El reclutamiento de nuevos conscriptos comienza el 1º de abril en Rusia, y Putin tendrá que promulgar un decreto en los próximos días sobre la cantidad de soldados nuevos que tendrá que reclutar el Ministerio de Defensa ruso. Putin también tendrá que decidir si mantiene a los conscriptos actuales y extiende la duración de sus servicios para compensar las pérdidas en Ucrania.
El estiramiento indefinido de una guerra con múltiples frentes demandará una movilización significativamente mayor, que el Kremlin hasta el momento no ha realizado.
“En abril tendrán que tomar una decisión sobre los efectivos, además de decidir hasta qué punto están dispuestos a sostener una guerra a esta escala, mucho más allá de lo que pretendían”, dice Kofman. “¿Van a lanzar una guerra más amplia o van a ver qué pueden lograr en las próximas semanas?”.
La resistencia de las fuerzas ucranianas –y hasta las exitosas contraofensivas para recuperar algunos territorios perdidos– también podría limitar las expectativas de Putin y obligarlo a recalibrar sus objetivos. Al mismo tiempo, las fuerzas rusas están teniendo dificultades para mantener abiertas las líneas de abastecimiento en varios frentes.
Pero Kofman dice que las decisiones de Putin dependen principalmente de la información que tenga a disposición y de lo que le digan. Ya antes de la guerra, la inteligencia estadounidense estimaba que el líder ruso recibía poca información de parte de su círculo de asesores.
“La gran pregunta es: ¿qué tan informado está realmente Putin de lo que pasa en esta guerra?”, dice Kofman. “¿Cuál es su percepción de la realidad en el campo de batalla? ¿Qué le dicen los mandos militares sobre sus perspectivas de éxito? En pocas palabras: ¿Putin sigue creyendo que por la fuerza puede lograr alguno de sus objetivos políticos en Ucrania, o considera que se trata de una situación en la que cada vez tiene menos por ganar?”.
Nick Reynolds, investigador en el Royal United Services Institute de Londres, dijo que el Kremlin tendrá cada vez más limitaciones en municiones, fuerza de trabajo y moral, así como de orden logístico. Y estas realidades podrían forzar a Putin a cambiar su objetivo de derrocar al gobierno de Ucrania por aceptar cambios forzados en la postura política de Ucrania, o concentrar la guerra en un frente único. Reynolds señaló en particular las limitaciones en los efectivos.
“Es evidente que Rusia está teniendo muchos problemas para conseguir soldados”, dice Reynolds. “No necesita demasiado, pero tiene que ser personal entrenado y motivado”.
La aceleración de las entregas de armas a Ucrania desde Estados Unidos y Europa creará nuevas limitaciones para las fuerzas de Putin en el campo de batalla. Entre los materiales occidentales se encuentran los drones Switchblade estadounidenses, que podrían ser particularmente dañinos para las fuerzas rusas en el combate urbano.
La carta energética de Putin
Hasta ahora, Putin ha logrado sobrevivir a las sanciones aplicadas contra Rusia porque ha seguido vendiendo petróleo y gas a China y la India, además de a Europa, y porque ha obligado a los exportadores de energía rusos a cambiar esos ingresos a rublos, para sostener el valor de la moneda y evitar que colapse. Gracias al astronómico precio global de la energía y a una devaluación moderada del rublo, Putin probablemente tendrá liquidez para cubrir el gasto público y hasta para estimular la economía.
De todos modos, es probable que Rusia tenga viento económico de frente, con una sumatoria de contracción del PBI, aumento del desempleo y nuevas escaladas en el campo de batalla que conduzcan a sanciones aún más pesadas.
Mientras tanto, Moscú dependerá cada vez más de productos y tecnología de China, Turquía, Israel y otras naciones que no han sancionado a Rusia por la invasión. La capacidad de Putin para mantener de su lado a esos países mientras dure la guerra, especialmente a China, determinará también qué pueden comprar, consumir y producir los rusos.
Durante años, Putin les ofreció a los rusos estabilidad y crecimiento económico, a cambio incluso de sus libertades políticas por un sistema más autoritario. Pero con la contracción económica que causarán las sanciones, ya no podrá presentar como un logro el bienestar y el nivel de vida de los consumidores rusos.
“Ahora Putin tendrá que ofrecerle al pueblo ruso algo más, porque ya no tiene la economía”, dice Kirill Martynov, editor político del periódico independiente ruso Novaya Gazeta. “Y parece que ha decidido suplir esa falta vendiéndoles una especie de grandeza política, como diciendo: ‘Miren, estamos de vuelta en el club de los grandes países, todos los líderes europeos quieren hablar conmigo, porque soy genial y peligroso’”.
Pero el atractivo de ese mensaje, dice Martynov, se esfumará si la situación económica empeora gravemente, aunque es probable que el gobierno siga machacando con los eventos geopolíticos como forma de distracción.
“Si no puede hacer nada con la economía y no puede hacer nada con la sociedad rusa, lo único que le quedará por hacer es lo más peligroso”, dice Martynov: “Iniciar una guerra en cualquier parte”.
Por Paul Sonne y Robyn Dixon
Traducción de Jaime Arrambide
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