Guerra Rusia-Ucrania. La presencia de un oligarca ruso sancionado suma intriga al diálogo entre Moscú y Kiev
Roman Abramovich, el sancionado dueño del club de fútbol Chelsea, apareció misteriosamente en las conversaciones entre Ucrania y Rusia en Estambul, y se dice que está haciendo gestiones informales no oficiales
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LVIV, Ucrania.- Cuando los diplomáticos de Rusia y Ucrania se reunieron el martes en el Palacio Dolmabahce de Estambul, su anfitrión instó a los antagonistas a acordar un cese de las hostilidades “por el bien de todos”.
Esas palabras del presidente turco Recep Taryyip Erdogan deben haber tenido especial resonancia para una de las personas presentes en el salón, un oligarca ruso que observaba misteriosamente desde primera fila.
El oligarca en cuestión era Roman Abramovich, de 55 años, dueño del famoso club de fútbol británico Chelsea, que no integraba la comitiva de negociadores rusos. Abramovich ha sido sancionado por el gobierno británico —pero curiosamente no por Estados Unidos—, por sus vínculos con el presidente ruso Vladimir Putin, promotor de esta guerra.
La ministra de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Lizz Truss, dijo que los oligarcas como Abramovich “deberían agachar la cabeza de vergüenza”. El embajador de Ucrania ante el Reino Unido, Vadym Prystaiko, le dijo a la BBC que no tenía la menor idea “de lo que Abramovich estaba diciendo o haciendo” en esas negociaciones. Dimitri Peskov, vocero del Kremlin, se negó a especificar lo que hacía Abramovich, pero dijo que Moscú había “aprobado” su participación como coordinador entre ambos bandos.
El misterio sobre su presencia en el salón solo sumó más intriga a las negociaciones, que según se supo marcaron el primer avance significativo desde que empezó esta guerra, hace ya más de un mes. Y para agregar una pizca de misterio, circuló la noticia de que a principios de mes Abramovich había quedado involucrado en un confuso episodio en el que tanto él como los miembros de la delegación ucraniana habrían sido envenenados.
El oligarca no hizo comentarios sobre su presencia en las negociaciones y pareció querer mostrarse al mundo como una sólida y confiable vía de comunicación entre Kiev y el Kremlin. Sus detractores dicen que Abramovich solo busco darse aires de importancia para buscar publicidad y tratar de salvar su imperio.
Pero lo cierto es que Abramovich parece haber establecido un vínculo estrecho con uno de los negociadores claves de Ucrania, Rustem Umerov, según una persona familiarizada con las conversaciones que prefirió conservar el anonimato por lo delicado del asunto. Según esta fuente, Umerov está convencido de que Abramovich quiere que esta guerra se detenga.
Cuando el gobierno británico lo sancionó, Abramovich ya había empezado a desempeñar un discreto papel en el proceso de paz. De hecho, fue visto en una ronda pública de negociaciones en Belarús, cuatro días después del inicio de la guerra. Pero ahora han surgido informes de la participación de Abramovich en una vía de negociación menos conocida y publicitada, donde el país mediador es Turquía, que lo llevó a viajar entre Kiev, Moscú y Estambul.
Su rol incluyó entregar personalmente una carta manuscrita del presidente ucraniano Volodomir Zelensky con los lineamientos básicos de un acuerdo con Putin, según un informe del diario The Sunday Times.
Buenos contactos
De todos los ricos empresarios que rodean al presidente ruso, Abramovich —un megamillonario ruso-portugués-israelí— es el único que combina conexiones de alto nivel dentro del Kremlin con un perfil de celebridad, si no prestigio y aceptación, en las capitales de Occidente.
En vísperas de las discusiones entre Ucrania y Rusia en Estambul, el diario The Wall Street Journal y el grupo de periodismo de investigación Bellingcat publicaron que entre la noche del 3 de marzo y la mañana del 4 de marzo, después de una ronda de negociaciones, Abramovich, Umerov y otro empresario ruso habían manifestado síntomas de envenenamiento.
Según Bellingcat, todos los participantes de la reunión bebieron solo agua y comieron chocolate. Las negociaciones se extendieron hasta las diez de esa noche en Kiev, y por la mañana los hombres amanecieron con síntomas como problemas de visión y descamación de la piel. “¿Nos estamos muriendo?”, le habría preguntado Abramovich, dada la gravedad de los síntomas, al especialista que los examinaba, según le confió uno de los presentes a The New York Times.
Los expertos que examinaron a los hombres dijeron que “la dosis y el tipo de toxina utilizada probablemente no era suficiente para causar un daño potencialmente mortal, y que lo más probable es que tuviera la intención de intimidar a las víctimas, y no causar un daño permanente”, según publicó Bellingcat en una serie de mensajes por Twitter. “Las víctimas dijeron no saber quién podía tener interés en atentar contra ellos”, agregaba la publicación.
Algunos funcionarios occidentales trataron de calmar las aguas sobre un potencial intento de envenenamiento, y responsabilizaron a posibles “factores ambientales”. “La evidencia es bastante incompleta y proviene de un lugar bastante inaccesible”, dijo un funcionario occidental. Peskov, el vocero del Kremlin, dijo que los rumores de envenenamiento eran parte de una “guerra de información”.
Además de las sanciones británicas, sobre Abramovich también pesan sanciones de la Unión Europea y Canadá. También hay informes que señalan que Zelensky le pidió al presidente Biden que no sancionara a Abramovich debido al papel que ha estado desempeñando en las negociaciones.
“Esta es una operación combinada, para ayudarlo a él y al Kremlin”, dice Ksenia Svetlova, analista política israelí nacida en Moscú, exlegisladora y experta en la comunidad ruso-israelí. “Moscú cree que puede usarlo, y Occidente también cree que puede usarlo”.
De hecho, como no integra formalmente la delegación de Rusia, Abramovich tiene más margen de maniobra para alcanzar un acuerdo con concesiones de ambas partes, dice Svetlova. “Es la historia del policía bueno y el policía malo: está la delegación oficial y Abramovich tiene un poco más de libertad. Es el otro brazo del Kremlin, no un brazo oficial, sino el brazo suave”.
Para los hinchas y seguidores del Chelsea, los detalles del papel de Abramovich como aparente intermediario en la guerra solo agrega confusión y ya no saben qué pensar del multimillonario oligarca ruso. “El hecho de que esté tratando de negociar la paz modifica ligeramente las cosas respecto de hace dos o tres semanas”, dice Tim Rolls, miembro de la asociación de hinchas del Chelsea. “Algunos piensan que han sido injustos con él, pero es imposible saber cuál es la situación real”.
Lo que no está en duda es la admiración que siguen sintiendo muchos fanáticos del Chelsea por Abramovich, el hombre que invirtió mucho dinero en su equipo y lo llevó a nuevas alturas.
“Para un lego como yo es imposible saber exactamente qué tan cerca está Abramovich de Vladimir Putin”, dice Rolls. “Para mí y para los hinchas del Chelsea ha sido un verdadero fenómeno, que ha llevado a nuestro equipo a otro nivel y a convertirnos en uno de los seis u ocho mejores equipos de Europa”.
Valerie Hopkins
(Traducción de Jaime Arrambide)
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