Guerra Rusia-Ucrania: la lucha por Kiev pude transformarse en un conflicto prolongado y sangriento
La capital de Ucrania es el mayor premio para los militares rusos. Si Rusia intenta tomar el control, podría generarse uno de los mayores conflictos urbanos desde la Segunda Guerra Mundial.
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KIEV.- La ciudad de Kiev tiene una extensión de 839 kilómetros cuadrados y está dividida por un río muy ancho. En ella existen cerca de 500.000 construcciones - fábricas, hermosas iglesias y edificios de apartamentos muy altos- muchas de las cuales se encuentran en calles estrechas y sinuosas. Ahí siguen habitando casi dos millones de personas después de que ha habido un importante éxodo de mujeres y niños.
Decenas de miles de soldados rusos avanzan por el este y el noroeste hacia esta ciudad, la capital de Ucrania, acompañados por columnas de tanques, vehículos blindados y artillería. Dentro de Kiev, los soldados y los voluntarios civiles ucranianos refuerzan el centro con barricadas, minas antitanques y artillería.
Kiev sigue siendo el trofeo más codiciado para el ejército ruso; ahí se encuentra la sede del gobierno y la ciudad está arraigada tanto en la identidad rusa como en la ucraniana. Pero, según los analistas militares, para que el ejército ruso pueda tomarla tendría que haber un enfrentamiento feroz y sangriento que podría convertirse en el combate urbano más importante del mundo en 80 años.
“Lo que estamos viendo en Kiev superaría cualquier cosa que hayamos visto desde la Segunda Guerra Mundial”, comentó David Kilcullen, un teniente coronel jubilado del ejército australiano que ha estudiado ampliamente el combate urbano. “Si de verdad, de verdad quieren arrasar con Kiev, pueden hacerlo”, comentó refiriéndose a la dirigencia rusa. “Pero la magnitud del daño político y económico sería enorme”.
Para hacer una comparación, una de las contiendas urbanas más grandes de este siglo fue el sitio a Mosul, en Irak, para expulsar a los invasores del Estado Islámico, el cual tuvo una duración de nueve meses, de 2016 a 2017. Mosul tiene una extensión de 181 kilómetros cuadrados y, durante la guerra, contaba con una población de cerca de 750.000 habitantes, una cantidad mucho menor de la de Kiev, donde, antes de la guerra, la población en el área metropolitana era de 3,6 millones de personas.
Las negociaciones para un cese al fuego continúan y no es inevitable una larga y violenta lucha por Kiev. Pese a su mayor cantidad de efectivos y capacidad de armamento, Rusia no ha logrado un gran avance. La semana pasada, en una rueda de prensa con reporteros, un funcionario de Occidente mencionó que Rusia había tenido bajas considerables, que no había podido generar ninguna presencia importante en el terreno y - quizás lo más sorprendente- que no había logrado establecer su supremacía aérea.
“No se plantea la capitulación”
No obstante, las primeras fases de la contienda ya comenzaron, con bombardeos de misiles crucero, la movilización de soldados para cercar la ciudad y una lucha por la superioridad aérea. En suburbios del noroeste, como Irpín, un importante acceso a la ciudad, han estallado tiroteos en las calles como en las guerras de guerrillas. Podría ser el principio de un asedio extenso y prolongado que utilice el hambre y las peleas callejeras para avanzar hacia el centro de la ciudad.
Después de tres semanas de combate en los suburbios, los soldados y los voluntarios ucranianos que trabajan en pequeñas unidades organizadas de manera muy general y recurren mucho a las emboscadas, están defendiendo la ciudad con una confianza cada vez mayor. Parte de su estrategia es hacer que el ejército ruso sufra tantas bajas al atacar, que sus soldados se fatiguen o se desmoralicen antes de poder llegar al centro de la ciudad.
“No se plantea la capitulación de Kiev”, señaló la teniente Tetiana Chornovol, comandante de una unidad de misiles antitanques que opera en las afueras de la ciudad. “Todo va mucho mejor de lo que pensábamos”.
Chornovol, de 42 años, es una exactivista en el movimiento de protestas en las calles de Ucrania que puso a salvo a sus dos hijos antes de incorporarse al servicio como oficial de reserva. Chornovol comanda dos equipos de más o menos media docena de personas cada uno que se dedican a disparar misiles montados en trípodes hechos en Ucrania que ellos mismos transportan a las posiciones de las emboscadas en sus propios automóviles.
Chornovol conduce un Chevrolet Volt eléctrico de cinco puertas al que ella describe como “una máquina asesina limpia para el medioambiente”.
Cuando la entrevistábamos junto a un almacén de comestibles en llamas en el pueblo suburbano de Brovary, la teniente abrió la cajuela del automóvil para mostrarnos un tubo color beige que tenía un misil Stugna-P. Tiene un alcance de cinco kilómetros y alcanza a un objetivo dentro de un diámetro de 30 centímetros.
Sin parecer afectada por estar en combate, Chornovol describió la táctica ucraniana de las emboscadas que ha definido las primeras fases de la contienda para defender la capital. Nos dijo que la semana pasada hizo estallar un tanque ruso a unos cuantos kilómetros al este de Brovary en la carretera M01.
“Buscamos posiciones de tiro donde podamos ver un tramo de la carretera”, comentó Chornovol. Y añadió: “Sabemos que, en algún momento, habrá una columna que transite por la carretera”. Con el auto estacionado y camuflado a una cierta distancia, ella y su equipo estuvieron al acecho tras una fila de árboles durante tres días antes de que una columna rusa llegara por la carretera haciendo mucho ruido.
Cuando el comando empezó a abrir fuego, Chornovol usó un rayo láser para fijar el tanque, oprimió un botón y luego vio cómo el tanque se incendiaba antes de correr hacia su auto para escapar de los disparos en represalia. “Yo le disparo a la coraza”, contestó cuando le preguntamos sobre las pérdidas humanas. “No es mi culpa si ellos trepan en el interior”.
Las tácticas que describió Chornovol son características de las defensas de la ciudad, las cuales se basan en una combinación de sofisticados sistemas de defensa aérea, efectivos del ejército, voluntarios civiles y organizaciones paramilitares.
El entorno urbano favorece las trampas explosivas, las emboscadas y los defensores ligeramente armados pero móviles contra un ejército regular. Los ucranianos han colocado minas antitanque del tamaño de tartas en los arcenes de las carreteras, las cuales pueden arrastrarse rápidamente por las calles para bloquear los avances. En las ciudades, el entramado urbano canaliza los vehículos blindados del invasor hacia calles estrechas, donde se vuelven vulnerables.
Los rusos poseen también una fuerza impresionante, pero diferente. Ellos emplean una mayor cantidad de efectivos y un potente armamento, pero con menos movilidad.
Por ejemplo, los tanques rusos avanzan de manera metódica en largas columnas por los pueblitos que están en las afueras de Kiev y pocas veces se apartan de las carreteras. En ocasiones, dichos vehículos generan enormes congestionamientos viales.
En la orilla occidental del río Dniéper, los soldados y los vehículos de dos ejércitos de armas combinados que tienen su sede en Siberia —según el término usado para las grandes agrupaciones militares rusas—avanzan con lentitud, explicó Michael Kofman, director de estudios rusos en CNA, un instituto de investigación en Arlington, Virginia. Las unidades de fuerzas especiales de Rusia, o Spetsnaz, han convertido al suburbio de Irpín, el cual solía ser muy tranquilo, en una zona de combate, comentó.
El tiempo no está del lado de los rusos
En la ribera oriental, el ejército de armas combinado número 41 de Rusia ha estado explorando algunos pueblos periféricos como Brovary, donde Chornovol hizo estallar un tanque ruso.
La razón por la que los rusos están avanzando con sus tanques en el paisaje urbano de las afueras de Kiev, donde son vulnerables a las emboscadas, es un misterio, dijo Kofman. “Intentan avanzar rápidamente por las carreteras, mientras que los ucranianos intentan enfrentarse a ellos en las ciudades, en lugar de en los campos abiertos”, dijo.
Y el tiempo no está del lado de los rusos. Kiev está rodeada de pantanos, que se descongelan ahora con la llegada de la primavera y dificultan cualquier esfuerzo de los rusos por desplegar su armamento pesado alrededor del perímetro de la ciudad. Los tanques que se aventuran fuera de las carreteras ya se están hundiendo en el barro.
Kofman afirmó que todavía no se sabe si el ejército ruso intentará llevar a cabo un ataque urbano completo, pero hasta ahora los movimientos indican que, por lo menos, tienen planes de cercar Kiev.
Para ello será necesario ganar el dominio del cielo, algo que Rusia ha intentado conseguir sin éxito. Los pilotos ucranianos y rusos se han enfrentado en combates aéreos sobre Kiev y un avión ruso se estrelló en un barrio. A veces, las estelas de los misiles tierra-aire ucranianos pueden verse cuando se elevan en el cielo.
Rusia no ha conseguido controlar el cielo de Kiev, según los analistas, porque no ha destruido los misiles de defensa aérea de la ciudad ni todas las pistas aéreas secretas del oeste de Ucrania que utilizan los pilotos ucranianos en los vuelos para defender la capital.
Por la noche, se llegan a escuchar en Kiev explosiones de ataques aéreos de defensa y, por la mañana, se pueden hallar en los estacionamientos y jardines de toda la ciudad los restos metálicos plateados de los misiles crucero rusos disparados desde territorio ruso a cientos de kilómetros de distancia.
El combate por tierra se ha convertido en una lucha feroz por los pueblos suburbanos y las autopistas, librada en un entorno de almacenes, concesionarios de automóviles, vecindarios de casas de un solo piso y edificios de apartamentos en las afueras de las ciudades, donde se observan extensiones intercaladas de bosques de pinos.
Por ejemplo, en la ciudad de Horenka, aproximadamente a un kilómetro y medio al norte de Kiev, lo que solía ser un suburbio tranquilo ahora es el escenario de la destrucción de los bombardeos rusos. Las carreteras están llenas de agujeros de proyectiles de mortero y plagadas de ramas de árboles cercenados. Los autos están perforados con metrallas y se han desprendido láminas de metal de las casas. También se incendió una bodega enorme de Leroy Merlin, una empresa francesa especializada en remodelación de casas y jardinería.
Al borde de la carretera había dos tubos de transporte vacíos para misiles antitanque Javelin suministrados por Estados Unidos. “Raytheon/Lockheed Martin”, se leía en las marcas estampadas. “Misil guiado de ataque a la superficie”. Los ucranianos han bromeado diciendo que, después de la guerra, usarán estos tubos para guardar papas.
“Era un pueblo normal”
Hace unos días, en Horenka, un perro herido en los combates cojeaba con tres patas entre un montón de ladrillos de una casa destruida.
“Aquí vivía la gente hace un mes, era un pueblo normal”, comentó el teniente Artyom Bolyukh, quien trabajaba como arquitecto y, ahora forma que parte del ejército y es conocido con el sobrenombre de El Artista. “Ahora, este es nuestro perímetro externo”.
Al igual que Chornovol, Bolyukh viajaba de ida y vuelta a su posición en su propio automóvil, una camioneta Toyota, integrándose al reducido torrente de tráfico que todavía vemos en las calles de Kiev.
Para cercar Kiev por completo, los rusos deben librar muchas otras batallas suburbanas. Según Kilcullen, el experto en combate urbanol, llegado ese momento, el ejército ruso tendría dos opciones: privar de alimentos a la ciudad o intentar un ataque manzana por manzana.
Puesto que las tiendas de comestibles funcionan mediante entregas periódicas de suministros, es común que las ciudades modernas tengan existencias de alimentos limitadas, y Kiev no es la excepción. Pero, según Kilcullen, no sería muy probable que en Kiev comenzara a haber un desabasto importante de alimentos sino hasta al menos dentro de un mes. Por el momento, al suroeste sigue abierta una autopista para recibir suministros de armas y comestibles.
Por otro lado, el combate en las calles haría que los invasores sufrieran bajas considerables. Es posible que el ejército ruso omita algunas etapas del típico ataque urbano e intente, por ejemplo, realizar una incursión de las fuerzas especiales en el centro de la ciudad o establecer un combate antes de terminar el cerco, comentó Kilcullen.
Además, según Dima Adamsky, experto en las políticas de seguridad rusas que labora en la Universidad de Reichman en Israel, pese al éxito táctico de los ucranianos al usar unidades pequeñas, como las de los equipos de emboscada de Chornovol en la disputa por los suburbios, las fuerzas rusas no dejan de ser una amenaza formidable.
“Se están adaptando y siguen ejecutando sus planes de operación”, comentó.
Por Andrew E. Kramer
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