Guerra Rusia-Ucrania: la estrategia de Vladimir Putin en Ucrania vira hacia un campo de batalla muy diferente
Después del vapuleo que sufrieron las fuerzas rusas en ciudades y pueblos del norte del país europeo, el jefe del Kremlin cambia el foco de su invasión hacia el este, en las planicies del Donbass
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KIEV.- En vez de calles hay campos, en vez de edificios hay granjas. Las anchas rutas se pierden en el horizonte. Las batallas que Ucrania ganó en el norte en las últimas siete semanas se libraron en ciudades y los suburbios densamente poblados de los alrededores de Kiev, la capital, pero ahora la guerra está dando un duro giro hacia las vastas planicies abiertas del sudeste, modificando de raíz la naturaleza del conflicto bélico, de las armas para llevarlo a cabo y de las estrategias para asegurarse una victoria.
Los analistas militares, los comandantes ucranianos, los soldados y hasta el presidente ruso, Vladimir Putin, reconocen implícita o explícitamente que la guerra de amplio alcance que arrancó con un fallido intento de tomar la capital ahora se libra en la región oriental del Donbass.
Con pocas barreras naturales, en las planicies del Donbass los ejércitos pueden tratar de flanquearse o rodearse uno al otro, con feroces descargas de artillería a la distancia, para debilitar las posiciones del enemigo.
“No es ninguna broma: de lo que estamos hablando es de una cruenta guerra convencional de maniobras militares, donde las fuerzas rusas podrán torpedear las posiciones fijas de los Ucrania en un terreno mucho más abierto”, dice el teniente general Ben Hodges, excomandante de las fuerzas norteamericanas en Europa.
El Donbass tiene una extensión similar al estado de New Hampshire, allí el frente de batalla se extiende por cientos y cientos de kilómetros. La frontera con Rusia es un arco de norte a este, y la mayoría de los habitantes de la región son rusohablantes.
La palabra “Donbass” es un acrónimo de “Donetski basséin”, que significa cuenca del Donetsk, el río que discurre por este territorio, rico en vetas de carbón de fácil extracción: los interminables campos de girasoles y forrajes están salpicadas por minas y fábricas de la era soviética.
Antes de la invasión del 24 de febrero pasado, Ucrania ya venía luchando contra los separatistas del Donbass apoyados por Rusia desde 2014, cuando el Kremlin instigó un levantamiento y envió tropas en su apoyó. Esa guerra había llegado a un punto muerto en el que cada bando controlaba parte del territorio y ninguno de los dos lograba avanzar.
Ahora, la que puede ser la fase decisiva de esta guerra está regresando a esa misma región, asolada por ocho años de conflicto y plagada de minas terrestres y trincheras, por el intento de Putin de conquistar al menos la parte de Donbass que Ucrania todavía retiene. En los últimos días, ni rusos ni ucranianos han hecho movimientos importantes, y los analistas dicen que para que alguno de los dos prevalezca es probable que haga falta un conflicto largo y sangriento.
Las vastas extensiones del Donbass parecerían favorecer la ventaja de Rusia en cantidad bruta de armamento. Pero en su condición de fuerza defensiva, Ucrania tiene la ventaja de atacar desde posiciones atrincheradas a las tropas rusas mientras estas avanzan sobre terreno abierto y dentro del alcance de la artillería.
Ambos bandos están amasando tropas para una gran batalla, y las fuerzas rusas se están reagrupando después de ser apaleadas y expulsadas de Kiev, con unidades diezmadas por las numerosas bajas y la pérdida de equipamiento.
En total, a lo largo de este mes, Rusia aumentó de 30 a 40 el número de grupos de batallones de combate en el este de Ucrania –unos 40.000 soldados–, y hay más refuerzos en camino, dicen funcionarios del Pentágono.
Moscú retiró hasta 40.000 soldados del norte de Ucrania para reorganizarlos, rearmarlos y reabastecerlos en Rusia y Bielorrusia, y se espera que mueva al menos algunos hacia el este atravesando Rusia en las próximas semanas.
Antes de la invasión rusa, el ejército oriental de Ucrania tenía un estimado de 30.000 soldados. Después de repeler el asalto ruso a Kiev, las unidades de élite del ejército se redesplegaron hacia el este de Ucrania, pero ahora es difícil estimar el tamaño y la fuerza de las fuerzas ucranianas en la zona. Las unidades son más pequeñas y móviles que las de Rusia, y el gobierno de Kiev no ha revelado detalles de sus movimientos.
Nuevo arsenal
En esta nueva fase de la guerra, los ucranianos necesitarán un nuevo arsenal de armas, sobre todo artillería de largo alcance y sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple. También tendrán más demanda de vehículos blindados para proteger a sus tropas de infantería y remolcar piezas de artillería hasta el frente de batalla.
Los países occidentales ya están respondiendo a esas necesidades. Esta semana, Eslovaquia le envió a Ucrania el poderoso sistema de misiles antiaéreos de largo alcance S-300. Y el miércoles, el presidente norteamericano, Joe Biden, anunció un paquete de ayuda militar para Ucrania de 800 millones de dólares, que por primera vez incluía armamento más potente, como 18 obuses de 155 milímetros, 40.000 rondas de municiones de artillería y 200 vehículos blindados de transporte de tropas.
Las armas de Occidente no han pasado inadvertidas para Rusia. El Kremlin envió una nota diplomática formal de protesta para advertir a Estados Unidos de las “impredecibles consecuencias” que tendría el envío de tales armas, según revelaron anteayer los funcionarios norteamericanos.
Quizás la mayor diferencia con la “fase norte” de la guerra, que se libró en zonas urbanas, bosques y colinas, sea el terreno. En la estepa interminable del Donbass, los analistas militares pronostican una cruenta batalla sin cuartel.
“No hay dónde esconderse”, advierte Maksim Finogin, un veterano del conflicto de Ucrania en el Donbass.
Las estrechas hileras de árboles brindan una cobertura mínima y solo para unidades pequeñas, pero no mucho más, dice Finogin. “Y además pueden vernos desde arriba, por aviones o por drones. Pueden hacer llover fuego de artillería en cualquier momento”, agregó.
Por su parte, Anton Gerashchenko, viceministro del Interior de Ucrania y uno de los que vienen presionado a las naciones occidentales para que refuercen de inmediato en envío de armas, advierte: “Es como pelear en Kansas”.
Andrew E. Kramer, Eric Schmitt, Thomas Gibbons-Neff y Michael Schwirtz
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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