Guerra Rusia-Ucrania. La batalla por el Donbass: Moscú hostiga a las defensas ucranianas con artillería, misiles y aviones cazas
La ofensiva del Kremlin es el preludio de un avance terrestre a gran escala en el este del país europeo; Occidente prepara nuevas sanciones
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PARÍS.– Con fuego sostenido de artillería, misiles y bombardeos aéreos de aviones caza, Rusia mantuvo su ofensiva en el este de Ucrania, bautizada por Kiev como “la batalla por el Donbass”, la rica región del país donde las fuerzas de Moscú cuentan con el respaldo de los separatistas prorrusos. El Pentágono calificó los ataques como “operaciones de conformación”, preludio de una ofensiva más amplia en el Donbass, de mayoría rusohablante. “Misiles de alta precisión de las fuerzas rusas neutralizaron 13 plazas-fuertes de unidades del Ejército ucraniano”, así como “concentraciones” de tropas cerca de la ciudad de Sloviansk en la región de Donetsk, indicó el Ministerio de Defensa ruso, sumando otras decenas de ataques con misiles y varios centenares de blancos golpeados por su artillería en el sur y el este del país.
Según el ministerio ruso, “la aviación también atacó 60 instalaciones militares ucranianas”, sobre todo 53 sitios de concentración de tropas y de material militar, y tres puntos de comando. La artillería rusa, por su lado, concentró sus disparos en unas 1260 posiciones e instalaciones militares ucranianas en las regiones de Mykolaiv y de Zaporijia, en el sur ucraniano. El Ejército ruso afirmó por último haber golpeado 25 puestos de comando militar, depósitos de municiones, dos sistemas de misiles Bouk-M1 y 1214 puntos de concentración de tropas. El Ministerio también afirma haber destruido dos depósitos de misiles Totchka-U en las localidades de Chervona Polyana (en el este, en la región de Lugansk) y Balakliia (en el nordeste, en la región de Kharkiv).
Rusia quiere “liberar” militarmente el Donbass, pues Moscú considera que esa región es independiente de Ucrania, declaró el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, acusando a Occidente de “hacer durar” el conflicto al librar armas a Kiev (ver página 3). “ElEejército ejecuta las tareas fijadas por el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas (Vladimir Putin) para la operación militar especial. En consecuencia, el plan de liberación de las repúblicas populares de Donestk y de Lugansk es llevado a la práctica”, dijo Shoigu en sus primeras declaraciones públicas desde fines de marzo.
Después de retirarse del norte de Ucrania, las fuerzas rusas se concentran ahora en el Donbass con el objetivo de “tomar el control del conjunto de esa región” y realizar “un puente terrestre” con Crimea, advirtió Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN. Frente a los rusos, el 40% de las fuerzas ucranianas defiende la parte del Donbass, en el sudeste del país, que permaneció bajo control de Kiev después de 2014. Pero el objetivo del Kremlin se complica, pues al sur, el puerto estratégico de Mariupol sigue resistiendo a los asaltos conjuntos de las fuerzas de Moscú y de los separatistas prorrusos de Donestsk.
Para Putin, que se fijó el 9 de mayo –aniversario de la victoria contra la Alemania nazi– como fecha simbólica, la conquista del Donbass tendría la apariencia de una victoria. Dos días antes de la invasión, el presidente ruso reconoció la independencia de las repúblicas prorrusas de Lugansk y Donetsk. Para asentar su dominación, los separatistas deberán hacer retroceder a los soldados de Kiev. Por el momento, los disidentes conquistaron cerca del 90% de la región autónoma (oblast) de Lugansk (2 millones de habitantes) y 50% de la de Donetsk (la más poblada de Ucrania, con unos 4 millones de habitantes).
“Es prácticamente una segunda guerra que acaba de comenzar para Ucrania”, previene Joseph Hérotin, jefe de redacción de la revista Defensa y Seguridad Internacional (DSI). “Su Ejército reforzó su moral, su determinación, pero también su material, entregado por los occidentales o secuestrado a los rusos”, agrega.
Asalto
En su ofensiva contra el Donbass, los rusos se habrían apoderado de la ciudad de Kreminna, según el gobernador de Lugansk, Serguii Gaidai, para quien “desgraciadamente Kreminne cayó bajo control de las orcas”, sobrenombre peyorativo dado por los ucranianos a los militares rusos.
La versión no es la misma según Oleksandr Dunets, jefe de la administración militar de esa ciudad de 18.000 habitantes, ubicada a unos 50 kilómetros de Kramatorsk, la capital ucraniana del Donbass: “Rusia utiliza cantidad de blindados para atacarnos. Pero los combates continúan en la periferia”, aseguró.
Igual desmentido por parte de la presidencia ucraniana: “Intensos combates se producen en este momento. Kreminna todavía no ha sido ocupada”, dijo Oleksiy Arestovytch, consejero de Volodimir Zelensky.
En todo caso, Mariupol aún resiste. La ciudad portuaria, asediada por las tropas rusas, que permitiría establecer ese “puente terrestre” entre el este y el sur de Ucrania, por la costa del mar de Azov hasta la península de Crimea, anexada por Moscú en 2014, es actualmente teatro de violentos combates callejeros cuerpo a cuerpo entre soldados rusos y miembros de la famosa brigada Azov.
Rusia hizo un nuevo llamado a todo el Ejército ucraniano a “rendirse” y a los últimos defensores de Mariupol a cesar “su insensata resistencia”.
Pero los ataques rusos también continúan en el resto de Ucrania. Kiev lanzó el martes una advertencia sobre la elevada amenaza de bombardeos en la región de Mykolaiv (en el sur). En el nordeste, tres civiles murieron ese día en ataques contra Kharkiv, segunda ciudad de Ucrania. En el oeste, los obuses rusos provocaron “siete muertos, entre ellos un niño”, según las autoridades.
Estados Unidos y la Unión Europea (UE) llegaron a “un amplio consenso sobre la necesidad de acentuar la presión sobre el Kremlin, sobre todo mediante la adopción de nuevas sanciones”, declaró el gobierno italiano.
“Reforzaremos nuevamente nuestras sanciones contra Rusia”, declaró a su vez la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, tras una reunión virtual consagrada a la ofensiva rusa entre el presidente norteamericano, Joe Biden, y sus principales aliados occidentales.
La necesidad de extender esas penalidades a la compra del petróleo ruso por parte de la UE, que representa 285 millones de euros por día para Moscú, se ha instalado en el centro del debate entre los 27 miembros del bloque.
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