Guerra Rusia-Ucrania: el “Trump ruso” que anticipó la invasión hace dos años... y cortando una torta
Vladimir Zhirinovsky, líder de la ultraderecha del país, había mostrado en TV las ambiciones expansionistas de su país; “El problema es que los planes de la torta les salieron mal a los rusos”, dijo a LA NACION un músico ucraniano
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LVIV.- Es casi imposible encontrar en este momento en Ucrania a alguien -joven, adulto, anciano, hombre o mujer- que crea posible que las difíciles negociaciones diplomáticas en curso entre una delegación de esta exrepública soviética invadida y otra del agresor ruso traigan paz.
Como un mantra, todos suelen repetir la frase del famoso estadista y político alemán, Otto Von Bismark, que dijo que “un acuerdo con Rusia vale menos que el pedazo de papel sobre el que se firma”. Pero también explican que, sobre todo desde que en 2014 Rusia anexó Crimea y comenzó la guerra en la región del Donbass -la venganza de Putin luego de la traición perpetrada con la rebelión de Maidan cuando Ucrania optó por Europa-, muchos cayeron en la cuenta del irrefrenable deseo de expansión del líder del Kremlin en una tierra que considera parte de la “gran Rusia”.
Pero lo que realmente anticipó los planes de invasión de Vladimir Putin fue una torta. Sí, una torta con la forma geográfica de Ucrania, el país más grande de Europa (si no se cuenta la Federación Rusa) y los colores amarillo y celeste de su bandera que, en un programa de TV muy popular ruso, un día le regalaron a Vladimir Zhirinovsky, el líder y fundador del ultraderechista Partido Liberal Demócrata de Rusia y una de las figuras más controvertidas de la política en ese país.
En un video bastante impactante que el director de un conservatorio ucraniano, Andrii Markiv, mostró hoy a LA NACION, se lo ve a Zhirinovsky, también conocido como el “Trump ruso”, cortando con un cuchillo la torta en dos partes.
Mientras parte la torta, Zhirinovsky -que al igual que Trump siempre prometió volver a hacer grandioso a su país-, explica que “dos terceras partes de Ucrania”, es decir, la parte oriental (con la ciudad de Dnipro, Crimea, la región del Donbass, el Mar Negro y el Mar de Azov), “son nuestras”, es decir, le corresponden a Rusia. Un tercio de la torta, la parte occidental, “para no pelearnos, se la dejamos a Ucrania”, comenta, entre los aplausos del público de un talk-show muy seguido, en una emisión de hace dos años.
Markiv, que al margen de dirigir el conservatorio de la localidad de Mostys’ka, que queda a 65 kilómetros de Lviv y cerca de la frontera con Polonia, da clases de violín y guitarra, explicó a LA NACION que Zhirinovsky, de 75 años e ideas populistas, es famoso por su falta de diplomacia. Y por “disparar”, al mejor estilo brutal del expresidente estadounidense, Donald Trump, qué piensa realmente la “nomenklatura”.
Para dar una idea del personaje, Zhirinovsky lanzó su carrera política con una campaña que prometía vodka gratuito para todos los hombres y mejor ropa interior para todas las mujeres. Incluso propuso expulsar a todos los inmigrantes ilegales de su país en un período de tres años.
“El problema es que los planes de la torta adelantados por Zhirinovsky les salieron mal a los rusos. Ellos pensaron que en la parte oriental del país, que en parte es rusófona, la gente iba a recibir a los soldados y a los tanques rusos con flores y en tres días, en una guerra relámpago, iban a tomar el control de esa parte de la torta... Pero en cambio los rusos encontraron una resistencia que no se esperaban, porque en el este nadie quiere ser fagocitado por Rusia, quieren ser parte de Ucrania”, explicó. “Por eso estamos viendo esta resistencia impresionante y combates de lo más cruentos en Mariúpol, Kharkiv, Dnipro y demás ciudades del este y sur”, agregó.
Como muchos otros ucranianos, Markiv no votó por el actual presidente, Volodimir Zelensky, en las últimas elecciones. “Pero ahora, el hecho de que no se fue de Kiev, no aceptó el asilo en el exterior que le ofrecieron varios presidentes de Occidente al principio de la guerra, que no capituló, no se doblegó a los dictados de Putin, me sorprendió. Y estoy contento de que esté defendiendo a Ucrania, como corresponde”, afirma, sin ocultar la súbita admiración que ha cosechado Zelensky, excomediante que en las últimas tres semanas pasó a convertirse en un respetadísimo y combativo comandante en jefe de Ucrania.
Escépticos
Como la gran mayoría de ucranianos, este violinista casado con una colega y padre de Taras, que también toca el violín, de 23 años y Melania, de 8, no cree que la paz pueda llegar pronto. “Me gustaría creer en una salida, pero la verdad es que en el este de Ucrania ya van ocho años de masacre, desde 2014. Si Rusia sigue siendo como ahora, si no cambia, aunque ganemos esta guerra, estoy convencido que nuestros nietos van a tener que combatir de nuevo”, afirma.
Su mujer Natalia, coincide: “Con un vecino como Rusia no es posible una negociación. Es imposible. Ya lo hemos vivido en nuestra historia. Siempre hubo derramamiento de sangre con un vecino así, ávido de nuestra tierra, como muestra el video de Zhirinovsky partiendo la torta y quedándose con los dos tercios”. “Ucrania es un pueblo que ama la paz, pero dispuesto a derramar su sangre por su libertad, desde hace siglos”, apunta.
¿Creen verosímil que Rusia pueda devolverle a Ucrania la península de Crimea, anexada en 2014 y la región del Donbass, que mantiene bajo control y que con esta guerra intenta expandir?
“¡Deben devolvernos todo! No podemos ceder nada. Putin ya tomó Crimea y el Donbass y si toma esos pedazos, como en la torta de Zhirinovsky, mañana va a seguir tomando más pedazos”, advierte. “Es más, si llega a ir más allá del video de Zhirinovsky y toma toda Ucrania, después va a tomar Polonia”, agrega Andrii. Natalia interviene para explicar que, justamente por este temor, “ahora los polacos nos están ayudando”. “Ellos son conscientes del peligro que se acerca”, afirma, concluyendo con una pregunta y una respuesta: “¿Quién quiere un vecino como Rusia? Nadie”.
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