Guerra Rusia-Ucrania: el Kremlin anuncia una desescalada, pero Occidente desconfía de Putin
Pese a que Moscú dijo que reducirá “drásticamente” sus operaciones en el este del país, Estados Unidos y otros países tomaron con escepticismo esa declaración
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PARÍS.– Después de padecer la contraofensiva ucraniana en el sur y el oeste del país que obligó a sus fuerzas a replegarse, Rusia anunció este martes que reducirá “radicalmente” su actividad militar en las regiones de Kiev y Chernihiv. La declaración fue recibida con escepticismo por los occidentales, decididos a esperar hasta que el Kremlin “cumpla con sus palabras”. En Estambul, los resultados de la nueva ronda de negociaciones ruso-ucranianas fueron calificados de “substanciales” por Moscú.
“Después que las negociaciones sobre un acuerdo de neutralidad y el status no-nuclear de Ucrania entraron en una dimensión práctica (…), se decidió, para aumentar la confianza, reducir radicalmente la actividad militar en dirección de Kiev y Chernihiv”, declaró en Estambul el viceministro ruso de Defensa, Alexandre Fomine. El jefe de la delegación rusa, Vladimir Medinsky, por su parte, habló de “discusiones substanciales”, agregando que las proposiciones “claras” de Ucrania con vistas a un acuerdo serían “estudiadas muy pronto y sometidas al presidente” Vladimir Putin.
Según Medinsky, un encuentro entre el presidente ucraniano Volodimir Zelensky y su homólogo ruso, así como con representantes de los Estados garantes, sería posible en caso de acuerdo para poner fin a las hostilidades.
“En lo que concierne a un encuentro entre ambos presidentes, hemos dicho desde el principio que será posible cuando haya un acuerdo (…). Esa reunión podría ser multilateral, con la participación de los Estados garantes”, precisó. “Tras las discusiones substanciales de hoy, acordamos y proponemos que ese encuentro se realice para rubricar el acuerdo”, concluyó.
Pero Ucrania está decidida a aceptar esa neutralidad solo si obtiene un “acuerdo internacional” para garantizar su seguridad, rubricado por varios países que actúen como garantes. Para Kiev, la neutralidad significaría renunciar a adherir a la OTAN, la línea roja establecida por Moscú. Según el jefe de negociadores ucranianos, David Arakhamia, esas garantías otorgadas por los países occidentales deben aportar el mismo tipo de protección que el artículo 5 de la Alianza Atlántica, el cual estipula que un ataque contra uno de sus miembros es un ataque contra todos.
Kiev propone que esas garantías no cubran en forma inmediata a Crimea, anexada en 2014 por Rusia, ni los territorios bajo control de los separatistas prorrusos desde la misma época.
Esos diferendos deberían ser objeto de negociaciones separadas.
Es probable que Kiev también se comprometa a no recibir bases militares extranjeras en su territorio y a adoptar un estatus de país “no-nuclear”. Kiev también exige poder adherir libremente a la Unión Europea (UE). Una condición a la cual Rusia no se opone, precisó el negociador del Kremlin, Vladimir Medinsky, en una entrevista con la televisión estatal.
Pero esas declaraciones de buena voluntad y un aparente movimiento de tropas alejándose de Kiev y de las regiones mencionadas por Moscú fueron recibidas con extremo escepticismo y cautela por los aliados occidentales.
Para el Pentágono se trataría solo de un “reposicionamiento” de las fuerzas rusas y “no de una verdadera retirada”, según declaraciones de su vocero, John Kirby.
“Podemos confirmar que un pequeño grupo de tropas comienzan a reposicionarse. Pero debemos estar dispuestos a ver una ofensiva mayor contra otras zonas de Ucrania. Y eso no significa que la amenaza contra Kiev haya terminado”, advirtió.
“Veremos si cumplen con su palabra”, declaró a su vez en Washington el presidente Joe Biden, después de hablar por teléfono con su homólogo francés y los primeros ministros de Italia, Gran Bretaña y Alemania. “Existe un consenso sobre el hecho de que hay que esperar para ver qué ofrecerán (los rusos)”, agregó.
En el comunicado emitido después de esa conversación multilateral, los cuatro líderes occidentales afirman su “determinación a seguir aumentando el costo pagado por Rusia por su brutal ataque a Ucrania, y a seguir aportando ayuda a Ucrania para que se defienda”.
Dudas en EE.UU.
Poco después, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, fue aun más crítico al afirmar que su país “duda de la real seriedad” de Rusia en las negociaciones con Ucrania.
“No he visto nada que pueda sugerir un verdadero avance, porque no vimos signos de auténtica seriedad de parte de Rusia”, precisó Blinken en visita a Marruecos.
Dubitativos sobre las verdaderas intenciones del inesperado cambio de actitud del Kremlin, muchos expertos en estrategia estiman que podría tratarse de un doble discurso de Moscú preparado, por un lado, para justificar el fracaso de todos sus objetivos iniciales (destitución de Zelensky, toma de Kiev, “desnazificación”, etc.) y, por el otro, para conseguir de algún modo la partición de Ucrania concentrando su esfuerzo en apoderarse de todo el este y parte del sur del país.
Ese análisis parece confirmado por la declaración de Putin por la tarde, llamando a “deponer las armas” a “los nacionalistas” de Mariupol, puerto estratégico del mar de Azov sitiado hace semanas por las tropas rusas.
“Para hallar una solución a la difícil situación humanitaria de la ciudad, los nacionalistas ucranianos deben dejar de resistir y deponer las armas”, dijo Putin tras mantener una conversación telefónica de una hora con su homólogo francés, Emmanuel Macron. Ambos hombres deberían continuar los contactos, aun cuando el autócrata ruso insistió en su decisión de exigir el pago en rublos de las exportaciones de gas ruso hacia Europa.
Después del intercambio telefónico, el palacio del Elíseo anunció en París que las condiciones para lanzar en forma inminente una operación humanitaria propuesta por Francia, Grecia y Turquía para socorrer a los habitantes de Mariupol “no estaban reunidas”.
Lejos de las promesas de distensión, los bombardeos rusos continuaron cayendo sobre ciudades ucranianas. Nueve personas murieron y por lo menos 28 resultaron heridas en un ataque con misiles contra un edificio de la administración regional de Mykolaiv, ciudad del sur del país cercana a Odessa.
La jornada de este martes también estuvo marcada por las expulsiones de 21 diplomáticos rusos de Bélgica, cuatro de Irlanda y 17 de Holanda, todos acusados de espionaje.
Un poco más de 40.000 personas salieron de Ucrania en las últimas 24 horas, elevando el número total de ucranianos que huyeron de la guerra a casi cuatro millones desde que comenzó la invasión el 24 de febrero, según un cálculo de Naciones Unidas publicado el lunes.
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