Guerra Rusia-Ucrania: el escape final de uno de los últimos argentinos en Ucrania tras una odisea desde Donetsk
El rosarino Claudio Sayago pudo salir de la disputada región del Donbass junto a su familia y, tras varios días, logró cruzar la frontera hacia Rumania; “fue muy traumático”, dijo
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LVIV, Ucrania.- La voz en el teléfono de Claudio Sayago suena aliviada. Este rosarino de 45 años que intentaba desde hace días salir de una de las zonas más infernales de Ucrania, la disputada región del Donbass, en el sudeste, finalmente logró este viernes cruzar la frontera y poner a salvo su mujer ucraniana, Larissa y su hija de 10 años, Ludmila.
“La pasamos muy feo, hicimos un viaje terrible desde la ciudad de Pokrovsk, pero finalmente lo logramos gracias a la ayuda que en todo momento me brindaron la embajadora argentina en Ucrania, Elena Mikusinski; el cónsul, Yusef Saber, y el ministro Gustavo Coppa, que nos vinieron a buscar y nos esperaron del lado rumano de la frontera de Chernotvski”, contó a LA NACION.
“Logramos salvar a la familia y ahora es un alivio pensar que ya no vamos a estar escuchando el estruendo de los bombardeos, con esto ya estoy tranquilo”, destacó, hablando por teléfono con LA NACION desde un hotel de la localidad rumana de Siret.
“Lo importante es que estamos afuera y con calma me pondré a pensar cómo volver a empezar... Calculo que va a salir todo bien, lo importante es la salud, que estamos bien”, agregó este rosarino que si bien dos veces intentó radicarse en Ucrania, ya tiene decidido que nunca más lo hará. Demasiadas bombas, destrucción, guerras. Ahora sabe que quiere que su hija y mujer vivan donde hay paz.
Sayago, que había contado el sábado pasado que intentaría hacer el viaje de la salvación en tren al día siguiente, finalmente se vio obligado a cambiar su plan de evacuación, que finalmente fue a bordo de una camioneta. “El tren nunca salió y menos mal que no me quedé esperando porque la situación se puso cada vez peor. Para dar una idea, yo ayer salí de la ciudad Dnipro a las 18 locales y esta mañana, a las 6, la ciudad fue bombardeada y yo casi estuve ahí”, exclamó, evidentemente impactado.
Gracias a la embajada argentina en Ucrania -que la semana pasada debió evacuarse de Kiev y se encuentra trabajando en la frontera entre Ucrania y Rumania-, pudo pagar el viaje de salida.
“La embajada se hizo cargo de todo... ¿Cuánto costó viajar de Dnipro a la frontera? Por los tiempos que corren tampoco fue tan caro”, dijo.
En un convoy de tres camionetas con un total de 24 pasajeros, también viajaron su suegra, que también se llama Ludmila, su cuñada, Ina junto a su nene de 12, Maxim, la cuñada de su mujer, Aina y su hija Alexia, de 14.
Sayago era el único hombre del grupo, lo cual representó un serio problema durante la odisea de más de 24 horas hasta la frontera, debido al hecho de que los hombres de entre 19 y 60 años no pueden salir del país por la ley marcial. “Perdí la cuenta, pero en los 30 o 40 controles que tuvimos que sortear, tanto en el trayecto desde Pokrovsk a Dnipro, como desde Dnipro hasta la frontera, la policía preguntaba si había hombres en el vehículo, de dónde éramos y dónde íbamos, revisaban los bolsos y si no les gustaba la cara te bajaban del auto”, relató.
“Y me salvó el hecho de tener un bendito papel de la embajada escrito en ucraniano que decía que los varones argentinos podíamos salir acompañando a nuestra familia”, subrayó. “Sé que a otro argentino lo bajaron de la combi y la policía no entendía y lo salvó el tatuaje de Maradona que tenía en el brazo... Ellos acá no entienden, no sé si saben dónde queda la Argentina, pero cuando les nombrás a Maradona o Messi las cosas cambian”, comentó, con la voz aún excitada por un escape extenuante, que comenzó a las 7 de la mañana del jueves y terminó pasado el mediodía de este viernes.
¿Tuvieron miedo? “Lo pasamos feo, sobre todo cuando en el medio de la noche, no sé exactamente dónde, en medio del frío y la oscuridad, nos pararon unos tipos encapuchados, paramilitares que defienden en rondas los poblados, con Kalashnikov, que no son de confiar”, contestó.
“Aunque lo más feo -confesó- fue salir de mi ciudad, dejar mi casa, recorrer poblados con las escuelas tapiadas con bolsas de arena, ver las colas de gente intentando sacar plata, el éxodo... Una pena..”.
“Y lo más triste fue llegar a la frontera, ver chicos, familias que se separan, miles de personas que dejan atrás todo”, añadió. Una herida que va a quedar para siempre, admitió Sayago, que ya había dejado el país en 2014 por la guerra estallada en el Donbass después de la toma de Crimea por parte de Rusia. “De esto no me olvido nunca más en la vida. En el 2014 fue duro, pero esto fue mucho más traumático. Lo único que me consuela es que mi hija no vio toda la destrucción y la muerte que todo el mundo está viendo por TV, porque la protegí de eso... Pero tengo amigos que me contaron que la ciudad de Mariupol, por ejemplo, fue arrasada, desapareció...”, denunció, sin ocultar su espanto.
¿Y ahora qué? “No sé. No tengo idea. La embajadora me dijo que descansemos dos días acá en Siret, después iremos a Bucarest y entonces veremos para qué lado ir. Lo importante es que salí, que puse a salvo a mi familia”.
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