Guerra Rusia-Ucrania. El colapso del “granero de Europa”, en primera persona: “Esto va a llevar a una hambruna en todo el mundo”
El dueño de una exportadora en Odessa habló con LA NACION sobre impacto del bloqueo del estratégico puerto de esa ciudad en la economía local, pero también en el comercio internacional
ODESSA.- Sigue siendo una ciudad fascinante, con una historia legendaria sobre sus espaldas, una espléndida arquitectura de edificios neoclásicos, su Teatro de la Ópera, sus museos. Pero Odessa, la reina del Mar Negro, en la mira de Vladimir Putin desde hace diez semanas, ya no es lo que era.
Debido a la lluvia de misiles que, desde la cercana Crimea y desde el mar, caen casi a diario, mitad de su población se ha ido. Y su puerto comercial, el mayor de Ucrania, se encuentra bloqueado, algo que ha provocado una verdadera catástrofe económica. Evidente en las calles desoladas del centro histórico de Odessa, adyacente al puerto, que se encuentra totalmente militarizado e inaccesible desde hace dos meses porque es un objetivo estratégico, la catástrofe va más allá de esta ciudad. Como desde este puerto sale al mundo la gran mayoría de las exportaciones, afecta a todo el país y tiene enormes repercusiones en el resto del mundo porque Ucrania siempre ha sido “el granero de Europa”, uno de los mayores exportadores de materias primas del planeta.
“Antes del estallido de la guerra, a través de sus puertos, que incluían también el de Mariupol (ciudad sobre el Mar de Azov devastada), Ucrania exportaba a todo el mundo 5 millones de toneladas por mes y 60 millones de toneladas por año”, explica a LA NACION Hleb Zhyvora, dueño de Norma Trade, empresa de Odessa que exporta granos a China y a varios países de Europa y les vende especialmente a multinacionales como Cargill y Dreyfus y a Kernel, la empresa número uno de Ucrania de aceite de girasol.
Con la guerra hubo un cambio dramático. “Está todo bloqueado y Ucrania está apenas exportando un máximo de 600.000 toneladas por mes, por vía terrestre, a través de camiones y por vía ferroviaria, con trenes, a través de Rumania y Bulgaria, algo que implica una diferencia enorme”, agrega, hablando desde su despacho del segundo piso de un edificio de oficinas que, en su entrada, ostenta bolsas de arena, pilas de neumáticos y bloques de cemento.
Hleb, que tiene 28 años, habla varios idiomas y estudió Administración Internacional de Empresas en la Universidad de Kiev, es más que consciente que pasar de exportar 6 millones de toneladas por mes a 600.000 es un desastre. “Es una catástrofe para todos los agricultores ucranianos, para todas las empresas que trabajan en Ucrania y para las compañías que trabajan en el exterior, que no podrán comprar la cantidad necesaria de alimentos, así que vamos a ver luego una crisis mundial de alimentos”, advierte.
Ahora sirenas 🚨 y campanas en Odessa (21.28) #UkraineUnderAttack pic.twitter.com/ukavPYlaqt
— Elisabetta Piqué (@bettapique) May 5, 2022
Su compañía, que tiene siete empleados que siguen cobrando sueldo y trabajan remoto porque, debido a la debacle, hay menos para hacer, de exportar 30.000 toneladas por mes pasó a exportar 2000. ¿Hasta cuándo podrá sobrevivir? “No más de seis meses”, calcula Hleb, que no oculta su preocupación por los recientes ataques rusos contra la infraestructura ferroviaria y energética del país, que repercute en las escasas exportaciones terrestres. Y que ya se nota en las calles donde la nafta está siendo cada vez más racionalizada: la gente ahora sólo puede cargar 10 litros -hasta hace poco eran 20-, después de hacer colas de varias horas en las estaciones de servicio.
Local cerrado
El colapso provocado por una guerra que nadie sabe cuándo terminará, que derivó en una crisis de refugiados que afecta a más de 10 millones de ucranianos, miles de muertes de civiles y una destrucción por la que muchos piensan que ni siquiera un Plan Marshall será suficiente, por supuesto no se limita al sector exportador.
El padre de Hleb, Nikolai, es dueño de una elegante tienda de ropa del centro histórico que se encuentra en la zona ahora inaccesible salvo para los residentes y pesadamente militarizada con barricadas, erizos checos y decenas de uniformados armados hasta los dientes. Se trata del barrio más elegante y coqueto de Odessa, que ahora luce totalmente desierto y donde se encuentra la famosa escalinata Potemkin -que hizo célebre El acorazado Potemkin, la famosa película del cineasta Sergei Eisenstein-, que lleva al puerto, que también luce desolado.
Su tienda, que justo está frente a un chek-point, también se encuentra cerrada desde hace 10 semanas. “Nuestra vida, así, es una gran catástrofe. Odessa ya no es lo que era. Nosotros antes teníamos una buena vida, muy alegre, aquí... Nos reíamos, vivíamos y nos sentíamos bien. Ahora no hay trabajo, está todo cerrado, todos están nerviosos, hay miedo, todas las noches hay ataques a la ciudad, la gente duerme mal”, dice Nikolai, cuya mujer Olga y su hijo menor, se encuentran en Letonia y forman parte de los más de 5 millones de ucranianos que se han refugiado en el exterior.
Justo mientras muestra su tienda cerrada, con maniquíes desnudos y algunas cajas de mercadería que está por llevar a otro negocio, suena su teléfono celular. Es su mujer, Olga, que le muestra en una videollamada a su hijo menor, German, de 10 años, mientras toca en el piano una famosa canción patriótica ucraniana. Nikolai está a punto de quebrarse. “Perdón, pero no los veo desde hace más de dos meses y los extraño mucho”, se disculpa.
“Hambruna”
Para su hijo mayor, Hleb, si bien Putin no conquistó Odessa, uno de sus grandes objetivos, ya logró, de facto, otro gran objetivo: el de dejar a Ucrania sin acceso al mar.
“Él ya lo logró, él bloqueó los puertos ucranianos, bloqueó las exportaciones ucranianas lo más posible y esto va a llevar a una hambruna de todo el mundo”, denuncia, al recordar que Ucrania era un país líder en la exportación de granos y alimentos, es decir, de aceite de girasol, de maíz, de trigo. “Ahora está todo bloqueado”, insiste, moviendo la cabeza.
Denuncia, por otro lado, que en la ciudad portuaria de Kherson, que queda unos 200 kilómetros al este y que fue tomada por los rusos, varios cargamentos de granos que estaban listos para partir, fueron robados y llevados a Rusia. “Además, destruyeron silos que guardaban 300.000 toneladas de granos... Ahora deberíamos tener la cosecha, pero va a ser imposible tanto en esa región, como en las de Kiev, Cherniv y Mykolaiv... Y esto también llevará a la hambruna”, asegura este joven empresario, que es reservista y que ayuda con donaciones tanto al ejército ucraniano, como a la Cruz Roja, según cuenta.
¿Cuándo cree que terminará esta guerra en el corazón de Europa que ha trastocado al mundo? “Al principio de la guerra dijimos ‘esperemos 2 o 3 semanas’, después, otras 2 o 3 semanas, ahora esperamos el 9 de Mayo (aniversario de la victoria de la URSS sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial), pero quizás hará falta más tiempo para que llegue el fin. Quizás tendremos que esperar hasta fin de año. No conozco los planes del nuevo Hitler”, contesta Hleb, que está convencido de que todo se resolverá cuando las fuerzas rusas se retirarán de los territorios que han ocupado.
“Si dejan nuestras tierras y dejan de bombardear, calculo que en dos o tres meses Ucrania va a poder volver a exportar como antes”, asegura. “Pero desconozco las ambiciones de Putin y ya vimos cómo en 2014 él no se detuvo después de anexar Crimea. Dicen ahora que quiere llegar hasta acá, hasta Odessa, que quiere tomar Mykolaiv y nadie sabe cuándo se detendrá”, afirma. “Lo único que sé -cierra-, es que los ucranianos vamos a combatir hasta el final, llegado el caso, yo también voy a tomar las armas para defender a Odessa, mi ciudad, y que es mejor detener a Putin ahora porque, si no, esto puede llegar a degenerar en una nueva Guerra Fría que podrá durar años”.