Guerra Rusia-Ucrania: cómo la imagen del temerario ejército ruso se hizo pedazos en dos semanas
Los soldados están desmoralizados y afectados por la escasez de combustible y alimentos; sin embargo, la mayoría de los expertos opina que Rusia finalmente doblegará a las tropas ucranianas
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CONSTANTA.- Si hablamos de guerra, “el tamaño importa”, dicen los generales.
Pero casi dos semanas después de la invasión del presidente Vladimir Putin a Ucrania —la mayor guerra en territorio europeo desde 1945—, la imagen del ejército ruso como una fuerza que los demás países debían temer, y hasta emular, se hizo pedazos.
El ejército de Ucrania, ínfimo en casi todos los aspectos frente a las fuerzas militares de Rusia, de alguna manera se las ha arreglado para frustrar a su oponente. Según las estimaciones más conservadoras del gobierno norteamericano, los soldados ucranianos han dado muerte a más de 3000 soldados rusos.
Según esas mismas fuentes y en base a evaluaciones secretas de la inteligencia norteamericana, Ucrania derribó aviones militares que transportaban paracaidistas rusos, tumbó helicópteros y abrió agujeros en la caravana de blindado rusos, utilizando misiles antitanque estadounidenses y drones armados suministrados por Turquía.
Los soldados rusos están desmoralizados y afectados por la escasez de combustible y alimentos. Los funcionarios occidentales dicen que algunas tropas rusas llegaron a Ucrania con sobres de MRE (“comida lista para comer”, según sus siglas en inglés) vencidos desde el año 2002, y otros se habrían rendido y saboteado sus propios vehículos para evitar tener que combatir.
Por supuesto que la mayoría de los expertos militares dice que Rusia finalmente doblegará al ejército de Ucrania. Con más de 900.000 soldados en servicio activo y 2 millones de reservistas, el ejército ruso es ocho veces más grande que el de Ucrania. Rusia tiene aviones de combate avanzados, una armada formidable y marines capaces de realizar aterrizajes anfibios múltiples, como lo demostraron al principio de la invasión, cuando se lanzaron desde el Mar Negro y de allí avanzaron hacia la ciudad de Mariupol.
Y los gobiernos occidentales, que ya se han referido abiertamente a las falencias militares de Rusia, hacen correr la voz para terminar de dinamitar la moral rusa y reforzar la de los ucranianos.
Cada día que el presidente Volodimir Zelensky resiste en su cargo, las escenas de una Rusia frustrada y golpeando, pero sin lograr derrotar a un adversario mucho más pequeño, dominan las pantallas en todo el mundo.
El resultado: los militares en Europa que antes temían a Rusia dicen que las fuerzas terrestres del Kremlin ya no los intimidan como en el pasado.
Lagunas en la estrategia
Que Rusia haya abandonado tan rápidamente los ataques quirúrgicos y haya pasado a matar civiles a la fuga también puede complicar las chances de Putin de ganar si la guerra se prolonga. Las tácticas brutales tal vez logren desbaratar las defensas de Ucrania, pero es seguro que alimentarán una sangrienta insurgencia que podría empantanar a Rusia durante años, según los analistas militares. Para colmo, Rusia ha dejado expuestas ante sus vecinos europeos y rivales estadounidenses las lagunas en su estrategia militar, que pueden explotarse en futuras batallas.
“Al final, este enorme ejército o fuerza militar no es tan enorme”, dijo el teniente general Martin Herem, jefe de defensa de Estonia, durante una conferencia de prensa en una base aérea en el norte de Estonia, junto al general Mark A. Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos.
En una entrevista con un periódico local, el jefe de la fuerza aérea de Estonia, el brigadier general Rauno Sirk, fue aún más contundente en su evaluación de la fuerza aérea rusa: “Cuando miro lo que tengo enfrente, no veo a un verdadero adversario”.
Gran parte de los más de 150.000 soldados rusos, casi todos conscriptos, desplegados en Ucrania están atascados al norte de Kiev. Se esperaba que la ciudad nororiental de Kharkiv cayera a las pocas horas de la invasión, pero sigue en pie a pesar de la lluvia de cohetes y fuego de artillería.
Todos los días los funcionarios del Pentágono se ocupan de recalcar que las fuerzas armadas de Rusia pronto corregirán sus errores, tal vez cortando las comunicaciones en todo el país, para desconectar a Zelensky de sus comandantes militares. Rusia también puede intentar tumbar el sistema bancario de Ucrania, o partes de la red eléctrica, para aumentar la presión sobre la población civil y obligar al gobierno a capitular.
Los funcionarios occidentales dicen que de todos modos un Putin frustrado tiene el poder de fuego para dejar Ucrania literalmente reducida a escombros, aunque estaría destruyendo el premio que aspira conquistar. El despliegue de ese tipo de fuerza expondría no solo los errores de cálculo del Kremlin al lanzar una invasión compleja desde tres frentes, sino también los límites de la supuesta reforma y puesta a punto de las fuerzas militares de Rusia.
Durante su visita a los países de Europa del Este que temen enfrentarse a las fuerzas armadas de Putin, a Milley le hicieron las mismas preguntas. ¿A qué se debe el pésimo desempeño de las fuerzas rusas en los primeros días de la guerra? ¿Por qué juzgaron tan mal a la resistencia ucraniana?
Su respuesta ante los periodistas en Estonia fue muy cuidadosa: “Estamos frente a una gran invasión de varios ejes y armas combinadas al segundo país más grande de Europa, Ucrania, por aire y tierra, de fuerzas especiales y fuerzas de inteligencia rusas”, pasó a describir algunos de los bombardeos de Rusia y habló de su preocupación por sus “disparos indiscriminados” sobre civiles.
“Es demasiado pronto para sacar algún aprendizaje definitivo”, agregó. “Pero una de las lecciones más evidentes es que la decisión de un pueblo, la determinación del pueblo ucraniano y la importancia del liderazgo nacional y las habilidades de combate del ejército ucraniano se han hecho oír fuerte y claro”.
Si bien los problemas del ejército ruso son reales, la visión sobre la lucha que tiene la opinión pública está sesgada por lo que ocurre en el campo de batalla de la información. Rusia sigue decidida a minimizar la guerra y proporciona poca información sobre sus victorias o derrotas, lo que contribuye a que la imagen sea incompleta.
Pero la disección del desempeño militar ruso que surge de entrevistas con decenas de funcionarios de Estados Unidos, de Ucrania y de la OTAN revela un ejército de conscriptos jóvenes e inexpertos sin poder de decisión, y cuadros de suboficiales que tampoco están autorizados a hacerlo. El liderazgo militar de Rusia, con el general Valery Gerasimov a la cabeza, está demasiado centralizado, y sus lugartenientes tienen que pedirle permiso hasta para las decisiones más insignificantes, dicen las mismas fuentes de Occidente y Ucrania.
Además, hasta el momento los altos oficiales rusos se han mostrado reacios a correr riesgos.
Esa cautela, por ejemplo, explicaría por qué la fuerza aérea de Rusia todavía no se adueñó de los cielos de Ucrania. Ante el mal tiempo en el norte de Ucrania, los oficiales rusos dejaron en tierra algunos aviones y helicópteros de ataque y obligaron a otros a volar a baja altitud, dejándolos vulnerables a las armas tierra-aire de Ucrania, dijo un alto funcionario del Pentágono.
“La mayor parte de la capacidad militar rusa todavía está al margen”, dice Michael Kofman, director de estudios rusos del instituto de investigaciones de defensa CNA. “El uso de la fuerza es completamente irracional, los preparativos para una guerra real fueron casi inexistentes y la moral de las tropas es increíblemente baja, porque queda claro que nadie les avisó que los mandaban a una lucha como esta.”
Pero al final, los oficiales militares repiten que el tamaño es importante.
“El avance ruso es pesado, pero también implacable”, dijo el viernes pasado el general retirado Philip M. Breedlove, excomandante aliado de la OTAN para Europa, en un evento virtual de la Conferencia Atlántica para tratar esta crisis. “Y todavía les queda mucha fuerza para desatar.”
Por Helene Cooper, Eric Schmitt y Julian E. Barnes
Traducción de Jaime Arrambide
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