Juan Guaidó fue recibido por Trump y se anotó un éxito en su gira internacional
El opositor venezolano se reunió con el presidente tras recibir el apoyo de demócratas y republicanos en el Congreso
CARACAS.- Veinte años no es nada, pero un mes puede ser mucho tiempo. Que se lo digan a Juan Guaidó. Muy poco tiene que ver el líder opositor fortalecido que ya prepara su regreso a Venezuela con el dirigente debilitado que empezó el año ahogado en un mar de dudas. Las incógnitas persisten ante el tamaño del Goliat revolucionario, pero no queda ninguna sobre quién es el líder con mayor aceptación dentro y fuera del país.
El presidente de la asaltada Asamblea Nacional (AN) culminó su gira internacional con una victoria más que contundente, como colofón a una sucesión histórica de éxitos. Su maletín de viaje rebosa gracias a la rotunda lista de apoyos concluyentes: Donald Trump; republicanos y demócratas; el canadiense Justin Trudeau; la alemana Angela Merkel; el francés Emmanuel Macron; el británico Boris Johnson; el colombiano Iván Duque, y el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, confirmaron el respaldo internacional.
El líder con arrastre auténtico, aclamado por las diásporas en Madrid, Miami y Londres, también confirmó que sigue siendo la principal apuesta, y única, de los aliados del exterior. Y protegido de cara a la vuelta a la patria. "Cualquier daño que se pueda causar a Guaidó a su regreso a Venezuela tendrá consecuencias muy significativas", advirtió el vicepresidente estadounidense, Mike Pence.
Ese regreso se hubiera cargado de incertidumbre sin el sonoro espaldarazo del presidente estadounidense, que situó anteanoche a Guaidó en el centro de su discurso del Estado de la Unión. El reconocimiento se prolongó con la "visita de Estado" de ayer a la Oficina Oval, dos citas con un objetivo: confirmar que Estados Unidos aún es, pese a todo lo que se diga, su principal aliado en medio de la tempestad.
A falta de confirmar el viaje a Brasil para reunirse con el presidente Jair Bolsonaro, Guaidó avanzó sus alfiles en los tableros internos y externos, incluso con más fuerza al multiplicarse la repercusión por unos encuentros de los que muchos dudaban. La administración Trump jugó a la sorpresa y le salió bien. Las críticas de chavistas y radicales opositores y las dudas en el seno de la Mesa de la Unidad Democrática quedaron así aplacadas o cambiaron necesariamente de dirección.
Las sentencias del mandatario republicano ("Maduro es un gobernante ilegítimo, un tirano que tortura a su gente", "el dominio de la dictadura de Maduro va a ser aplastado y roto") y la ovación en el Capitolio de republicanos y demócratas ya forman parte de la historia del desafío al régimen revolucionario.
Incluso fue Nancy Pelosi, líder demócrata de la Cámara de Representantes, una de las primeras en levantarse y aplaudir al presidente de la AN, a pesar de sus encontronazos con Trump.
Unidad
"Lleve el mensaje a Venezuela de que Estados Unidos está unido en su lucha por la libertad de Venezuela", dijo Trump. Un mensaje de unidad que el líder opositor respondió en su primera declaración tras la noche histórica a través de sus redes sociales: "¡Estamos unidos, presidente Trump! Me llevo el compromiso y apoyo de los Estados Unidos hacia nuestra lucha para lograr la libertad de Venezuela".
Las primeras medidas comenzaron a asomarse ayer. Estados Unidos anunció que profundizará su estrategia de sanciones contra petroleras internacionales, sobre todo contra la rusa Rosneft. En el punto de mira también está la española Repsol, a la que el chavismo habría ofrecido participar en una privatización parcial de Petróleos de Venezuela, según la agencia Bloomberg.
La presión contra la India, una de las beneficiadas con las triangulaciones para evitar sanciones, también se vislumbra.
"Es muy fácil caer en la ola optimista que ya hubo en 2019. La clave será la repercusión que tenga la gira en Venezuela y las acciones adicionales que anuncie Estados Unidos. Estarían dispuestos a sancionar a empresas que sigan teniendo vínculos con el régimen de Maduro", subrayó desde Washington el internacionalista Mariano de Alba.
La beligerancia de Trump cayó como una bomba en el Palacio de Miraflores. El canciller Jorge Arreaza lo descalificó duramente ("charlatán soberbio con ínfulas de emperador"), pese a que su gobierno intentó en los últimos días acercarse a Washington, incluso al contratar a un lobby por 12 millones de dólares. "Expresiones injerencistas y groseras intromisiones", según el canciller bolivariano, de quien pretende "dominar el mundo entero a partir del engaño".
El acercamiento iniciado por Maduro queda hecho pedazos apenas comenzado, pese a que el "presidente pueblo" entonó la semana pasada una autocrítica con guiño incluido, de claro sesgo electoral: "Hay cosas que están mal y no es por culpa de Trump". Un mensaje que ahora vuelve a sonar muy lejos.
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