Grossi, el discreto argentino que gana protagonismo en uno de los mayores conflictos globales
Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), tiene la díficil misión de salvar el acuerdo entre Irán y las potencias mundiales
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Desde que Joe Biden llegó a la Casa Blanca, Washington están en un constante tira y afloja con Irán. A la defensiva, los dos países se mueven cautelosos después de las turbulencias de la era Trump y no definen quién dará el primer paso para remendar sus relaciones.
En medio de este berenjenal geopolítico, un argentino juega un papel clave. Se trata de Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que en febrero, logró un acuerdo in extremis con Teherán, que le permitirá a organización de la ONU monitorear el programa nuclear islámico por tres meses.
En otras palabras, Grossi ganó tiempo para salvar el acuerdo firmado en 2015 por Teherán y seis potencias mundiales. El acuerdo buscaba evitar que Irán fuese capaz de desarrollar armas nucleares, un objetivo que la república islámica niega tener. Pero Donald Trump retiró al país del pacto en 2018 y restableció las sanciones contra Irán. Molesto por las sanciones, Teherán empezó a enriquecer uranio por encima de los niveles permitidos por el acuerdo y restringió oficialmente las inspecciones internacionales en sus instalaciones nucleares.
Tras el acuerdo provisional, Grossi ahora apunta al premio mayor: restablecer el acuerdo. ¿Es posible? “Se necesitan dos para bailar el tango”, dijo hoy –en una referencia muy argentina- cuando legisladores europeos le preguntaron en una videoconferencia sobre la insistencia de Irán en que Estados Unidos dé el primer paso y abandone las sanciones.
El jefe de la OIEA sugirió que el pacto sigue siendo posible, pero ambas partes deben estar preparadas para negociar. “Incluso si tuvieras una varita mágica o la mano de Dios y dijeras que volvemos mañana, habrá que hacer muchas tareas domésticas”, agregó.
¿Quién es Grossi?
Nunca un argentino ocupó un cargo diplomático tan relevante en la escena internacional, pero a Grossi le sobra experiencia. De 60 años y especialista en tecnologías nucleares, ciencia nuclear y aplicaciones nucleares, asumió como director de la OIEA en diciembre de 2019. Es el primer director general del organismo que proviene de América Latina. Su mandato es por cuatro años, pero no hay un límite de reelección en el organismo y es probable que el argentino se quede por más tiempo.
Es licenciado en Ciencias Políticas, egresado de la UCA; tiene una maestría en Relaciones Internacionales y un doctorado en Historia y Política Internacional, ambos de la Universidad de Ginebra. Habla inglés, francés, alemán e italiano.
Además de ser un diplomático de carrera con más de 35 años de experiencia profesional, se formó en Centro Atómico de Ezeiza y en el Invap. En 1993, participó como negociador de Argentina en el Tratado de prohibición de Armas Químicas, que se firmó ese año.
En 2002, Grossi fue nombrado jefe de gabinete de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), con sede en La Haya. Allí asumió tareas muy delicadas, en especial las referidas al cumplimiento por parte de los Estados miembros, incluida la verificación de la destrucción de las reservas de armas químicas.
En 2015, presidió la Conferencia Diplomática sobre la Convención de Seguridad Nuclear, un hito diplomático convocado para revisar las cuestiones de seguridad nuclear después del accidente en la central nuclear de Fukushima en 2011. Allí, Grossi pudo salvar las diferencias entre los Estados contratantes en cuestiones delicadas y muchas veces divisorias sobre seguridad nuclear, y logró la aprobación unánime de una declaración sobre seguridad nuclear.
En 2016 ya sonaba como posible sucesor del japonés Yukiya Amano al frente de la agencia, pero en ese entonces la excanciller Susana Malcorra se postulaba a la Secretaría General de las Naciones Unidas (ONU) y el gobierno tenía la atención puesta en apoyar esa candidatura.
En julio de 2019 falleció Amano cuando estaba en su tercer periodo como director del organismo y a fin de año Grossi fue elegido. En una entrevista con LA NACION en octubre de ese año dijo que su prioridad era el conflicto iraní.
“Lo primero será empaparme del estado en el que estamos con Irán. Una cosa es opinar desde afuera aunque conozcas el tema y tengas mucha información, pero la información de los inspectores es indispensable. Mi primera prioridad será esa y tomar contacto con los iraníes”, sostuvo.
Nacido en el barrio porteño de Almagro, tiene ocho hijos de dos matrimonios y está casado con la diplomática argentina Cinthia Echavarría.
El nombre de Grossi sonó fuerte en el país tras la desaparición del submarino ARA San Juan. Como representante de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, el diplomático fue quien sugirió que la “anomalía hidroacústica” registrada en el océano pacífico poco después de que se iniciara la búsqueda podía tener una vinculación con el navío. Y así fue.
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