Grieta demócrata: una pelea entre Sanders y Warren crispa la interna en EE.UU.
WASHINGTON.- Cuando faltan tres semanas para el inicio de las primarias presidenciales en Estados Unidos, la interna demócrata aparece tan abierta e indefinida como al inicio de la campaña. Cuatro candidatos han logrado despegarse en las encuestas del resto del elenco de figuras: Joe Biden, Bernie Sanders, Elizabeth Warren, y Peter Buttigieg. Pero ninguno de ellos supera el 30% de apoyo o ha sacado aún una clara ventaja a los demás, y el tardío ingreso de Mike Bloomberg y su inagotable chequera puede llegar a trastocar toda la contienda.
En Iowa, la primera cita del calendario electoral, y una elección crucial que puede llegar a definir el tono del resto de la interna, Biden y Sanders están virtualmente empatados, y Buttigieg y Warren aparecen muy cerca de ellos, según el promedio de encuestas del sitio FiveThirtyEight.
Ninguno de los cuatro punteros muestra aún la solidez suficiente para terminar de imponerse. Biden se ha mantenido al tope de los sondeos, y, para muchos, es el candidato mejor posicionado para derrotar a Donald Trump . Pero su campaña parece un tanto apagada, y sin la organización y los recursos necesarios para sostener una disputa larga, como algunos prevén. Sanders acarrea el mismo problema de 2016: muchos lo ven con simpatía, pero sin posibilidades alguna de ganar. Warren, quien montó una campaña sólida y ha intentado mostrarse como la candidata que puede cerrar la grieta partidaria entre moderadores y progresistas, se desinfló en las encuestas. Y Buttigieg, la gran sorpresa de la interna, tiene un problema similar a Sanders: aunque genera simpatías, muchos dudan que pueda llegar.
La interna demócrata aparece agobiada por una pregunta: ¿quién puede ganarle a Trump?
La dureza de la campaña ya se cobró a varias figuras. La senadora Kamala Harris, el exalcalde de San Antonio, Texas, Julián Castro -el único hispano que entró a la pelea-, el senador Cory Booker y el excongresista Beto O’Rourke, todas estrellas en ascenso en el Partido Demócrata, quedaron en el camino antes del primer voto.
En la recta final a Iowa, la interna dejó también de lado los buenos modales que habían caracterizado a la competencia durante todo el año anterior con una pelea de alto impacto entre los dos líderes del ala progresista del partido, Sanders y Warren.
El primer roce ocurrió el fin de semana, cuando Warren acusó a Sanders de enviar a los voluntarios de su campaña a "ensuciarla", al afirmar que habían salido a decir que ella sólo atraía a los votantes más educados, y era incapaz de formar una coalición amplia. Sanders lo desmintió rotundamente. El segundo cruce, ayer, fue mucho más fuerte: CNN indicó en un artículo que en un encuentro secreto a fines de 2018, en Washington, Sanders le dijo a Warren que una mujer no podía ganar la elección presidencial de 2020.
La historia de CNN circuló ayer con fuerza en las redes sociales, donde varios periodistas hicieron hincapié en un detalle: mientras Sanders había desmentido de manera tajante la historia, al llamarla "ridícula", la campaña de Warren se había limitado a decir "sin comentarios". Durante todo el día Sanders y su campaña reforzaron la ofensiva contra la historia, al reiterar, una y otra vez, que todo era mentira. Por la noche, Warren confirmó la reunión y la historia: "Yo pensé que una mujer podía ganar; él disintió", indicó en un comunicado.
Grieta progresista
La pelea entre Warren y Sanders abrió una inesperada grieta en la interna, al poner fin a un pacto de "no agresión" entre los dos íconos progresistas del Partido Demócrata, quienes durante todo un año evitaron atacarse o chicanearse. Ambos defendieron contra los "moderados" una de las propuestas políticas más radicales de la campaña: "Medicare Para Todos", una profunda reforma del sistema de salud que eliminaría a las prepagas, y las reemplazaría con un seguro de salud público.
En las últimas semanas, tras caer en las encuestas, Warren ha intentado correrse al centro y presentarse como la candidata que puede unir a la oposición. Sanders continúa firme a la izquierda del partido.
El cruce es un reflejo de la áspera competencia en la oposición para elegir a la persona que intentará desterrar a Donald Trump de la Casa Blanca, una tarea hercúlea: los dos últimos presidentes que perdieron su reelección, Jimmy Carter y George H.W. Bush, tuvieron que lidiar con crisis económicas en medio de la campaña. Hoy, la economía de Estados Unidos vuela
La pelea resucitó también un temor heredado de la campaña de 2016: que la fractura interna de los demócratas termine por entregarle -otra vez- la elección a los republicanos y a Trump. Cuatro años atrás, Hillary Clinton y Sanders se enrollaron en una interna tan dura y ácida que Clinton nunca pudo terminar de convencer a todos los votantes de Sanders a que la votaran en la elección general. Esa fractura, al final, benefició a Trump.
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