Grandes negocios, escándalos reales
El tráfico de influencias, un mal que comparten las monarquías de varios países europeos
MADRID.- La frontera entre los negocios, los asesoramientos y el tráfico de influencias ha sido difusa en algunos asuntos relacionados con miembros de las monarquías. Las casas reales de Gran Bretaña, Bélgica, Suecia y Holanda tuvieron que afrontar situaciones comprometidas de algunos de sus miembros, lo que alimentó el debate sobre la función que cumple la monarquía en algunas democracias europeas.
Andrés, el segundo hijo varón de la reina Isabel, desató la polémica por la venta de su mansión en el campo a un magnate de Kazakhstán por 19 millones de euros. El empresario Kenes Rakishev, yerno de un ex primer ministro de la ex república soviética, pagó casi cuatro millones por encima del precio de salida para adquirir la que fue la residencia de Andrés y Sarah Ferguson, ahora divorciados.
El dato tiene especial relevancia porque cuando se selló la operación, el pasado verano, no había otros interesados en comprar el fabuloso inmueble. El palacio de Buckingham intentó refutar las acusaciones de que Andrés -cuarto en la línea de sucesión al trono- explotó su condición de embajador del comercio británico para desprenderse de una casa que llevaba cinco años en el mercado.
Meses después, su ex esposa, la duquesa de York, fue grabada con una cámara oculta mientras aceptaba un soborno. En el video publicado por el extinto tabloide News of the World se veía a "Fergie" recibiendo 575.000 euros de un periodista convertido en supuesto empresario a cambio de concertar una entrevista con el príncipe Andrés.
Lorenzo de Bélgica, el tercer hijo de los reyes Alberto y Paola, acaba de ser objeto de un documental que arroja luz sobre aspectos nada favorecedores del benjamín de la familia real. Todo a partir del enfrentamiento entre Lorenzo y Alberto por un viaje no autorizado al Congo realizado en marzo por el príncipe. El soberano y el primer ministro le habían indicado que no lo hiciera. El castigo por la desobediencia del 12º en la sucesión al trono fueron seis meses de ostracismo público de la familia real.
Pero ahí no acaban los problemas del príncipe. El reportaje revela su complicada relación con las mujeres y su pasión enfermiza por el dinero. En 2007 se convirtió en el primer príncipe en declarar como testigo en un caso de desvío de fondos a su favor. Aunque fue exonerado, Alberto II manifestó en el discurso de Navidad de aquel año que los beneficiarios del fraude deberían devolver el dinero. Fue el soberano quien cubrió el agujero dejado por su hijo.
Vacaciones exóticas
A pesar de la enorme popularidad de los príncipes herederos de Holanda, Guillermo y Máxima han recibido muchas críticas por su afición a las vacaciones exóticas y las villas costosas. Hace un año, pagaron una parte de la casa que mandaron construir en Mozambique, a un agente inmobiliario de dudosa reputación. Si bien Guillermo y Máxima abonaron sus impuestos, el intermediario disponía de una cuenta en la isla de Jersey, un paraíso fiscal. La propiedad está ahora a la venta tras la polémica que provocó su compra.
En tanto, en Suecia, la popularidad del rey Carlos Gustavo descendió un 30% luego de un año salpicado por los escándalos, tras las revelaciones sobre su vida amorosa extramatrimonial. La cantante Camilla Henemark, ex vocalista de una popular banda de pop sueco de los 80, habló de su relación de un año con el monarca y reveló detalles sobre su relación.
La prensa sueca afirma a que los reyes de Suecia estuvieron cerca de separarse en los 90 y que las operaciones a las que supuestamente se somete la reina Silvia en Brasil obedecen a su deseo de parecer más joven. El rey sueco se vio obligado a abordar el asunto públicamente. "He leído algunos titulares que no han sido agradables, he hablado con la reina. Pasamos la página, porque estos asuntos ocurrieron hace mucho tiempo", explicó.
© El País, SL