Gran Bretaña revela el presunto plan de Rusia para Ucrania: un “gobierno títere”
Según un informe británico, el Kremlin “tiene la intención de instalar un dirigente pro-ruso en Kiev”; el gobierno de Putin lo desmintió
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PARIS - La situación empeora de hora en hora entre occidentales y Rusia en torno al conflicto ucraniano. La OTAN, Bulgaria y Rumania rechazan las exigencias rusas de retirar tropas de la Alianza Atlántica de esos dos países y Moscú amenaza con “graves consecuencias” si no obtiene satisfacción. En las últimas horas, Gran Bretaña acusó a su vez al Kremlin de haber planificado la invasión de Ucrania para instalar un presidente fantoche, publicando incluso una lista de candidatos pro-rusos para el puesto.
“Llamamos al Foreing Office a que cese de propagar absurdos”, reaccionó ayer el ministerio ruso de Relaciones Exteriores en Twitter.
En un comunicado abrasivo, la responsable de la diplomacia británica, Liz Truss, denunció el sábado “la amplitud de la actividad rusa con el objetivo de desestabilizar a Ucrania”.
“Según nuestras informaciones, el gobierno ruso tiene la intención de instalar un dirigente pro-ruso en Kiev, mientras organiza la invasión y la ocupación de Ucrania”, afirmó.
NEW: We will not tolerate Kremlin plot to install pro-Russian leadership in Ukraine.
— Liz Truss (@trussliz) January 22, 2022
The Kremlin knows a military incursion would be a massive strategic mistake & the UK and our partners would impose a severe cost on Russia. https://t.co/XfxSlQqMt9
El ministerio británico agregó que “el exdiputado ucraniano, Evgueni Muraiev es considerado como un candidato potencial”. Pero no es el único: los servicios de inteligencia rusos mantienen “relaciones con numerosos ex hombres políticos ucranianos”, prosigue el texto, que lista a numerosos responsables del periodo en que el expresidente pro-ruso Viktor Ianukovitch estaba en el poder entre 2010 y 2014.
En pie de guerra, el gobierno de Kiev reaccionó ayer a esas afirmaciones, asegurando que Ucrania “continuará” desmantelando todo grupo pro-ruso.
“Nuestro Estado continuará su política de desmantelamiento de toda estructura oligárquica y política que pueda trabajar a favor de la desestabilización de nuestro país o que sea cómplice de sus ocupantes”, declaró Mykhaïlo Podoliak, consejero del jefe de la administración presidencial ucraniana.
Estados Unidos calificó ayer esas declaraciones de “profundamente preocupantes”.
“El pueblo ucraniano tiene el derecho soberano de determinar su propio futuro, y nosotros estamos junto a nuestros socios democráticamente elegidos en Ucrania”, afirmó Emily Horne, portavoz del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca.
Las acusaciones británicas se producen en momentos en que la administración Biden y la Unión Europea (UE) intentarán mostrar este lunes un frente unido frente a Rusia en la crisis. Para ello, el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, participará hoy —en forma virtual— en el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores de la UE. El viernes en Ginebra, Blinken había solicitado pruebas a su homólogo ruso, Serguei Lavrov, de que Moscú no tiene intensiones de invadir Ucrania, retirando las tropas de la frontera.
Un hecho inesperado vino a turbar ese “operativo de unidad occidental” este fin de semana, cuando el jefe de la marina alemana, Kay-Achim Schönbach, se vio obligado a renunciar después de calificar de “inepcia” la idea de que Rusia quiera invadir Ucrania, durante una conferencia en Nueva Delhi: “Lo que quiere Vladimir Putin es ser respetado”, dijo el militar provocando la ira de Berlín y de Kiev.
Además de mostrar un frente unido, los occidentales tratan de reafirmar que no dudarán adoptar severas e inmediatas sanciones contra Moscú, si Putin decidiera agredir nuevamente su vecina ex república soviética.
Mostrar una absoluta unidad es fundamental para los occidentales, después que la diplomacia rusa decidió, el viernes —día de negociaciones bilaterales— insistir en que la OTAN retire sus tropas de todos los países que se incorporaron a la Alianza Atlántica después de 1997, citando sobre todo a Bulgaria y Rumania, cuyos gobiernos rechazaron ayer enérgicamente esa posibilidad.
Los europeos califican la pretensión rusa de “cuestionamiento fundamental del sistema de seguridad aceptado tras la Segunda Guerra Mundial”. Moscú, por su parte, intenta imponer un repliegue a la OTAN, percibida como una amenaza existencial, cuyos avances sucesivos en Europa del este recuerdan la humillación de la caída de la URSS.
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