Gran Bretaña, de oasis de estabilidad a un caos impredecible
Era considerada una de las democracias previsibles, pero ahora nadie sabe hacia dónde va
LONDRES.- En poco más de dos años, Gran Bretaña tuvo dos elecciones generales y un referéndum a nivel nacional. Y en cada una de esas ocasiones, los políticos, los analistas, las encuestadoras, los politólogos, los comentaristas y hasta el mercado de las apuestas, todos ellos se equivocaron.
Antes considerado uno de los países políticamente más estables del mundo, con alternancia regular entre las mayorías de gobierno, ahora Gran Bretaña es cada vez más confusa e impredecible, tanto para sus aliados internacionales como para los propios británicos.
Lejos de restañar la feroz división que quedó expuesta el año pasado tras el referéndum sobre el Brexit, las elecciones del jueves pasado no hicieron más que profundizarla. A primera hora del viernes, encendido por el sorprendente éxito de su partido, el líder laborista Jeremy Corbyn proclamó: "¡La política cambió! Y la política ya no volverá a meterse en la cajita donde estaba antes".
Lo que no queda claro es hacia dónde va la política británica. Las lealtades partidarias tradicionales se han quebrado y las divisiones del país están ahí a la vista para el que tenga ojos: entre jóvenes y viejos, entre las urbes y el campo, entre el Norte y el Sur, entre lo digital y lo industrial, entre el cosmopolitismo y el nacionalismo.
La política británica se está volviendo cada vez más europea justo cuando el país tiene problemas para generar consensos acerca de la forma de abandonar la Unión Europea. Pero los británicos no cuentan con el sistema de representación proporcional que es común en Europa y que permite que los partidos minoritarios prosperen. Eso también puede conducir a gobiernos de coalición, donde es necesario hacer concesiones políticas. En Gran Bretaña, la nueva constante son las parálisis parlamentarias.
La primera ministra, Theresa May, que sale muy magullada de estas elecciones adelantadas, dijo el viernes: "Lo que el país necesita más que nunca es certidumbre", pero ya había miembros de su propio gabinete que habían olido sangre y sobrevolaban la presa herida. Hoy por hoy, nada más remoto que la certidumbre.
Un año después del referéndum en el que se decidieron a favor del Brexit y una semana antes del arranque de las negociaciones con Bruselas para concretarlo, Gran Bretaña tiene un gobierno débil, una primera ministra que es más bien un pato rengo, y no tiene una propuesta de negociación capaz de cosechar mayoría parlamentaria y menos aún consenso nacional.
Los negociadores de la Unión Europea ya están listos, el reloj corre, y la primera ronda de reuniones bien puede girar en torno al acuerdo de divorcio de Gran Bretaña. Pero los negociadores saben, y May también debe saber, que muy probablemente ella ya no sea primera ministra cuando las negociaciones avancen y que existe la inquietante posibilidad de que se produzca otra lucha por el liderazgo y nuevas elecciones antes del 29 de marzo de 2019, fecha límite en la que Gran Bretaña quedará separada del bloque regional, haya o no haya acuerdo.
"En Gran Bretaña ya no hay sensación de estabilidad -dice Tim Bale, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Queen Mary, de Londres-. Somos un país europeo donde los votantes son cada vez más volátiles. La gente ya no responde a las mismas lealtades tribales de antes. Los votantes son más consumistas, siempre dispuestos a cambiar de candidato según la oferta."
Ahora a los votantes hay que seducirlos con propuestas y con la personalidad, y ya no se conforman con las viejas y predecibles divisiones de clase o de identidad regional. Robert Tombs, historiador del St. John's College, Cambridge, describe ese derrumbe de las lealtades tribales de esta manera: "Los votantes ya no son soldados. Son gente".
Pero, según el profesor Bale, en Gran Bretaña no hay "la misma flexibilidad que en otros países de Europa para encontrar opciones de gobierno". En la mayoría de los parlamentos europeos, a la derecha y a la izquierda de los grandes partidos hay numerosos partidos minoritarios, ávidos de sumarse a una coalición. "Pero acá, en Gran Bretaña, los conservadores tienen una única opción de alianza posible", con el partido de línea dura, socialmente conservador y mayoritariamente protestante llamado Partido Unionista Democrático (DUP), de Irlanda del Norte.
Pero en las próximas elecciones, que dado el actual caos podrían ser en menos de un año, "los votantes podrían volver a cambiar de bando y volcarse a otro partido mayoritario o a uno minoritario", dice Philip Cowley, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Queen Mary, de Londres.
"La política tradicional está en crisis -dice el profesor Bale-. Satisfacer a los votantes ya no es tan fácil. Y no debería parecernos una excepción. Ahora la norma es ésta."
May intentó aplacar la ira de su partido
La primera ministra británica, Theresa May , intentó ayer aplacar el enojo de los diputados de su Partido Conservador durante una reunión, cuatro días después de unas elecciones legislativas en las que perdió su mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes.
“Los metí en este lío y los voy a sacar de él”, prometió May tras los malos resultados cosechados en las elecciones anticipadas convocadas por ella, que les hizo perder el escaño a varios conservadores.
Después de que varias personalidades políticas reclamaron su dimisión en los últimos días, sus diputados no cuestionaron su liderazgo ayer, según varios asistentes a la reunión celebrada en Westminster.
“Ganó y debe seguir siendo primera ministra”, declaró uno de ellos tras el encuentro.
Traducción de Jaime Arrambide
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