Golpe de Estado de Pedro Castillo: un manotazo de ahogado sin justificación política ni constitucional
Analistas consultados por LA NACION confirmaron que lo de Castillo fue lisa y llanamente un golpe de Estado sin atenuantes
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La sorpresiva decisión del presidente peruano, Pedro Castillo, de cerrar el Congreso nacional fue un golpe de Estado, con todas las letras y sin ninguna cláusula constitucional o justificación que pueda enmascararlo, de acuerdo con especialistas consultados por LA NACION.
“Es un día triste para la democracia peruana”, dijo el analista político peruano Carlos Meléndez, investigador de la Universidad Diego Portales de Chile.
“Es un golpe de Estado sin lugar a dudas. Un cierre del Congreso que no tiene justificación constitucional ni justificacíon política. Fue una decisión precipitada de un presidente amateur y radical, la peor combinación posible, sin experiencia y maximalista en sus posiciones. Eso lo ha llevado a estar rodeado de investigaciones de corrupción y a que decida cerrar el congreso, creyendo que tenía respaldo popular, lo que se pone en duda”, agregó.
El cierre de Congreso está avalado por la Constitución solo cuando el Congreso les niega la confianza a dos gabinetes de ministros, señaló, lo que le quita cualquier refugio teórico a la medida de Castillo. Ahora, según Meléndez, la resolución del pleito podría desbordar el ámbito de la estricta discusión política.
“Cuando los actores contitucionales fracasan empiezan a actuar los actores extracontitucionales, como las fuerzas armadas y la calle. Va a haber expresiones a favor y en contra de la decisión de Castillo. De acuerdo a cómo proceda el Congreso y de acuerdo a cómo vea el ánimo popular, las fuerzas armadas inclinarán la balanza hacia el presidente o hacia el Congreso”, precisó Meléndez.
Poco después, en efecto, las fuerzas armadas peruanas rechazaron en un comunicado el golpe de Castillo, quitándole uno de sus presuntos respaldos al presidente, en tanto el Congreso procedió a votar su destitución.
Por su parte, el analista político Luis Benavente dijo que perú “sigue en la normalidad”, con un dejo de ironía sobre la convulsión política en la que vive su país desde hace año y que el nuevo episodio vino a confirmar. “Acá además del tema político hay un tema de ocultamiento de corrupción”, agregó, y precisó que en los últimos días las denuncias se habían multiplicado.
“Lo que ha ocurrido en el Perú es un golpe de Estado con todas sus letras. Nada de lo anunciado por el expresidente Pedro Castillo es permitido por la Constitución. Si tenía baja legitimidad, ahora ha perdido legalidad. Está usurpando el poder y no se le debe obediencia”, señaló a su vez el analista Fernando Tuesta.
El incidente recordó el autogolpe del entonces presidente Alberto Fujimori, en 1992, cuando cerró el Congreso también sin justificación constitucional y pasó a gobernar sin contrapesos, hasta su renuncia ocho años más tarde, cuando presentó su dimisión por fax desde Japón.
Pero los analistas subrayaron las diferencias entre los dos episodios. “Perú en 1992 era un país con crisis económica y terrorismo. Ello le sirvió a Fujimori de penosa justificación. Hoy Perú es un país en crecimiento a pesar del propio Castillo”, dijo Meléndez.
Además, según Benavente, “el golpe de Fujimori tuvo un respaldo social bastante fuerte, además de las fuerzas armadas, y no creo que este sea el caso”.
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