Giorgia Meloni cumple con una promesa y retira a Italia de la Nueva Ruta de la Seda china
Era el primer y único miembro del G-7 que había adherido al faraónico y multimillonario proyecto de Xi Jinping
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ROMA.- Giorgia Meloni lo había prometido, y cumplió. Tal como se esperaba, luego de semanas de un complejo ping-pong diplomático, Italia se desvinculó de la Nueva Ruta de la Seda, el faraónico y multimillonario proyecto económico ideado por Xi Jinping, que había seducido a Giuseppe Conte en 2019, lo que enfureció en ese momento a Estados Unidos.
Tal como reveló este miércoles el diario Corriere della Sera, hace tres días Italia le entregó a China una “nota verbal” con la que anunció su salida de la llamada “Belt and Road Initiative” (BRI) lanzada por Xi en 2013, un plan económico-diplomático del coloso asiático que apunta a mejorar sus conexiones comerciales con Eurasia y a establecer fuertes lazos logísticos y económicos con los países en desarrollo y emergentes, como la Argentina.
El Corriere della Sera subrayó que la salida fue casi secreta: tuvo lugar “sin que se comunicara nada públicamente, de acuerdo con las autoridades chinas y por convenencia de las dos partes: Roma quiere evitar repercusiones económicas, Pekín quiere evitar publicitar el revés a una iniciativa que ya sufre por problemas financieros”.
Cuando, en 2019, al frente de un gobierno populista “verde-amarillo” formado junto a la Liga de Matteo Salvini –ahora aliado de Meloni-, el expremier Conte, líder del Movimiento Cinco Estrellas, se había sumado a este mega proyecto, muchos socios habían puesto el grito en el cielo.
Tanto Estados Unidos como la Unión Europea (UE), de hecho, le habían advertido claramente al gobierno populista italiano que estaban en contra de semejante iniciativa. Washington, que ya tenía con Pekín una disputa comercial-, había hecho saber que la firma de ese acuerdo entre Italia y China podría poner en riesgo el rol de Italia en la OTAN, ya que podía implicar un ingreso del gigante asiático comunista en empresas de interés estratégico tanto en el sector de defensa como en el de telecomunicaciones.
La Casa Blanca no ocultó entonces su temor a que Italia -que tiene una de las mayores deuda públicas del mundo- se convirtiera en un virtual “caballo de Troya” con el cual Pekín podía obtener una “penetración en Europa”. Para Bruselas, en tanto, el acuerdo ponía bajo riesgo no sólo el mercado único de la UE, sino los valores del bloque.
Lo cierto es que Italia se transformó entonces en el primer y único miembro del G7 -y único país de los seis fundadores de la UE- que firmaba con China un memorándum para adherir a la Nueva Ruta de la Seda. Para revertir esto, ya antes de ser electa, durante la campaña electoral del verano de 2022, Meloni prometió que iba a deshacer ese acuerdo, que tachó como “un gran error”. A nivel de política exterior jamás dudó en reafirmar su alineación atlantista.
Si bien el memorándum de adhesión a la Nueva Ruta de la Seda, firmado con bombos y platillos por Conte y Xi el 23 de marzo de 2019 en la espectacular Villa Madama, hablaba de acuerdos dorados, de un valor de hasta 20.000 millones de euros, finalmente no hubo ninguna lluvia de dinero para Italia.
En las últimas semanas Conte explicó que el acuerdo tenía como fin “re-equilibrar nuestra balanza comercial” y que “nos había sido pedido también por el mundo empresarial”.
“Obviamente después llegó la pandemia y cuando se evalúan los efectos de ese acuerdo hay que tener en cuenta que China e Italia fueron los países más golpeados”, se justificó.
No obstante, a partir de 2019 las exportaciones chinas hacia Italia aumentaron sensiblemente, haciendo crecer el déficit comercial en favor de China, que pasó de 383.700 millones de euros en 2019 a 844.400 millones de euros en 2022, es decir, se duplicó en tres años.
Las tendencias import-export de Italia hacia China “no han sido influenciadas significativamente por la Ruta de la Seda, sino más bien por fenómenos cíclicos y estructurales de la economía global”, explicó el economista Lorenzo Codogno al sitio Formiche.net, que subrayó que por este motivo “no será para nada fácil” re-equilibrar la balanza comercial.
Compromiso
La salida de Italia de la Nueva Ruta de la Seda -un tema del que se hablaba desde hacía meses- coincidió, de todos modos, con reaseguros varios e incluso una carta en la que el gobierno de Meloni se comprometió a relanzar lo más posible esa “asociación estratégica” entre Italia y China sellada por el expremier Silvio Berlusconi en 2004, jamás implementada a fondo.
En este marco, el canciller Antonio Tajani adelantó que ya fue convocada para el año próximo en la ciudad de Verona una reunión intergubernamental Italia- China para enfrentar todos los temas de comercio internacional.
“Sigue habiendo óptimas relaciones pese a que es un país que también es un competidor a nivel global”, aseguró el ministro recientemente en un seminario, en el que reconoció que la Nueva Ruta de la Seda no había producido “los efectos esperados”, pero que la salida del mega-plan no significaba “una acción negativa con respecto a China”.
Más allá de esto ahora la gran pregunta -y el gran temor- es, como planteó el Corriere della Sera, si habrá retorsiones de tipo comercial de parte de Pekín. “Uno de los sectores del made in Italy al que las autoridades chinas le podrían crear problemas es el del lujo”, precisó. “Pero se trata de efectos y evaluaciones que podrán medirse en los próximos meses; mientras tanto, se cierra un asunto que en el último año ha hecho menos fluidas nuestras relaciones con China”, concluyó.
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