Gibraltar saborea la libertad: un adelanto de cómo será la vida post-Covid en Europa
Tras vacunar al 85% de los adultos, el territorio británico disfruta nuevamente de la “vieja normalidad”: la gente se saluda, se da la mano y se abraza en la calle.
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GIBRALTAR.- En este reducto rocoso y densamente poblado que se proyecta sobre el mar Mediterráneo, la gente está saboreando la libertad.
Gracias a su pequeño tamaño y su acceso al suministro de vacunas de Gran Bretaña, el peñón es uno de los pocos lugares del mundo que ya tiene vacunada contra el Covid a la mayoría de su población.
“Salí de mi departamento, me calcé el barbijo, y ahí me di cuenta de que ya no hacía falta”, dice Albert Stagnetto, director de una pequeña cadena familiar de tabaquerías y licorerías. “Es muy liberador.”
Con su población de 34.000 habitantes, Gibraltar ya ha completado el esquema de inmunización del 85% de los adultos y del 98% de los adultos mayores de 60 años, según datos del gobierno. Hasta este martes, las autoridades habían administrado más de 32.000 segundas dosis de la Pfizer-BioNTech, incluidas algunas personas que residen en España y trabajan en el peñón.
“La gente sonríe todo el tiempo”, dice Stagnetto desde su oficina.
En Estados Unidos, también hasta el martes, habían recibido la inmunización completa el 37% de los adultos, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), frente al 26% de los adultos del Reino Unido, según datos del gobierno británico.
En Gibraltar no hay casos de Covid-19 entre los residentes desde el 8 de abril. Uno de los dos centros de vacunación cerró a fines de marzo, permitiendo que el personal médico regresara a sus tareas normales, mientras que el otro centro permanece abierto para aplicar la vacuna a los trabajadores que cruzan la frontera desde España. Gibraltar nunca llegó a necesitar el hospital de campaña contra el Covid-19 que había preparado.
El territorio de Gibraltar -que tiene dos veces el tamaño del Central Park de Nueva York y está dominado por una saliente montañosa llamada El Peñón-, está embarcado en el “Operativo Libertad”, un plan para reabrir totalmente las actividades sociales, sin dejar de monitorear la aparición de cualquier caso del virus.
Ya casi sin restricciones pandémicas, las estrechas calles y las mesas de bar en las plazas están rebosantes de vida. Hace un par de noches, los transeúntes paseaban del brazo, y los bares y cafés desbordaban de clientes sin barbijo, bebiendo y picoteando de un mismo plato.
“Hace un año que no se veía a la gente saludarse, darse la mano, abrazarse en la calle”, dice Stagnetto, de 61 años. “Están todos contentos, sonríen todo el tiempo.”
Las escuelas y comercios están abiertos, los restaurantes tienen abierta la puerta de sus salones para comer en el interior, y las autoridades ya levantaron el toque de queda de medianoche. Gibraltar exige el uso de barbijo en unos pocos lugares: colectivos, negocios y centros de salud.
“Al principio pensamos que íbamos a encontrar resistencia en la gente para vacunarse, pero fue todo lo contrario”, dice Samantha Sacramento, ministra de salud de Gibraltar, en referencia al número de personas dispuestas a recibir su dosis. “La gente llamaba para reclamar cuándo le tocaba su turno.”
La funcionaria dice que alrededor del 10% de la gente rechazó la vacuna, pero que muchos de ellos ya están cambiando de idea.
Gran Bretaña le arrebató Gibraltar a España en 1704, y la cultura británica tiene una fuerte influencia en la comunidad del peñón, compuesta por una mezcla de italianos, españoles, malteses y norafricanos. El idioma oficial es el inglés, pero en público los residentes hablan mayormente español.
En tanto Territorio Británico de Ultramar, Gibraltar se autogobierna, con excepción de los asuntos de defensa y relaciones exteriores, que dependen de Londres. Las vacunas llegaron al peñón en aeronaves militares británicas.
Aunque en los primeros meses de la pandemia Gibraltar tuvo muy pocos casos de Covid, a principios de este año el territorio fue arrasado por las variantes más virulentas llegadas del Reino Unido y España. Gibraltar ha tenido alrededor de 4300 casos confirmados de Covid-19 y 94 fallecidos, casi todos en enero y febrero de este año. En diciembre, cuando el número de casos se empezó a disparar, el territorio impuso nuevas restricciones, como el cierre de restaurantes y bares.
Por culpa de la pandemia, Tito Vallejo, un historiador local de 72 años, no pudo festejar Navidad con su familia ampliada. Tuvieron que conformarse con una llamada de Skype, dice Vallejo, para no correr riesgos.
Pero hace una semana puedo ver a cuatro de sus nietos por primera vez en cuatro meses. Ya vacunado, Vallejo pasó a buscarlos por la escuela y les hizo entrega de sus demorados regalos de Navidad. También aprovecharon para sacar a pasear al perro todos juntos.
“Justo están en esa edad en que crecen y cambian de la noche a la mañana”, dice Vallejo. “Pasó poco tiempo, pero noto que crecieron desde la última vez que los vi.”
Hace también unas semanas, tres generaciones de la familia Stagnetto -todos vacunados, aclara- se juntaron a comer por primera vez en meses. Antes del Covid, era una cita semanal obligada. “Fue como volver a la normalidad, pero te generaba una sensación errónea de lo que estaba pasando en el mundo”, dice Stagnetto, quien durante la cuarentena solo pudo comunicarse con sus ancianos padres por teléfono. “Era como si el Covid no hubiese existido.”
Pero en Gibraltar sigue reinando la cautela, como quedo evidenciado en una reciente prueba piloto para un partido de fútbol y una pelea de box. Temiendo que esos eventos deportivos llevaran a la aparición de nuevos casos, las autoridades les exigieron un hisopado previo a los asistentes, que demostraran que había sido vacunados, y que volvieran a testearse después del evento. Gibraltar extiende certificados de vacunación, pero dice que no planea exigirlos como requerimiento para futuros eventos públicos.
La proximidad del territorio con España inquieta a varios. El gobierno español dijo que el país lleva inmunizado al 8% de la población, mientras que el 23% ha recibido al menos una dosis.
Cuando sus amigos se fueron a pasar Semana Santa a España, Tony Cruz, de 71 años, decidió quedarse en casa, por temor a contagiarse un Covid leve, aunque ya está inmunizado con ambas dosis. Cruz teme que el regreso masivo del turismo traiga consigo nuevos casos importados.
“Me voy a sentir completamente seguro cuando todos estén vacunados, en España y en el resto de los países”, dice Cruz, un jubilado de las fuerzas policiales que toca el bajo en una banda y que nada extraña más que los recitales en vivo en los pubs de Gibraltar, una actividad autorizada a reanudarse en estos últimos días.
Gibraltar también empezó a vacunar a los 15.000 trabajadores, casi todos españoles, que cruzan la frontera para trabajar en el peñón.
Leandro González, de 23 años, que vive en una localidad de España a 30 minutos de auto y trabaja en una peluquería de Gibraltar, ya recibió las dos dosis de la vacuna. Mientras que muchos de sus clientes están volviendo a la vida normal, a otros les cuesta desaprender los hábitos adquiridos en pandemia, dice Leandro. “La mitad de la gente en general prefiere mantener la distancia y se lavan las manos todo el tiempo, y la otra mitad quiere abrazarse y besarse.”
“Pero cuando cruzo a España, todo cambia”, dice Leandro.
Su familia y pareja en España no fueron vacunados, y el temor de Leandro es llevarles el virus él mismo. En la región de Andalucía, donde vive, el barbijo es obligatorio en lugares públicos, están prohibidas las reuniones de más de 6 personas, y sigue rigiendo el toque de queda nocturno.
“Tengo que cambiar el chip en la cabeza todos los días, cada vez que cruzo la frontera”, dice Leandro. “Cuando cruzo a España, todo cambia: gente con barbijo que ni se toca.”
Traducción de Jaime Arrambide
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