Gerardo Pisarello. “Pedro Sánchez no tiene la lógica de confrontación de Rajoy y eso ya significa un gran cambio”
El argentino Gerardo Pisarello es un convencido de que las grandes transformaciones del siglo XXI se darán primero en las ciudades, para luego proyectarse a nivel global. Puede ser que su mirada se encuentre atravesada por su cargo de vicealcalde de Barcelona , el que lleva "con gran orgullo y responsabilidad", aunque aclara, sin olvidar su origen tucumano.
La muerte de su padre Ángel Pisarello, un abogado radical, defensor de presos políticos durante el gobierno de Juan Carlos Onganía, que fue secuestrado y asesinado en 1976 en plena dictadura militar, fue "una marca de vida decisiva". Lo llevó a participar en la política e incursionar en varios movimientos sociales, entre ellos, el colectivo contra los desalojos, donde conoció, en medio de la crisis económica (2008-2013), a la actual alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Después ella lo elegiría en 2015 como su número dos, e ideólogo de Barcelona en Comú, la plataforma ciudadana aliada de Podemos. Así, se convirtió en el primer argentino y latinoamericano en acceder a un cargo europeo de ese rango.
Para él, la democracia "será municipalista o no será". Esa misma lógica es la que aplica a la hora de analizar el conflicto por el desafío independentista Catalán, que hoy incrementó su reclamo en la jornada patria de la Diada en Barcelona, donde cientos de miles de personas pidieron por la autodeterminación y la libertad de los nueve líderes independentistas en prisión provisional desde noviembre. Si bien Pisarello defiende un referéndum y apoya la realización de cambios profundos en la Constitución, exige tanto al gobierno socialista de Pedro Sánchez como al líder catalán, Joaquín Torra, una hoja de ruta clara que brinde a la población soluciones concretas para los problemas cotidianos.
-Después de seis años de su última visita a la Argentina, ¿qué lo trajo al país?
-Uno de los objetivos de mi viaje a la Argentina y Uruguay es demostrar que Barcelona puede tener una relación con ciudades del sur como Rosario o Buenos Aires, que tienen mucho que aportar y Europa todavía no las mira lo suficiente. En Barcelona, por ejemplo, todo el debate sobre los presupuestos participativos y las políticas cooperativas en materia de vivienda son heredadas de lo que pasó en Porto Alegre o en Montevideo en los últimos años.
-¿Cuál es su análisis de la situación política y económica de la Argentina?
-La situación económica me parece preocupante porque, después de algunas expectativas de cambio que se habían generado, veo un retroceso hacia políticas aplicadas en los años 90 de sobre endeudamiento que no funcionaron entonces y no lo están haciendo ahora en Europa tampoco.
-¿Se refiere al avance de la ultraderecha en Europa?
-Hay nuevos intentos de reeditar las políticas neoliberales más clásicas. Un poco el discurso que puede estar haciendo [el ministro Matteo] Salvini en Italia, u otras alternativas nacionalistas de extrema derecha que se pueden observar en países como Hungría y Alemania. Pero luego están surgiendo otras opciones, como es el caso de Portugal, que está intentado mostrar que es posible hacer políticas que sean financieramente rigurosas y, al mismo tiempo, redistributivas. Hay que ver si será posible también para España, con el nuevo gobierno de Pedro Sánchez, aplicar recetas que no han fracasado en el pasado.
-Pedro Sánchez asumió la presidencia con la promesa de normalizar las relaciones con Cataluña, lo que significó, también, el apoyo catalán, pero permitir un referéndum de autodeterminación no es un punto que forme parte de su agenda. ¿Qué cambia para el proceso independentista el liderazgo de Sánchez en vez del de Rajoy?
-Rajoy actuaba como el bombero pirómano que intenta apagar un fuego con nafta. Él formaba parte de una política del Partido Popular (PP) que consistía en alimentar ese conflicto con el gobierno de Cataluña. En algunas situaciones parecía que había dos nacionalismos que se retroalimentaban. Pedro Sánchez no se encuentra en esa lógica abierta de confrontación y eso ya significa un gran cambio.
-Sin embargo, el nuevo gobierno central también niega la figura de presos políticos.
-Particularmente como abogado constitucionalista me parece un despropósito enorme que hayan exiliados y presos políticos acusados de delitos sin fundamentos jurídicos. Eso genera una debilidad en las instituciones, y dificulta la salida democrática al conflicto. En este sentido el gobierno de Sánchez, a través de la fiscalía general del Estado, podría haber hecho más. Además, hay una serie de reivindicaciones que se hicieron por parte del gobierno de Cataluña, hace mucho tiempo, que podrían reconocerse si hubiera voluntad política a través de leyes orgánicas y ordinarias.
-En contraposición, ¿cómo definiría el liderazgo del presidente catalán, Joaquín Torra?
-Por momentos parece que hay una primacía de un debate retóricamente muy inflamado, que luego en la práctica no se sostiene. Hasta el momento hemos visto un gobierno de Cataluña que parece no tener una hoja de ruta clara, más allá de exigir la libertad de los presos independentistas y el regreso de los exiliados. No hemos visto políticas concretas que den solución a los problemas urgentes que se necesitan en el plano económico y social en Cataluña.
-Su historia personal lo llevó a incursionar en el activismo social, pero también a criarse en un entorno dominado por mujeres. ¿En qué medida influyó en su posterior visión de género en la política?
-Nunca me habían hecho esa pregunta, pero creo que algo de eso hay. Yo perdí a mi padre a los cinco años en la dictadura militar de 1976 y crecí en un entorno muy matriarcal conformado por mi madre, mis tías y mis tres hermanas. Otra cosa que llevo con mucho orgullo es pertenecer a un gobierno de comisiones feministas, que tiene la primera alcaldesa en Barcelona. Soy consciente que nuestras ciudades funcionan gracias a un trabajo que comienza en el ámbito doméstico y que luego no cuenta como algo económicamente relevante cuando, por el contrario, está en la base de la economía.
-¿Cómo es la agenda feminista en España?
-El feminismo es la revolución más concreta del siglo XXI. En España se ha ido incrementando por el reclamo a la Justicia por su visión sesgada sobre las cuestiones de género. Pero la agenda se está extendiendo también hacia asuntos económicos, como la paridad salarial o el techo de cristal. Puntualmente en Barcelona hemos impulsado un plan de ciencia porque nos encontramos con que tenemos excelentes matemáticas, ingenieras, y biólogas que no dirigen los grandes proyectos de investigación porque terminan a cargo de hombres.
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