Geraldo Alckmin, el excandidato presidencial de la centroderecha que hoy es vice de Lula da Silva
El exgobernador de San Pablo y exlíder del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) considera su alianza con el nuevo presidente como una unión “por la democracia” frente a Bolsonaro
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BRASILIA.- A primera vista, la elección de Geraldo Alckmin, de 69 años, como compañero de fórmula del nuevo presidente izquierdista de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que asumió en su mandato ayer, podía parecer incongruente.
En 2006, ambos se enfrentaron en la segunda vuelta de los comicios presidenciales y Lula fue reelegido con el 60% de los votos.
Este primeiro de janeiro ficará marcado na história pela vitória da democracia e da esperança com a posse do presidente @LulaOficial como o 39º presidente da República Federativa do Brasil. A ele, devo gratidão pela confiança em ter-me como seu vice-presidente e também ministro. pic.twitter.com/1cDsK7M4pN
— Geraldo Alckmin 🇧🇷 (@geraldoalckmin) January 2, 2023
Alckmin era entonces miembro del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), un histórico movimiento de centroderecha que cofundó en 1988 y que gobernó Brasil de 1995 a 2002, con Fernando Henrique Cardoso como presidente.
El médico devenido en político está lejos del carisma de Lula, pero este tecnócrata centrista, con estrechos vínculos con el empresariado, lo acompaña ahora no solo como vicepresidente, también como ministro en la cartera de Desarrollo, Industria y Comercio en el regreso de la izquierda al poder en Brasil.
Gratitud
“Este primero de enero pasará a la historia como la victoria de la democracia y la esperanza con la toma de posesión del presidente Lula da Silva como el 39º presidente de la República Federativa de Brasil”, celebró ayer en el inicio de su mandato. “A él le debo gratitud por la confianza de tenerme como su vicepresidente y también como su ministro”.
“Es hora de unirnos para un pacto contra la inaceptable desigualdad que está en la raíz de los males a los que nos enfrentamos en Brasil (...) Si la esperanza venció al miedo, el amor venció al odio, ahora es el momento de que los brasileños, unidos, superemos la desigualdad y construyamos un nuevo país”, agregó.
A quienes consideran antinatural su alianza con Lula, este exgobernador de San Pablo les responde que ha llegado el momento de unirse en defensa de la democracia, amenazada, según él, por el ultraderechista Jair Bolsonaro.
“Algunos pueden encontrar esto extraño. Disputé la segunda vuelta contra Lula en 2006, pero el debate fue a otro nivel, nunca pusimos en peligro la democracia”, declaró a finales de marzo, cuando se afilió al Partido Socialista Brasileño (PSB, de centroizquierda), que sentó las bases de su alianza con el exmandatario.
“Es importante abrir los ojos y tener la humildad de entender que hoy (Lula) es quien mejor refleja las esperanzas del pueblo brasileño”, añadió este médico de formación, nacido en Pindamonhangaba, en el estado de San Pablo.
Su designación como ministro de Desarrollo, Industria y Comercio también sorprende, ya que en noviembre el presidente electo confirmó que Alckmin no sería ministro en su gobierno.
“Insistí en colocar a Alckmin como coordinador para que nadie pensara que el coordinador iba a ser ministro. Él no disputa plaza de ministro porque es vicepresidente”, zanjó Lula entonces frente a líderes políticos.
Calamar y chayote
Tecnócrata austero, Alckmin adquirió una reputación de gestor sólido a lo largo de sus cuatro mandatos como gobernador de San Pablo (2001-2006 y 2011-2018), el estado más poblado de Brasil, lo que ha tranquilizado a los empresarios.
La elección de Alckmin calza en el estilo de Lula, que durante sus dos primeros mandatos (2003-2010) eligió a un vicepresidente de tendencia derechista, José de Alencar, un empresario que le ayudó a tranquilizar al empresariado.
Aunque Alckmin defiende esta “unión sagrada” a Lula como parte de un momento de defensa de la democracia había lanzado afilados comentarios contra del exdirigente sindical, del que hoy es compañero de llave.
“Después de llevar a Brasil a la quiebra, Lula dice que quiere volver al poder. También se podría decir que quiere volver a la escena del crimen”, lanzó en un congreso del PSDB, el alusión a los casos de corrupción que empañaron los gobiernos del izquierdista.
Con gafas finas y la cabeza calva, dijo en 2018 no ser un “showman” ante los señalamientos sobre su poco carisma, que le valió su apodo por parte de sus detractores de “helado de chuchú” (“Helado de cayote”, en español), una desabrida fruta tropical.
“Quien quiera ver un espectáculo, que vaya a ver a un humorista. Necesitamos resolver problemas. Brasil necesita constructores, no gladiadores”, lanzó entonces.
Sin embargo, en esta campaña sacó provecho del apodo. “El calamar es un plato que va bien con el chayote” o chuchú, bromeó en julio, puesto que “lula” en portugués significa calamar.
Y el equipo de campaña incluso publicó una receta de risotto de calamar con chayote.
Lava Jato
Nacido en Pindamonhangaba, una ciudad de 160.000 habitantes ubicada a unos 150 km de San Pablo, la capital económica de Brasil, Alckmin recibió una estricta educación católica.
Casado durante más de 40 años con Lu Alckmin, tuvo tres hijos. El menor, Thomaz, murió en un accidente de helicóptero en 2015.
Comenzó su carrera política como concejal y fue alcalde de su ciudad natal en los años 70, antes de ser elegido diputado en 1986.
Su gestión como gobernador de San Pablo en cuatro mandatos (2001-2006 y 2011-2018) ha sido bien evaluada, aunque fue salpicado, como muchos políticos en Brasil, por la Operación Lava Jato, la mega investigación que reveló el mayor escándalo de corrupción del país.
Delatores del gigante de la construcción Odebrecht lo nombraron como beneficiario de donaciones electorales ilícitas, aunque nunca se formalizaron cargos en su contra.
Agencias AFP y DPA
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