Generación perdida: la crisis española deja su marca en los jóvenes
Los menores de 30 años sufren por el desempleo y la incapacidad para emanciparse
MADRID.- "Nacho" Roldán se considera un experto en "volver a empezar". Acaba de conseguir su quinto trabajo distinto en dos años, esta vez como auxiliar en una tienda de informática en el centro de Madrid. Encadena contratos temporales, de sueldo apenas por encima del mínimo y en los que de poco lo ayuda su título de ingeniero.
A los 29 años, su próximo objetivo le suena todavía a utopía: dejar la casa de sus padres. "Cada vez que sales y tu madre te pregunta a qué hora vuelves, se te viene el alma al piso", describe, sin el menor signo de ironía.
Un consuelo posible es que carga con el estigma de una generación. Los efectos retardados de la crisis económica que estalló en 2008 se ceban especialmente con los jóvenes españoles, que sufren los peores parámetros sociales de la Unión Europea (UE).
Pocos rasgos retratan mejor esta situación que la incapacidad para emanciparse. Un reciente informe del Consejo de Juventud de España (CJE) revela que el 80% de los adultos menores de 30 años sigue viviendo en la casa de sus padres, mientras que de los que sí consiguieron irse la enorme mayoría (85%) vive en departamentos compartidos.
Pese al repunte económico del último año y medio, las cifras de desempleo entre los 18 y 25 años se mantienen altísimas, en el 49,5%. Según la agencia Eurostat, sólo Grecia tiene registros peores (49,7%). El sueldo promedio no llega a los 900 euros, muy por debajo de la categoría de "mileurista" que tiempo atrás representaba una etiqueta peyorativa. El 45% de los contratos dura menos de un año. La gran mayoría está sobrecalificado para el puesto que ocupa.
"Para los jóvenes conseguir un trabajo ya de por sí es algo muy difícil. Pero aunque lo logren ya no tienen la garantía de disfrutar del Estado de Bienestar -explica Héctor Saz, presidente del CJE-. Vivir con los padres es la única opción que les queda."
Según los cálculos de esta organización oficial, un asalariado de menos de 30 años debería dedicar 12,3 años de su salario entero para comprar una vivienda de 51 metros cuadrados. Para alquilar un espacio similar, debería dedicar casi el 60% de un salario promedio.
"Hoy por hoy la única opción está fuera", concluye María del Mar Romero, médica de 31 años, que en noviembre pasado decidió mudarse a la casa de una amiga en Liverpool. Allí consiguió empleo de lo suyo. Ahora gana lo suficiente para alquilar una buhardilla para ella sola.
Las últimas cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas español calculan el éxodo juvenil en unas 350.000 personas desde el inicio de la crisis. Los destinos preferidos son Gran Bretaña y Alemania, los dos países de la UE con tasa de desempleo juvenil de un dígito.
A diferencia de los españoles que emigraban a la "Europa rica" en los años 60, esta generación se caracteriza por ser la de mejor nivel de estudios en la historia del país.
"El fenómeno de los que se van no tiene tanto que ver con el desempleo en sí, sino con la falta de perspectivas de estabilidad y con la imposibilidad de encontrar un trabajo relacionado con aquello para lo que se formaron", sostiene la socióloga Amparo González, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Maternidad tardía
La demora en independizarse y la precariedad laboral impactan en otro indicador preocupante: la maternidad tardía. La edad promedio de las mujeres españolas para tener su primer hijo es de 30,6 años, según Eurostat. Antes de la crisis económica era de 29,3. En la UE sólo Italia está por encima de España, con 30,7.
En consecuencia, se da un fuerte impacto en la tasa de natalidad española (1,32 hijos por mujer, lo que implica un 20% menos que la media europea).
La demógrafa Teresa Castalla enfatiza que "es evidente que no es una cuestión de que los españoles quieran tener menos hijos", sino que hay barreras que lo impiden, entre las que incluye la falta de incentivos estatales a la maternidad, recortados por la administración del presidente Mariano Rajoy.
Las dificultades para progresar y dar el salto a la vida adulta de una generación con altísima capacitación explican en gran medida la transformación política que vive por estos días España, con el fin del bipartidismo tradicional y la irrupción de partidos nuevos, como Podemos y Ciudadanos.
Entre los menores de 30 años estos dos partidos que apelan desde ideologías opuestas a reformar el sistema y mejorar la perspectiva de vida de los jóvenes superaron largamente al Partido Popular (PP) y al socialismo en las elecciones del 20 de diciembre pasado.
La fragmentación del voto sin precedente derivó en la parálisis que impide desde entonces formar gobierno. Los comicios se repetirán el 26 de junio próximo.
La crisis de la juventud les plantea urgencias muy concretas a los líderes que aspiran a gobernar. Una de ellas es la sustentabilidad de las jubilaciones en un mercado con cada vez más contratos precarios. El Banco de España alertó el mes pasado de que la elevada tasa de desempleo y la reducción de la masa salarial plantean a mediano plazo un "reto serio" a la capacidad del Estado para financiar el sistema público de pensiones.
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