Gaza, la esperanza en ruinas tras seis meses de tregua
Todavía se respira desolación en medio de la destrucción causada por la invasión israelí
CIUDAD DE GAZA.- Basta con caminar algunos minutos entre las ruinas del barrio de Shuyaiyah, en el norte de la Franja de Gaza, para darse cuenta de que poco o nada ha cambiado desde el 26 de agosto pasado, cuando entró en vigor un alto el fuego entre Israel y el movimiento islamista Hamas, que dura hasta hoy.
Seis meses después, decenas de familias viven entre las ruinas de sus casas, donde no hay puertas ni ventanas para desafiar el frío del invierno; los chicos corretean entre las montañas de piedras y las tuberías reventadas, y los más mayores, silenciosos, toman té con menta rodeados de escombros.
Más que nunca, en Gaza se respira desolación y desesperanza. Sus habitantes sienten que la comunidad internacional ha olvidado el conflicto de julio y agosto, los más de 2000 muertos y la destrucción de miles de casas, pero en Gaza es imposible pasar página, ya que el bloqueo israelí continúa asfixiándolos y la ayuda internacional no llega.
"El proceso de reconstrucción es prácticamente inexistente, no podemos salir de aquí, la gente no tiene dinero, disponemos de electricidad cuatro horas al día, no está entrando suficiente nafta y el agua potable escasea. Esto puede explotar en cualquier momento", comenta a LA NACION Salah el Sousi, profesor universitario.
La agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa) calcula que más de 100.000 casas fueron destruidas o dañadas durante 50 días de guerra. El número de personas desplazadas en julio y agosto rozó las 300.000, es decir, uno de cada seis habitantes de la Franja tuvo que abandonar su casa. Hoy, unas 15.000 personas siguen refugiadas en edificios de la ONU y otras decenas de miles -imposibles de contar con exactitud- viven en casas de alquiler, albergadas por sus familias o directamente entre las ruinas de sus casas. La mitad de ellas serían niños, según Unicef.
"Con el frío de este invierno, la lentitud de la reconstrucción es todavía más notable y la gente está desesperada", explica a LA NACION Antonio Zubillaga, responsable de protección de derechos de la Unrwa en Gaza. Según cifras de Unicef, por lo menos cuatro chicos murieron de frío en enero en Gaza.
"En casa tenemos que elegir entre cocinar o calentarnos porque no hay suficiente carbón o combustible para las dos cosas. Y somos afortunados porque nuestra casa está intacta", explica Mohammed, periodista y padre de cinco hijos.
A finales de enero, la Unrwa anunció la suspensión de su programa de ayuda de emergencia en Gaza destinado a rehabilitar viviendas y dar cobijo a los damnificados de la guerra de 2014 por falta de fondos. De los más de 700 millones de dólares necesarios, la agencia de la ONU sólo había recibido 135 y ya se habían agotado. La Unrwa ha estimado en 1600 millones de dólares el costo de la reconstrucción de Gaza. En octubre, una conferencia internacional de donantes celebrada en El Cairo acordó conceder 5400 millones de dólares de ayuda global a los palestinos. "Que alguien me diga dónde está el dinero", lanza amargamente un responsable de la ONU.
"El mundo tiene que entender que esto no puede continuar así: los fondos tienen que llegar porque las circunstancias, ya de por sí dramáticas, van a ser trágicas", declaró Pierre Krähenbühl, comisionado general de la Unrwa.
Las puertas de salida de Gaza, hacia Israel y Egipto, siguen cerradas para los palestinos, e Israel deja entrar con cuentagotas las mercancías, como los materiales de reconstrucción, con el argumento de que temen que sean usados para construir túneles en dirección a Israel. Los pescadores no pueden alejarse más de seis millas para pescar, el desempleo alcanza cifras récord y los jóvenes de Gaza están dispuestos a jugarse la vida para dejar atrás la falta de perspectivas. A varias decenas de gazatíes se les ha perdido la pista tras huir por los túneles que conducen a Egipto. Algunos perecieron en naufragios en el Mediterráneo cuando se dirigían en barcazas hacia las costas europeas.
Paralelamente, las fricciones entre la Autoridad Palestina y Hamas dificultan aún más la reconstrucción. Hamas mantiene el poder en la Franja y su brazo armado, las brigadas Ezzedin Al-Qassam, sigue preparado para la guerra. En enero, a unas jornadas de reclutamiento de estas brigadas acudieron 17.000 jóvenes, un número récord.
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