¿Ganará Jacinda Ardern? Lo que hay que saber de las elecciones en Nueva Zelanda
SIDNEY.- Todo indica que en las elecciones generales de esta semana en Nueva Zelanda, la popular primera ministra Jacinda Arndern será reelegida, y por amplio margen. Las principales encuestas le dan al Partido Laborista, cuya fórmula encabeza, una cómoda ventaja de dos dígitos sobre el conservador Partido Nacional.
Un resultado contundente podría incluso garantizarles a los laboristas el primer gobierno con mayoría propia desde la reforma electoral de mediados de la década de 1990, que empoderó a los partidos minoritarios y favoreció las coaliciones.
Pero el sistema electoral proporcional de Nueva Zelanda también puede dar algunas sorpresas, y Ardern ha sido poco clara sobre sus planes para un segundo mandato.
A continuación, algunos detalles del desarrollo de la campaña y las claves para entender los resultados del próximo sábado.
¿Qué temas marcaron la agenda de campaña?
El apoyo a Ardern viene aumentando desde hace meses, sobre todo por su exitoso manejo de la pandemia de coronavirus.
Ardern se puso al frente de una campaña integral para erradicar el virus, un enfoque de "ir a fondo desde el principio" con cierre total de fronteras desde marzo, masivos testeos y rastreos de contactos, y un sistema de alerta de cuatro niveles que dejaba muy en claro lo que esperaba de cada ciudadano en cada momento.
Sus partes informativos diarios junto a Ashley Bloomfield, directora general de salud de su gobierno, se convirtieron en una cita obligada para muchos neozelandeses, en parte porque Ardern demostraba empatía y se manejaba con desenvoltura, dejando que fuese la ciencia la que orientara sus medidas de gobierno.
La primera ministra supo conectar directamente con los electores, por lo general de noche y a través de Facebook Live, desde donde iba aclarando algunas de sus decisiones más difíciles, respondía preguntas y se solidarizaba con ese "equipo de 5 millones", como suele referirse a su país.
El entusiasmo de los neozelandeses con Ardern empezó a crecer el año pasado, después de su reacción a los ataques terroristas de Christchurch y la erupción del volcán de la Isla White, y se convirtió en orgullo y fidelidad hacia su primera ministra cuando Ardern empezó a ser vista como la antítesis del presidente Donald Trump y su respuesta a la pandemia.
En mayo, Nueva Zelanda anuncio por primera vez que ya no había transmisión comunitaria del virus en su territorio. En agosto, tras la aparición de un nuevo foco de contagio, el país instauró una cuarentena selectiva en Auckland, su ciudad más grande, hasta que el virus volvió a desaparecer.
En total, en Nueva Zelanda se han registrado menos de 2000 casos y apenas 25 muertes.
"En esta campaña electoral, todo lo sucedido antes del virus dejó de tener importancia: los dos primeros años de gobierno ya no importan, y la gente está votando exclusivamente en función de los últimos ocho meses, y al partido que ven más fuerte y más seguro para gobernar los próximos tres años", dijo Morgan Godfery, comentarista político especializado en temas de la comunidad indígena maorí. "Por eso Jacinda Ardern y el Partido Laborista son tan populares: porque en ese sentido son la única respuesta".
Antes de Covid, ¿estaban contentos con Ardern?
Hasta la llegada de la pandemia, la imagen de Ardern era despareja: su popularidad mundial como abanderada del progresismo era mayor que la adhesión a su persona a nivel interno.
Incluso en enero de este año, todo indicaba que las elecciones serían bastante reñidas, en parte porque Ardern no había cumplido muchas de sus promesas de campaña de 2017, sobre todo las relacionadas con la creación de una economía del bienestar, que redujera la brecha entre ricos y pobres.
Ardern ha señalado el aumento en el salario mínimo como evidencia del compromiso de su gobierno, pero en general, la legislación aprobada durante su gestión tocó solo los bordes de la economía. De hecho, según los economistas, incluso frente a la pandemia Ardern reaccionó con una respuesta ortodoxa, centrada en el estímulo para la infraestructura, las pequeñas empresas y las exportaciones.
"La verdad que Jacinda no hizo mucho en su primer mandato", dice Oliver Hartwich, director ejecutivo de la Iniciativa de Nueva Zelanda, un grupo de expertos de centroderecha. "No fue del todo culpa suya, porque en realidad nunca esperó ganar. No olvidemos que hasta unas seis semanas antes de las últimas elecciones, el Partido Laborista tenía apenas un 20% de intención de voto."
"En términos de políticas públicas", agrega Hartwich, "fueron una total decepción, simplemente porque no estaban preparados".
Si esta vez gana a lo grande, ¿qué intentará lograr en su segundo mandato?
Es difícil de decir. Durante la campaña contra Judith Collins, la líder del Partido Nacional, Ardern se mostró disciplinada, pero llena de vaguedades.
Tal vez el resultado de las elecciones determine el nivel de audacia de su próxima gestión de gobierno. Si los laboristas obtienen mayoría propia, Ardern en realidad podría ser más cautelosa, para fidelizar a los votantes tradicionales del Partido Nacional que en esta ocasión hayan votado por los laboristas.
"Teóricamente, no estaría obligada a nada y podría hacer lo que quisiera" dice Hartwich. "Pero no creo que lo haga, porque estará pensando en las próximas elecciones. Cuanto más éxito tenga, probablemente más hacia el centro se mueva."
Sin embargo, si Ardern y el laborismo no obtienen mayoría propia y tienen que formar un gobierno de coalición con los ecologistas del Partido Verde de Aotearoa, es posible que la empujen hacia la izquierda y a actuar con rapidez.
En ese escenario, la agenda de cambio climático probablemente tendría mayor prioridad, junto con los esfuerzos para interrumpir el ciclo de pobreza y riqueza intergeneracionales, problemas que cunden en otros lugares del mundo, pero que son especialmente urgentes en Nueva Zelanda, donde no hay impuestos a las ganancias de capital y la pobreza se está volviendo estructural en varias partes del país. También podría cobrar relevancia el otorgamiento de mayor autonomía local a las comunidades maoríes.
"Si tiene que trabajar con los Verdes tendrá la oportunidad de ampliar su repertorio de políticas que se ocupan directamente de las personas", dice Jennifer Curtin, directora del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad de Auckland. "De hecho, podría tener más margen para concretar sus ideas."
¿Algún otro dato importante?
En esta elección, los neozelandeses también tendrán que votar por dos iniciativas puestas a consulta popular. La primera se refiere a la eutanasia voluntaria. La Ley de Elección al Final de la Vida les daría a los neozelandeses la opción de solicitar legalmente ayuda para terminar con sus vidas, si cumplen con ciertos criterios, básicamente, padecer una enfermedad terminal que con toda probabilidad les causará la muerte en un lapso de seis meses.
Si la propuesta es aprobada, tal como se espera, Nueva Zelanda se convertirá en el sexto país donde existirá la muerte asistida, sumándose así a varios estados de los Estados Unidos y Australia.
El segundo plebiscito, de aprobarse, legalizaría el uso recreativo de la marihuana.
Durante la campaña, Ardern reconoció haber consumido marihuana ("Hace mucho tiempo", aclaró), posicionándose así, claramente, dentro de la corriente mayoritaria en su país.
Según estudios independientes, alrededor de un 80% de los neozelandeses han probado la marihuana, más del doble que los australianos y muy por encima de lo que informan los estadounidenses. Pero las encuestas dejan entrever que la iniciativa, que exige que el votante apruebe medidas específicas para la creación de un mercado legal, y no solo un principio general de legalización, probablemente fracasará. Según las encuestas, solo los votantes Verdes apoyan por un amplio margen la propuesta del uso recreativo del cannabis.
The New York Times
(Traducción de Jaime Arrambide)
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