Gabriel Romanelli, el único argentino que vive en Gaza: “Se esperaba que pasara algo, pero jamás imaginé algo así”
El sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado y desde hace más de cuatro años párroco de la Franja quedó bloqueado cuando intentaba ingresar al enclave; ya está alojando a varias familias en el refugio de su iglesia
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ROMA.- La voz en el teléfono del padre Gabriel Romanelli, único argentino que vive en Gaza, párroco de la Iglesia católica de la Sagrada Familia y que vive en Medio Oriente desde hace 28 años, es calma, está acostumbrado a la guerra. Pero no oculta su alarma ante el ataque de Hamas a Israel.
“Desgraciadamente se esperaba que pasara algo, fue un año muy violento desde ambas partes del muro, pero jamás imaginé algo así”, dice, en diálogo telefónico con LA NACION desde Belén, donde se encuentra bloqueado, a la espera de volver cuanto antes a Gaza, donde vive desde hace más de cuatro años.
“Es un desastre, estuve hasta hace pocos días en Roma para el consistorio en el que Francisco designó cardenal al Patriarca de Jerusalén (el franciscano italiano Pierbattista Pizzaballa), me quedé para esperar un remedio para una religiosa que no se consigue, volví y ahora estoy en Belén, esparando volver a Gaza mañana, Dios mediante, donde me necesitan”, agrega.
Nacido en Villa Luro, Buenos Aires, Romanelli, de 54 años, habla y escribe perfecto en árabe. Pertenece al Instituto del Verbo Encarnado (IVE), que nació en San Rafael, Mendoza y está presente en 11 países de Medio Oriente, donde tienen muchas vocaciones locales y hay unos 60 argentinos, entre padres y hermanas.
En Gaza, una prisión a cielo abierto donde mayoritariamente viven musulmanes y solo hay 1017 cristianos, de los cuales 135 católicos, Romanelli suele ayudar a todos en lo que puede. “Varias familias ya han ido a refugiarse a la parroquia, sobre todos las que viven cerca de los lugares más sensibles. Nosotros preveíamos que podía pasar algo, ya que en mayo tuvimos una guerra de cinco días. Ya estaba en el ambiente, ciertamente fue un año muy violento y por más que habían cesado las ofensivas de mayo, no quedó bien toda la zona. Si bien había signos de distensión, como los permisos de los trabajadores para salir de la franja de Gaza, no estaba bien la situación y más de una vez supusimos que iba a pasar algo, entonces empezamos a preparar los refugios”, cuenta.
“Habitualmente tenemos dos lugares principales: la parroquia, con la escuela parroquial, ahí se refugian los vecinos, los del barrio y luego hay otra escuela más grande, de la Sagrada Familia y tratamos de coordinar con otras instituciones. No es fácil, pero si esto degenera, como puede ocurrir, por todos los signos, en una guerra más larga, no queda otra. Ahora está el sacerdote, el padre Yussuf, mi vicario, egipcio, están las hermanas de nuestra congregación del IVE, las hermanas de la Madre Teresa de Calcuta con niños discapacitados y algunos ancianos mayores enfermos y las hermanas del Rosario, que están en otra estructura”, precisó.
Aunque admite que se esperaban algo, el padre Romanelli también reconoce que jamás imaginaron algo de semejante envergadura, con centenares de muertos de ambos lados, incursiones, personas secuestradas, cuerpos que se habrían llevado como botín a Gaza.
“Esto sorprendió a todos. Algunos analistas lo comparan con la guerra del Yom Kippur, en el sentido de que tomó por sorpresa a las mismas fuerzas de seguridad israelíes. Además, nadie habría imaginado que las brigadas allá habrían tenido la fuerza y la posibilidad de hacer algo así. Sea por la tempística, sea por el modo, esto sorprendió a todos. Por más que nosotros sospechábamos que iba a pasar algo, más por la experiencia, más por lo que hay en el aire, en el ambiente, jamás me imaginé algo así”, reconoció.
Para Romanelli, volver de Belén, donde se ecuentra, a la franja de Gaza, va a ser complejo, ya que todo se encuentra bloqueado en este momento en Israel. Pero no pierde la esperanza. “Hay toda una línea de emergencia del ejército israelí para las situaciones de la franja de Gaza, justamente para no dejarla aislada. Yo pedí y los responsables del Patriarcado latino de Jerusalén se están comunicando para ver si me dejan entrar: si bien tengo a mi vicario allá, pesa sobre mí una responsabilidad de muchísima gente, enfermos, familias, tenemos más de diez clínicas de Cáritas que ya estaban desde hace varios meses preparadas para una emergencia”, contó.
“Paradójicamente hoy no han estado activos porque hay tanta confusión que no se sabe dónde están las necesidades. Pero ahí ya están todos los grupos listos para recibir mañana en el caso que haya más heridos, como desgraciadamente se prevé. Muchas veces en las guerras hacen corredores humanitarios, hacen especies de treguas arregladas entre autoridades de un lado y de otro y Dios quiera que pueda entrar porque sería necesario”, agregó.
-Para usted, que tiene tanta experiencia en Medio Oriente ¿qué podemos esperar, algo relámpago o una guerra de más días?
-Yo quiero esperar y pido a Dios que cese todo, no hay nada imposible para Dios. Pero, viendo las noticias, hay signos que hacen pensar que no va a ser algo relámpago... Deseo que no siga más, que sea algo relámpago, pero presiento que va a ser algo más largo y más fuerte.
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