El nombre de la dinastía cambió durante la Primera Guerra Mundial, cuando se pasó del alemán Sajonia-Coburgo-Gotha al actual; así lo resolvió el rey Jorge V
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Hay una pregunta que ha surgido en medio de las noticias no solo de la muerte de la reina Isabel II, sino también del ascenso a Rey de Carlos III: ¿cuál es el apellido de esta familia?
La respuesta es corta: Windsor. Tanto Isabel II, como el padre de Isabel, Jorge VI, tienen Windsor por apellido.
Pero no siempre fue así. El apellido de la familia de la fallecida soberana y varios de sus antecesores tenía origen alemán, Sajonia-Coburgo-Gotha.
Y la razón por la que había llegado ese apellido alemán a la familia real británica hay que buscarla en el casamiento de la reina Victoria con el príncipe Alberto, quien descendía de esa casa real europea.
La reina Victoria y el príncipe consorte tuvieron nueve hijos, entre ellos Eduardo VII, quien sucedió a su madre cuando ella murió en 1901 y fue el bisabuelo de Isabel II.
Sin embargo, a pesar de que Victoria era la soberana de Reino Unido, Eduardo VII pertenecía a la dinastía Sajonia-Coburgo-Gotha, la de su padre.
Como señalan varios especialistas - entre ellos Richard Nelson, del diario británico The Guardian-, en el país buscaban que la casa real reinante tuviera un nombre exclusivamente británico. Sin embargo, el cambio no ocurría.
Hasta que Jorge V llegó al trono en 1910 y, cuatro años después, vio el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Sentimiento antigermánico
La Primera Guerra Mundial enfrentó a Reino Unido y Alemania, entre otras naciones, en un conflicto que se destacó por su horror y su alto costo humano.
En Reino Unido, el sentimiento antialemán comenzó a crecer y la familia real tomó nota.
Entonces ocurrió un hecho que haría tomar cartas en el asunto del nombre: el 7 de julio de 1917, un bombardeo a varios edificios en el este de Londres causó la muerte de 55 personas, quienes pensaron que se trataba de un “ejercicio militar británico” y no buscaron resguardo a tiempo.
De acuerdo a los testimonios históricos, el bombardeo, que fue ejecutado por aviones alemanes conocidos como Gotha, aumentó aún más el sentimiento antigermánico. Así, decenas de personas salieron a las calles a protestar.
Fue entonces cuando el monarca -por recomendación del entonces primer ministro- tomó la decisión de cambiar no solo el nombre de su casa, sino también su apellido, a uno totalmente británico: Windsor, el mismo nombre del castillo que ha servido de residencia a los monarcas británicos desde hace unos mil años.
El lugar que, desde este lunes, será el último destino de Isabel II.
“En una reunión del Consejo Privado el 17 de julio de 1917, Jorge V declaró que ‘todos los descendientes por línea masculina de la Reina Victoria, que sean súbditos de estos reinos, excepto las descendientes femeninas que se casen o se hayan casado, llevarán el nombre de Windsor’”, señala la página oficial de la familia real.
En ese momento se fundó la casa de Windsor. Y fue a partir de ese año que los monarcas británicos comenzaron a utilizar el nombre de su casa como su apellido.
Antes de 1917, los monarcas y sus descendientes eran conocidos por la dinastía, la casa real o del país del que provenían, pero no tenían precisamente un apellido como tal.
Y a pesar de esto habría otro cambio.
Mountbatten-Windsor
Tras la muerte de Jorge V, ascendió al trono Eduardo VIII, quien en menos de un año abdicó en favor de su hermano menor, Jorge VI.
El nuevo rey mantuvo el apellido.
Sin embargo, aquí surgió otro inconveniente: cuando Isabel todavía era princesa y esperaba su primer hijo, el futuro Carlos III, se anticipaba que éste recibiría el apellido Mountbatten, que es el de su padre, el príncipe Felipe.
Pero algunas autoridades británicas se opusieron también por los orígenes germánicos del apellido.
Se dice que no fue fácil para Felipe. El entonces príncipe consorte, quien falleció en 2021 a los 99 años de edad, señaló en ese momento que él era “el único hombre en el país que no podía darle el apellido a sus hijos”.
Sin embargo, en 1960, con Isabel ya en el trono, la casa real emitió una disposición respecto al apellido de los descendientes de la reina: cuando fuera necesario el uso de un apellido -como en un registro civil o un documento legal-, llevarían el apellido “Mountbatten-Windsor”.
El apellido Mountbatten-Windsor apareció por primera vez en un documento oficial el 14 de noviembre de 1973, en el registro de matrimonio de la Abadía de Westminster para el matrimonio de la Princesa Ana, hija de Isabel II, y el Capitán Mark Phillips.
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