Fuerte reclamo de los empleados del Vaticano por los ajustes salariales y las condiciones laborales
Los trabajadores laicos de la Santa Sede criticaron en un documento los resultados financieros de los recortes del costo del personal y además que ya no se publican los balances oficiales que antes se presentaban en conferencia de prensa
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CIUDAD DEL VATICANO.- Tras los fuertes reclamos que realizaron en mayo de este año, el sindicato de trabajadores laicos del Vaticano divulgó un documento en el que expresa su preocupación ante las políticas económicas en curso en la Santa Sede, que no dan los resultados esperados y que ponen en duda el sentido de trabajar para las estructuras y oficinas vaticanas.
En un verdadero grito de alarma y una expresión de descontento y preocupación generalizados, los empleados del Vaticano se pronunciaron en contra de las medidas económicas que se vienen tomando durante el papado de Francisco repasando en detalle una serie de cuestiones críticas y supuestas sanciones que, además de no haber dado los resultados financieros esperados, incluso ponen en duda el sentido de trabajar para estructuras y oficinas de la Santa Sede.
“Los empleados del Vaticano, en el último tiempo, se están preguntando sobre la naturaleza del trabajo en la Sede Apostólica y el sentido del servicio”, expresa un documento publicado por su organización ADLV (Asociación de Empleados Laicos Vaticanos). “Ser parte de la comunidad de empleados vaticanos debería significar ser miembro de una familia especial, caracterizada por valores específicos que le confieren un rasgo distintivo peculiar respecto a las empresas externas, sobre todo privadas”. Pero si se observa los cambios impuestos por la reforma económica, “¿hay una real atención a la ‘persona humana’?”, sigue el comunicado.
“Frente a la inversión de recursos realizada, ¿cuáles son los resultados de esta ‘revolución’? No lo sabemos con precisión ya que, desde hace algunos años, los datos de balance ‘que antes se comentaban en conferencia de prensa’ no se publican. No perdemos la esperanza de poder ver el próximo balance de 2023″, lamenta la ADLV.
El libro de quejas comienza con los ajustes a los sueldos, como la suspensión del bono de antigüedad. Esta medida “no indolora”, costó miles de euros al empleado, con “significativa repercusión en pensiones y liquidaciones”. Los miembros del sindicato afirman que no logró “dar un giro radical a la situación financiera de la Santa Sede”. Además, en el comunicado difundido se pone el acento en las “medidas restrictivas” como “bloqueo de niveles funcionales, de contrataciones, de horas extras, etc.”. Finalmente, se pregunta qué esperar “de la anunciada reforma de las retribuciones” y si “también se intervendrá en las pensiones”.
“Un cambio radical en el rumbo”
Con una especie de grito de batalla el comunicado continúa anunciado que no pretenden mantener una postura pasiva. “Obviamente la ADLV no está dispuesta a quedarse indiferente si se adoptaran medidas aún más penalizadoras para los empleados”. Por otro lado, critican los ascensos “cuestionables”.
“Por otro lado, vemos que continúan, para unos pocos, las promociones y asignaciones a las direcciones: acciones que inciden en los balances y que no siempre se realizan con criterios de meritocracia”, dicen.
Uno de los “puntos dolorosos” a los que refieren son también las externalizaciones y privatizaciones, signo de “un cambio radical de rumbo de una comunidad restringida inspirada en los valores del Evangelio”. Donde sugieren que el cambio de valores hacen parecer más a la institución religiosa a una empresa. “Se tiende a hablar, ahora, de una ‘cultura de la empresa’. Entonces, ¿en qué se está convirtiendo el Vaticano?”, incita la ADLV.
El patrimonio inmobiliario, de competencia de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, “fue dado en gestión a algunas agencias inmobiliarias italianas, que han establecido un acuerdo marco”.
Siempre en relación con la APSA, “en cuanto al patrimonio mobiliario, las inversiones en títulos y bonos de todos los Entes/Dicasterios, han sido repentinamente movilizadas y dadas en gestión a sociedades principalmente americanas”.
Annona, el supermercado vaticano, “seguirá pronto la misma suerte: pronto su gestión será confiada a una reconocida marca italiana. Los 30/40 empleados vaticanos, advertidos a hechos consumados, deberían ser reubicados dentro del Vaticano”, aunque éstos afirman no tener información al respecto.
“Tenemos la percepción de que el cuerpo se está ‘desestructurando’ poco a poco. ¿Por qué no fortalecer los recursos internos, que están cada vez más desmotivados y confundidos? ¿En qué dirección estamos yendo?”.
El resultado, mientras tanto, es que los empleados están “cada vez más preocupados”. Y “el descontento crece implacablemente, como lo demuestra la ‘acción colectiva’ llevada adelante por algunos empleados de los Museos Vaticanos”. “¿Cuándo llegará la tan esperada apertura al diálogo al estilo del Cardenal Casaroli?”, concluye el documento.
Protestas previas
En un acontecimiento sin precedentes, entre abril y mayo de este año, empleados de los Museos Vaticanos presentaron una demanda colectiva ante el gobierno del Vaticano para exigir mejores condiciones laborales, incluyendo reconocimiento de la antigüedad, licencias por enfermedad y compensación por horas extras.
En la solicitud, presentada por la abogada Laura Sgró en nombre de un grupo de 49 empleados, se denuncia que las horas extras se pagan a tarifas reducidas y que las medidas de salud y seguridad son insuficientes.
Son aproximadamente 700 trabajadores laicos los que conforman el personal de los museos vaticanos, muchos de ellos con años de servicio.
En el Vaticano, no existen regulaciones laborales, negociaciones salariales, comisiones paritarias ni sindicatos. Además, no se reconoce el derecho a la huelga, y en caso de despido, no hay derecho a indemnización, según lo admitido por la Asociación de Empleados Laicos del Vaticano (ADLV), la cual ha sido reconocida por la Santa Sede desde 1993.
Agencia ANSA
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