Fuerte polémica en Italia por una sentencia sobre el saludo nazi-fascista
Un fallo del tribunal supremo dictaminó que el también llamado “saludo romano”, con el brazo extendido, no es penalmente punible si no hay peligro concreto de que vuelva a crearse el partido fascista; victoria histórica de la extrema derecha
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ROMA.- El saludo nazi-fascista, también llamado “saludo romano”, no es delito si se hace en un aniversario o acto conmemorativo y si no hay peligro de que vuelva a crearse el partido fascista, dictaminó este jueves la Corte de Casación, es decir, el Tribunal Supremo de Italia, y desató polémicas al tratarse de un tema desde siempre altamente sensible y divisivo y al tener lugar justo durante el gobierno de Giorgia Meloni, el más a la derecha en el país desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y la dictatura de Benito Mussolini.
Muy esperada, la sentencia, que este viernes fue tapa de todos los diarios y siguió dando que hablar en radio y televisión, también tuvo lugar a menos de dos semanas de una manifestación neofascista que había causado gran revuelo. Fue cuando, como todos los años, el 7 de enero pasado simpatizantes de ultraderecha y demás grupos neofascistas se juntaron frente a la sede del Movimiento Social Italiano (MSI, partido neofascista hoy desaparecido, germen de Hermanos de Italia) de la vía Acca Larentia, del barrio de la Tuscolana, para recordar el asesinato en ese lugar, en 1978, de tres militantes (Franco Bigonzetti, Francesco Ciavatta y Stefano Recchioni). Y, como quedó grabado en un video que dio la vuelta al mundo y encendió alarmas neofascistas, los presentes, formadas en formas geométricas, con el brazo extendido hicieron el saludo romano y gritaron “¡presente!” cada vez que se nombraba al “camarada” caído en combate. Las imágenes, que evocaron oscuros tiempos pasados, llevaron a la oposición de centroizquierda a denunciar ese mítin por “apología del fascismo”.
Pero el fallo de la corte de Casación, que indicó que el saludo romano sólo es penalmente relevante si existe un peligro de que vuelva a constituirse el partido fascista -algo que sí es considerado delito por la ley Scelba de 1952 que justamente castiga la apología de fascismo-, cambió las cosas. Para los jueces, si se extienden los brazos para un acto conmemorativo es simple folklore nostálgico, aunque se trate “de un ritual evocativo de la gestualidad propia del disuelto partido fascista”.
El Tribunal Supremo no se pronunció por el mitin de Acca Larentia, sino por un episodio bastante similar ocurrido en 2016 en Milán, cuando unas mil personas se juntaron para evocar el aniversario de la muerte de Sergio Ramelli, un estudiante de 19 años, de derecha, asesinado a golpes por militantes de izquierda en 1975, durante los llamados “años de plomo”, en pleno auge de las Brigadas Rojas (grupo terrorista de extrema izquierda). Entonces también se escenificó el ritual fascista con saludo romano y brazos extendidos y ocho personas -los organizadores del acto, militantes de derecha- fueron procesadas por “apología del fascismo”. Fueron absueltos en primer grado en 2020, condenados en segundo en 2022 y ayer la Corte de Casación anuló esa condena porque consideró que no había delito al no existir un “peligro concreto” de volver a crear un partido fascista. Algo en todo caso bastante difícil de demostrar, según diversos observadores, por lo que, como escribió La Repubblica, no es difícil de prever que los brazos extendidos con fines “conmemorativos” tenderán a multiplicarse.
Repercusiones
Como no podía ser de otra manera, la decisión de la Casación fue saludada con bombos y platillos por Casa Pound, movimiento de extrema derecha neofascista. “Es una victoria histórica que finalmente le pone fin a una serie de acusaciones que no tenían ningún sentido y le pone fin a las polémicas indignantes que hubo después de Acca Larentia”, exultaron.
Lo mismo hizo extraoficialmente Ignazio La Russa, presidente del Senado y miembro de Hermanos de Italia, militante posfascista en su juventud, que de segundo nombre se llama Benito, como Mussolini, y famoso por tener un busto del Duce en su casa. “Es una sentencia que se comenta por sí sola”, expresó, satisfecho.
Mientras que la primera ministra, Giorgia Meloni, prefirió el silencio y evitar inmiscuirse en el avispero, el Partido Democrático (PD), el principal de oposición, de centroizquierda, no ocultó su alarma. Sin resignarse a que el saludo nazi-fascista tienda a ser minimizado y tan solo considerado una inocua costumbre de nostálgicos del llamado “Ventennio” (las dos décadas de dictatura fascista) y tras destacar dudas de interpretación, habló de la necesidad de una nueva ley. “La sentencia deja abiertas dudas interpretativas y el hecho es que demasiado a menudo el saludo romano no se limita a siempre deplorables simbologías conmemorativas, sino que representa la antecámara de gestos de violencia y atropellos”, dijo Sandro Ruotolo, del PD.
No coincidió el líder del partido centrista Azione, Carlo Calenda: “Pienso que el problema debe ponerse sobre otro plano: el problema no es el hecho de que en Italia hay fascistas, porque hay en todos los países; pienso que el problema verdadero es que es cultural, es decir, el hecho que muchos italianos piensan que el fascismo en el fondo fue una cosa buena y que sólo se equivocó al aliarse con Hitler”.
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