Fuerte mensaje del papa Francisco sobre la crisis en Venezuela: “Las dictaduras no sirven y terminan mal antes o después”
En su habitual conferencia de prensa de regreso a Roma, el Pontífice se dirigió a los venezolanos, aunque evitó mencionar a Maduro; calificó los abusos en la Iglesia como “demoníacos” y dijo que en EE.UU. los votantes deberán decidir “por el mal menor”
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A BORDO DEL VUELO PAPAL.- El papa Francisco apareció en la parte trasera del avión media hora después del despegue del Airbus A350-900 de Singapore Airlines, caminando con su bastón y ayudado por sus máximos colaboradores. Tenía rostro cansado, pero evidentemente satisfecho por la prueba física superada en su maratón por el sudeste asiático y Oceanía, con sus casi 88 años y pese a la silla de ruedas. Y pese a las temperaturas tropicales, la humedad, los distintos husos horarios y culturas de los países visitados, su contacto con las diversas multitudes, lejos de agotarlo, lo energizaron.
Fue así que, en su habitual ping-pong sin red con los periodistas a bordo del vuelo papal, entre ellos de LA NACION, Francisco contestó durante unos 45 minutos preguntas sobre varios temas candentes. Desde las electrizantes elecciones en Estados Unidos a la escalada de la guerra en Medio Oriente, el abuso sexual de menores en la Iglesia -“algo demoníaco”- y la terrible situación en Venezuela, con la que, por primera vez, más allá de la diplomacia, tuvo palabras fuertes.
“Las dictaduras no sirven y terminan mal antes o después, leyendo la historia”, dijo Francisco al contestar una pregunta sobre qué mensaje les daría a los venezolanos en un momento tan dramático como el actual, aunque sin mencionar al régimen de Nicolás Maduro. Debido al más que exigente periplo por el sudeste asiático y Oceanía, admitió que no estaba al tanto de los últimos acontecimientos, entre ellos, del exilio forzado a España del excandidato opositor venezolano Edmundo González Urrutia.
“No seguí la situación de Venezuela, pero el mensaje que daré a los gobernantes es dialogar y hacer la paz”, afirmó. Y auspició, en todo caso, que “el gobierno y la gente hagan todo para encontrar un camino de paz en Venezuela”.
“Yo no puedo dar una opinión política porque no conozco los detalles, pero sé que los obispos han hablado y el mensaje de los obispos debe ser mejor”, añadió el Papa.
Desde las elecciones del 28 de julio pasado, en las que según la oposición habría ganado por amplio margen González Urrutia -reconocido presidente electo por varios países, entre ellos, la Argentina-, en efecto los obispos venezolanos -seguramente de acuerdo con la Secretaría de Estado del Vaticano- vienen reclamando una verificación del proceso electoral y el respeto de la voluntad popular expresada en las urnas. La conferencia episcopal venezolana también llamó a evitar “toda manifestación de violencia, venga de donde venga” y cualquier “posible abuso” de los órganos del Estado, luego de las detenciones masivas de opositores políticos.
“El mal menor”
El Papa, que habló en italiano y permaneció sentado durante la conferencia de prensa, con el cinturón puesto, también dio titulares al contestar una pregunta sobre las elecciones en Estados Unidos del 5 de noviembre. Y, en algo que causará mucho ruido en el episcopado de allí, sorprendió al equiparar de forma muy clara al aborto con otro pecado grave: el rechazo a los migrantes.
Consultado sobre qué consejo le daría a un elector católico que debe decidir entre un candidato que es favorable a la interrupción del embarazo (es decir, la vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, nunca mencionada) y otro que querría deportar a 11 millones de migrantes (el expresidente y candidato republicano, Donald Trump, tampoco nombrado), el Papa contestó sin dudar que las dos cosas eran igual de malas porque “están en contra de la vida”. Y que los votantes debían decidir, en conciencia, “por el mal menor”.
“En la moral política por lo general se dice que no votar es feo, no es bueno. Hay que votar y debe elegirse el mal menor. ¿Quién es el mal menor? ¿Esa señora o ese señor? No lo sé, cada uno, en conciencia, que piense y haga lo que tenga que hacer”, dijo, en alusión a los dos adversarios en la peleada carrera electoral norteamericana.
Antes, explicó que echar a los migrantes, como matar niños, son dos cosas que “están contra la vida”.
“Tanto echar a los migrantes, o no darle a los migrantes acogida o posibilidad de trabajar, es pecado y grave”, aseguró. “La migración es un derecho, un derecho que está en las Sagradas Escrituras, en el Antiguo Testamento”, añadió.
Como ya hizo muchas veces, Francisco reiteró, por otro lado, que “realizar un aborto es matar a un ser humano”.
“Te guste o no te guste la palabra, es matar. Y no es que en esto la Iglesia es cerrada: la Iglesia no permite el aborto porque mata, es un asesinato”, dijo. “Hay que tener las cosas claras. No dejar desarrollar la vida de los migrantes es una cosa fea, es una maldad. Sacar a un niño del vientre de su madre es un asesinato, porque hay vida. De esto hay que hablar claro. Las dos cosas son claras”, insistió. Se descuenta que esta respuesta generará polémicas entre los obispos estadounidenses, en su mayoría conservadores, que consideran la lucha contra el aborto una prioridad.
Crítica a Israel
Consultado sobre la cada vez más dramática situación en Medio Oriente, con una escalada del conflicto a Cisjordania desde la Franja de Gaza -donde un bombardeo a una escuela el miércoles pasado dejó 18 muertos, entre ellos seis de la ONU-, el Papa criticó lo que consideró respuestas excesivas de parte de Israel, que tampoco mencionó.
“Yo no puedo calificar si esta acción de guerra es demasiado sanguinaria o no, pero, por favor, cuando se ven cuerpos de niños asesinados, cuando se ve que por presunción que haya ahí algunos guerrilleros… se bombardea también una escuela, es feo esto… Es feo”, dijo.
“A veces se dice que es una guerra defensiva, o no, pero a veces creo que es una guerra demasiado… demasiado”, agregó. Subrayó, además, que la Secretaría de Estado está trabajando para un cese del fuego, pero admitió, preocupado, que no veía que hubiera “pasos para hacer la paz”.
Recordó, por otro lado, que todos los días llama por teléfono a la parroquia católica de Gaza, que tiene al frente el sacerdote argentino Gabriel Romanelli. “Ahí adentro, en la parroquia y en la escuela, hay 600 personas, cristianos y musulmanes, que viven como hermanos. Me cuentan cosas feas, difíciles”, lamentó. “Al final, quien gana la guerra encontrará una gran derrota: la guerra es siempre una derrota, siempre, sin excepcionas”, advirtió. Y elogió, en este marco, el rol del rey Hussein de Jordania, que definió “un hombre de paz” que está tratando de hacer la paz”.
“El abuso es algo demoníaco”
El exarzobispo de Buenos Aires volvió a reiterar, en otro orden, todo su espanto ante el escándalo de abusos sexuales en la Iglesia católica. Lo hizo tras una pregunta sobre dos casos de sacerdotes con mucho carisma e influencia que, se supo años más tarde, cometieron abusos. Se trata del caso del obispo Carlos Filipe Ximenes Belo, figura considerada un héroe de la independencia en Timor Oriental, que obtuvo el premio Nobel de la Paz junto al presidente José Ramos-Horta en 1996, pero que fue sancionado por el Vaticano por abusos a menores que se conocieron hace dos años; y el famoso abbé Pierre (Henri Grouès), sacerdote católico francés fallecido en 2007, conocido como “el ángel de los pobres” y fundador de la comunidad Emmaus, durante varios años personalidad favorita de los franceses, que, según se supo ahora, fue un agresor sexual durante décadas.
“Tocaste un punto doloroso, muy delicado... Gente buena, que hace bien, nombraste el abbé Pierre, que después de tanto bien hecho, se ve que es un pecador, feo… Y esta es nuestra condición humana. No debemos decir ‘ocultemos, ocultemos’ para que no se vea”, dijo. “Los pecados públicos son públicos y deben ser condenados. Por ejemplo, el abbé Pierre es un hombre que hizo mucho bien, pero también, un pecador. Nosotros debemos hablar claro sobre estas cosas, no esconder: el trabajo contra los abusos es algo que todos nosotros debemos hacer, pero no sólo contra los abusos sexuales, sino contra cada tipo de abuso: el abuso social, el abuso educativo, cambiar la mentalidad de la gente, quitar la libertad”, añadió.
“El abuso es algo demoníaco, cada tipo de abuso destruye la dignidad de la persona, cada tipo de abuso trata de destruir todo lo que nosotros somos como imagen de Dios”, sentenció, con rostro ofuscado. Y aseguró estar “contento” de que salgan afuera estas cosas.
“Tu pregunta creó una turbulencia”, dijo el Papa, con su sentido del humor porteño intacto, al periodista francés que se la formuló. Poco antes, el capitán del avión había advertido que había que ajustarse los cinturones por fuertes vientos. Pero Francisco no aprovechó para regresar a su asiento y dar por terminada la conferencia de prensa, sino que se quedó. Y remató: “El abuso sexual de los niños, de los menores, es un crimen, es una vergüenza”.
“Me quedé enamorado de Timor Oriental”
Claramente entusiasmado por su exitoso periplo, el viaje más largo del pontificado, hasta las periferias del mundo, finalmente Francisco explicó qué quiso decir cuando advirtió a los mayoritariamente católicos timorenses que estuvieran atentos a los “cocodrilos”.
“Tomé la imagen de los cocodrilos que llegan a la playa. Timor Oriental tiene una cultura simple, familiar, alegre y tiene una cultura de vida, tiene muchos niños. Y yo cuando hablaba de cocodrilo hablaba de ideas que pueden venir de afuera para arruinar esta armonía que ustedes tienen”, le dijo a un periodista de esa excolonia portuguesa. “Te digo algo, me quedé enamorado de Timor Oriental”, reveló.
Confesó asimismo haber quedado fascinado con las danzas, cultura y arte de Papúa Nueva Guinea, otro país muy pobre y el primero de Oceanía que pisa. Y destacó la remota y exuberante selva de Vanimo, donde, tras subirse con su silla de ruedas a un avión de transporte militar C130, pudo cumplir la promesa de visitar la “linda organización” montada allí por misioneros y monjas argentinos. “Me gustó mucho Vanimo y el país”, concluyó.
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