Fuerte discurso de una periodista mexicana contra el silencio de la Iglesia por los abusos
ROMA.- "Cuanto más encubran, cuanto más sean avestruces, cuanto menos informen a los medios y, por lo tanto, a los fieles y a la opinión pública, más grande será el escándalo".
Así como la inédita cumbre sobre el escándalo de abusos sexuales de menores en el clero arrancó con estremecedores testimonios de víctimas, hoy concluyó con una ponencia en la que la periodista mexicana Valentina Alazraki, corresponsal de Televisa, decana de los vaticanistas, habló con una franqueza nunca antes vista en una reunión de este tipo en el Vaticano .
Alazraki, que cubre el Vaticano desde hace 45 años y siguió en 150 viajes a los últimos tres pontífices, no tuvo miedo de decirles en la cara a los 190 obispos y cardenales de todo el mundo y al Papa que "mi sensación es que dentro de la Iglesia hay mucha resistencia a reconocer que el problema de los abusos existe y que hay que enfrentarlo con todas las herramientas posibles".
Alazraki -una de las tres mujeres invitadas a hablar en el encuentro- arrancó su disertación con un planteo más que directo.
"Háganse una pregunta. ¿Son ustedes enemigos de los abusadores y de los encubridores tanto como lo somos nosotros? Nosotros hemos elegido de qué lado estar. ¿Ustedes, lo han hecho de verdad o solo de palabra?", preguntó. "Si ustedes están en contra de los abusadores y de los encubridores, estamos del mismo lado. Podemos ser aliados, no enemigos. Les ayudaremos a encontrar las manzanas podridas y a vencer las resistencias para apartarlas de las sanas", siguió. "Pero si ustedes no se deciden de manera radical a estar del lado de los niños, de las mamás, de las familias, de la sociedad civil, tienen razón a tenernos miedo, porque los periodistas, que queremos el bien común, seremos sus peores enemigos", advirtió.
Alazraki destacó que durante sus más de cuatro décadas de corresponsal en el Vaticano vio "absolutamente de todo". "¡Cuántas veces me ha tocado escuchar que el escándalo de los abusos es 'culpa de la prensa, que es un complot de ciertos medios para desacreditar a la Iglesia, que detrás hay poderes ocultos, para acabar con esta institución'!"dijo. "Nosotros los periodistas sabemos que hay informadores más rigurosos que otros, y que hay medios más o menos dependientes de intereses políticos, ideológicos o económicos. Pero creo que en ningún caso se puede culpabilizar a los medios por destapar o informar sobre abusos. Los abusos contra menores no son ni chismorreos ni habladurías, son crímenes", afirmó.
En una jornada dedicada al crucial tema de la transparencia, directa como ninguno de los nueve oradores de la cumbre -que culminará mañana con una misa y un discurso final del Papa-, Alazaraki les recordó a los presentes que "los fieles no perdonan la falta de transparencia, porque es una nueva violencia a las víctimas". "Quien no informa, alienta un clima de sospecha y desconfianza y provoca la rabia y el odio hacia la institución", disparó. "Lo he visto con mis propios ojos en el viaje del papa Francisco a Chile de 2018. No fue indiferencia: fue indignación y rabia por el encubrimiento sistemático, por el silencio, por el engaño a los fieles y el dolor de las víctimas que durante decenios no fueron escuchadas, no fueron creídas", ejemplificó.
Luego de reconocer que "en la época en la que vivimos esconder un secreto es muy difícil", reclamó a la alta jerarquía de la Iglesia ser la primera en dar la información, "de manera proactiva y no de forma reactiva, que es lo habitual".
"Cuenten las cosas cuando las sepan", pidió. "No será agradable pero es el único camino, si quieren que les creamos cuando dicen que 'en adelante, los ocultamientos no serán tolerados'", dijo.
Alazraki llamó a la Iglesia a aprender de los errores del pasado y recordó el escándalo que ocurrió dentro de la Iglesia de su país con el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, abusador serial, que consideró el "caso más emblemático de comunicación enferma" y corrupta. "Detrás del silencio, de la falta de una comunicación sana, transparente, hay muchas veces no sólo miedo al escándalo, la preocupación por el buen nombre de la institución, hay también dinero, cheques, regalos, permisos para construir colegios y universidades en zonas donde a lo mejor no se podía construir. Hablo de lo que yo he visto y he investigado a fondo", denunció.
Dio, además, ejemplos concretos de falta de transparencia en la comunicación del Vaticano, que suele informar en su boletín diario de que el Papa aceptó la renuncia de tal o cual obispo, sin explicar las razones. "Hay sacerdotes que han salido corriendo a informarle a los fieles que estaban enfermos y no se iban por abusadores. Creo que la noticia de la renuncia de un abusador debería ser dada con claridad, de una forma explícita", dijo.
Dio, finalmente, tres consejos prácticos para vivir la transparencia a la hora de comunicar sobre abusos sexuales a menores. El primero fue poner las víctimas en primer plano. El segundo, dejarse asesorar por expertos en comunicación. El tercero, profesionalizar la comunicación en todos los niveles, desde una parroquia al Vaticano, para que puedan dar una información certera con rapidez: "la respuesta no puede ser el silencio o el 'no comment'". "Si no se informa con tempestividad, la respuesta ya no interesará, será demasiado tarde y otros lo harán, a lo mejor de una manera incorrecta. El riesgo es alto y el precio de este tipo de conducta es aún más alto. El silencio da la sensación de que las acusaciones, independientemente de que sean verdaderas o falsas, o en parte verdaderas y en parte falsas, son seguramente verdaderas y que se teme dar una respuesta que pueda ser inmediatamente desmentida", indicó.
Aconsejó, finalmente, que como "estamos en el el umbral de otro escándalo, el de las monjas y religiosas víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes y obispos" -algo denunciado por la revista femenina de L'Osservatore Romano-, la Iglesia en esta ocasión saliera a jugar a la ofensiva y no a la defensiva, como en el caso de los abusos a menores. "Podría ser una gran oportunidad para que la Iglesia tomara la iniciativa y estuviera en primera línea, en la denuncia de estos abusos que no son solo sexuales sino también abusos de poder", dijo.
Se despidió con una expresión de deseos: "Ojalá vuelvan a sus diócesis pensando que no somos nosotros los lobos feroces, sino que, al contrario, podemos unir nuestras fuerzas en contra de los verdaderos lobos".
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