"Fuera Dilma", el grito en la calle de más de dos millones de brasileños
Hubo manifestaciones en todo el país por la corrupción y los problemas económicos; la de San Pablo fue la mayor movilización desde el retorno de la democracia; el gobierno prometió medidas
SAN PABLO.- La línea roja del subte de San Pablo, que une el este con el oeste de la ciudad, se tiñó ayer de verde y amarillo. Familias con chicos pequeños, grupos de jóvenes y parejas de jubilados vestidos con la camiseta de la selección nacional, cubiertos con banderas del país y con la cara pintada con los colores de Brasil se dirigieron en masa hacia la Avenida Paulista, en el centro de la ciudad. Todos querían mostrar su descontento con el gobierno de la presidenta: "¡Fuera Dilma!", fue el grito que compartieron con los más de dos millones de brasileños que salieron a la calle en todo el país.
A unas pocas cuadras ahí, en la estación Consolaçao, que tiene salida directa a la Avenida Paulista, las escaleras mecánicas quedaron abarrotadas de manifestantes, que comenzaron a gritar, aplaudir, tocar silbatos, vuvuzelas y salieron al exterior a juntarse con otros cientos de miles de indignados.
"Estoy en contra de la corrupción, no estoy satisfecho con el rumbo económico del país, no estoy ni a favor ni en contra de la destitución de la presidenta, yo quiero lo que sea mejor para Brasil. Hoy comienza un gran cambio", dijo a LA NACION Danilo Daniele, un empresario de 31 años que fue a la manifestación junto a seis amigos.
Danilo formó parte del millón de manifestantes que se reunieron en San Pablo, sobre la Avenida Paulista y alrededores, según cifras oficiales de la Policía Militar (PM), en lo que fue la protesta política más grande que se haya registrado en democracia en esta ciudad. Según estimaciones de la misma fuerza, en total salieron más de dos millones de personas a la calle en todo el país. Además de San Pablo, hubo protestas en 24 estados brasileños, como Río de Janeiro, Porto Alegre, Belo Horizonte y Pará, y el Distrito Federal.
Sentada en la esquina de la avenida Paulista y la calle Augusta, Isabel Almeida, una pintora de 58 años, contó que no está "satisfecha" con el gobierno actual y que quiere la alternancia en el poder.
"No estoy a favor del juicio político contra Dilma, estoy a favor de la Constitución. Somos muchos acá afuera, la presidenta no va a poder quedarse callada", contó abrazada a su hermana.
Pero hay muchos que no piensan como ella. A unos pocos pasos, cerca de una carpa del partido Solidaridade, fundado en septiembre de 2013 y uno de los varios grupos que convocaron a la marcha, algunos voluntarios recolectaban firmas a favor de la destitución de la presidenta.
Hasta las 16 de ayer, habían reunido unas 15.000, según indicó uno de los responsables de la iniciativa.
"Yo también estoy a favor del juicio político, estoy indignada y cansada de tanta corrupción. Dilma ganó las elecciones con dinero de Petrobras, no fue una elección limpia, tengo la esperanza de que puede haber un Brasil mejor", dijo a LA NACION Simone Torres, una médica de 34 años embarazada de cinco meses que fue con su hijo a la manifestación.
Los indignados de ayer en Brasil tienen un perfil similar, pertenecen a las clases más acomodadas, son profesionales, universitarios, médicos o dueños de algún negocio.
El día de protestas se extendió hasta entrada la noche y la jornada cerró con cacerolazos en varios barrios de las principales ciudades de Brasil, en repudio a las palabras de los ministros que salieron a hablar en vivo para hacer un balance de las protestas, a las que calificaron de "democráticas" y de estar "lejos de cualquier golpe" de Estado.
Los ministros de Justicia, José Eduardo Cardozo, y de la Secretaría General de la Presidencia, Miguel Rossetto, informaron en una conferencia de prensa que la presidenta anunciará una serie de medidas de combate contra la corrupción y la impunidad en los próximos días. No detallaron qué tipo de acciones van a tomarse, pero indicaron que el gobierno "está abierto al diálogo" para tratar las propuestas.
Después de mucha expectativa y de una intensa convocatoria a través de las redes sociales, los manifestantes de Brasilia fueron los primeros en comenzar la jornada de protesta en la Explanada de los Ministerios, frente al Congreso Nacional. La policía estimó que hubo unas 45.000 personas. Durante la mañana la marcha fue tranquila, pero entrada la tarde se registraron algunos disturbios, cuando agentes de seguridad lanzaron gases lacrimógenos para dispersar a un grupo que intentó invadir el edificio del Congreso.
En Río de Janeiro, los que salieron a la calle a gritar "Fuera Dilma" fueron unos 25.000, repartidos en dos manifestaciones, una por la mañana, en Copacabana, sobre la avenida Atlántica, y otra por la tarde, en el centro de la ciudad, frente a la Iglesia de la Candelaria. Los manifestantes cargaron carteles que pedían el juicio político de la presidenta y la intervención militar.
La marea verde y amarilla también tuvo una fuerte presencia en Belén, capital del norteño estado de Pará, y en Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, estado del que es gobernador el ex candidato a la presidencia Aécio Neves, derrotado por Dilma en octubre pasado en una segunda vuelta cabeza a cabeza.
A través de un video subido a su cuenta de Facebook, y vestido con la camiseta de la selección nacional, Aécio celebró que el pueblo haya salido a la calle, dijo que el domingo 15 va a quedar en la memoria como "el día de la democracia".
El sentimiento de indignación en Brasil es por la corrupción, por el escándalo de desvío de fondos en la estatal Petrobras, la crisis económica y la inacción del gobierno de Dilma, con una oposición en el Congreso que le está haciendo la vida imposible a la presidenta.
Pero ésta no es la primera vez que el pueblo brasileño muestra su malestar de forma masiva. Ya se había hecho escuchar en junio de 2013, cuando una protesta contra el aumento de la tarifa del transporte público en San Pablo decantó en masivas manifestaciones en todo el país contra los multimillonarios gastos del Mundial 2014, con pedidos de menos corrupción, más educación y salud.
La protesta de ayer tampoco será la última: los grupos que organizaron la manifestación de Brasilia comenzarán hoy a planear nuevos actos para el mes que viene.
"Esta protesta no es sólo contra Dilma, es una llamada de atención a todos los políticos brasileños que no hagan bien sus deberes; el pueblo no va a aceptar que nadie lleve el país a la bancarrota, esto es sólo el comienzo", dijo a LA NACION el jubilado Osvaldo Bueno, de 57 años, de la mano de su esposa e hijo en medio de un ruido ensordecedor de silbatos, vuvuzelas y gritos de "Fuera Dilma" en la Avenida Paulista.
Una pequeña protesta en el Obelisco
- Los brasileños que viven en el exterior también se congregaron en algunas ciudades del mundo, como Buenos Aires, donde se reunieron una veintena de manifestantes.
- Con camisetas amarillas de la selección, los brasileños eligieron el Obelisco para reunirse y cantaron el himno nacional. "Basta de corrupción" decía uno de los carteles.
- También hubo una congregación en Nueva York, de unos 100 manifestantes que desafiaron el frío, según consignó el diario O Globo.
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