SAN PABLO.- Hubo un momento en que Eike Batista lo tenía todo. Era el hombre más rico de Brasil , las revistas de negocios lo calificaban como el mejor empresario del país y los políticos, de la presidenta para abajo, hacían cola para sacarse fotos con él. La crisis económica brasileña y la operación Lava Jato terminaron por llevarse puesto todo: primero a sus empresas y después a él, que ahora deberá pasar 30 años en la cárcel.
Batista fue declarado ayer culpable de pagar 16,5 millones de dólares en sobornos al entonces gobernador de Río de Janeiro Sergio Cabral para obtener ventajas en contratos con el estado. Cabral, que ya purgaba prisión por otros casos, también fue condenado.
Emblema de los años en que Brasil era el país favorito de los mercados, Batista llegó a ser clasificado en 2012 como la séptima fortuna del mundo por la revista Forbes, antes de iniciar su frenética caída a mediados de ese mismo año. Hace seis años tenía un patrimonio de 30.000 millones de dólares.
Pese a no tener estudios universitarios, este brasileño construyó por su cuenta el grupo de minería y energía EBX, y logró que subiera como la espuma.
"Quiero ayudar a una generación entera de brasileros a estar orgullosos", dijo durante una entrevista en 2007. En su momento, Batista dijo a los inversores que Brasil tenía un potencial de crecimiento exponencial y se postuló como el mejor vehículo para quienes quisieran ganar plata. "Mi caballo de carrera es Brasil", dijo. "Y hoy Brasil tiene la riqueza que tenía Estados Unidos en el siglo pasado".
En el pico de su influencia, Batista se retrataba a sí mismo como un empresario filántropo comprometido con mejorar la calidad de vida de Río de Janeiro. Donó patrulleros a la policía local, invirtió en la renovación de un hotel famoso y ayudó a limpiar el lago para los Juegos Olímpicos de 2016.
Llegó a declarar públicamente que quería sobrepasar al mexicano Carlos Slim como el hombre más rico del mundo en 2015, pero su imperio había empezado a crujir mucho antes de eso.
Su compañía entró en bancarrota en 2013 cuando la petrolera OGX reconoció que no cumpliría con sus metas de producción y los mercados le dieran la espalda. Su fortuna no hizo más que decaer a partir de 2014, cuando la economía brasileña entró en recesión y la justicia federal empezó una investigación sobre financiamiento ilegal de la política que derrumbó a políticos y empresarios.
Sentencia
Un juez federal en Río de Janeiro firmó la sentencia anteayer, pero sólo se conoció ampliamente ayer. Fernando Martins, abogado de Batista, se quejó de que la causa contra su defendido era vaga y dijo que apelará, de acuerdo con medios brasileños.
La causa es parte de una investigación de lavado de dinero y ocultamiento de aproximadamente 100 millones de dólares en cuentas bancarias en el extranjero. La fiscalía dice que casi 80 millones de la suma le pertenecían a Cabral. La pesquisa derivó de la operación Lava Jato sobre el sistemático pago de sobornos y contribuciones ilegales de campaña a políticos a cambio de acuerdos favorables para compañías.
El arresto de Batista el año pasado por los cargos de corrupción estuvo rodeado de drama. La policía inicialmente fue a la casa de Batista en Río de Janeiro para ejecutar la orden de arresto, pero éste no se encontraba allí. Su abogado dijo que estaba viajando por el extranjero. Pese a las garantías del abogado de que Batista se entregaría una vez regresase del viaje, la policía federal le pidió ayuda a Interpol para localizarlo y dijo que se le consideró brevemente como fugitivo. Cuatro días después del intento inicial, Batista fue arrestado al bajarse de un vuelo comercial procedente de Nueva York.
Agencias AFP y AP y diario The New York Times
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