"Fue chocante": la increíble caída en desgracia de uno de los periodistas más prestigiosos de EE.UU.
NUEVA YORK.- Hasta su fatídica aparición por Zoom del 15 de octubre, la cuarentena de Jeffrey Toobin venía mejor que la de la mayoría de la gente.
En agosto salió su octavo libro —True Crimes and Misdemeanors: The Investigation of Donald Trump, sobre la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre la injerencia rusa en la elección presidencial norteamericana de 2016— que recibió buenas críticas y hasta figuró brevemente en la lista de best-sellers del diario The New York Times. Y el productor y director Ryan Murphy estaba filmando una miniserie basada en el tercer libro de Toobin, sobre el affaire Monica Lewinsky.
Además, estaba a punto de estrenarse el episodio de la miniserie policial The Undoing, donde Toobin aparecería haciendo de sí mismo y comentando el juicio de asesinato que articula el relato.
Y de pronto, en cuestión de minutos, Toobin, de 60 años, hizo algo que lo convertiría, ya no en observador, sino en protagonista de un escándalo, con investigación y análisis periodístico incluidos. Mientras trabajaba en un podcast sobre la elección presidencial 2020 para WNYC y la revista The New Yorker junto a algunos de los otros reconocidos periodistas de esos medios, incluidas Jane Mayer y Masha Gessen, se pudo ver cuando Toobin bajaba y subía su webcam, mientras exponía y se tocaba el pene, y hacía gestos de mandar besos a alguien que no era sus colegas conectados, recuerda Gessen. La revista suspendió a Toobin ese mismo día y sus directivos impulsaron una investigación interna.
"No fue un acto sexual consumado, pero fue mucho más que un segundo", dice Gessen. "Fue realmente fue chocante."
La revista The New Yorker llevó el tema de la frágil frontera entre pantalla y realidad a la tapa de su edición del 7 de diciembre, donde puede verse a una mujer frente a su computadora, impecablemente arreglada de la cintura para arriba, y muy de entrecasa de la cintura para abajo.
Cuando ese número salió a la calle, el contrato de Toobin con la revista ya había sido cancelado, y el periodista había pedido licencia de CNN, donde es máximo analista judicial y donde incluso salía en pantalla varias veces al día. A fines de noviembre, cuando salió al aire el episodio de The Undoing en el que aparece, la imagen de Toobin había sido cortada en la edición, y solo dejaron el audio con sus comentarios sobre la ficción.
Antes una opinión ineludible, la voz de Toobin tampoco se hizo escuchar durante el proceso de confirmación de Amy Coney Barrett como jueza de la Suprema Corte, ni en el proceso eleccionario. Toobin tampoco quiso hacer comentarios para esta nota.
"Un poco zarpado y nada más"
La fatídica reunión por Zoom no era la primera vez que Toobin dejaba pasmados a sus colegas por su descaro sexual. Lisa DePaulo, periodista de la revista, dice que en 2003 Toobin la invitó a salir la víspera de Año Nuevo y le comentó que estaba separado de su esposa, Amy McIntosh, a quien había conocido en Harvard y con quien se había casado en 1986. (La pareja tuvo dos hijos, y Toobin también tuvo luego un hijo con la abogada Casey Greenfield.) Un par de días después de aceptar esa invitación, DePaulo llegó a su casa y en el contestador automático encontró un mensaje de Toobin donde describía con lenguaje vulgar todo lo que planeaba hacerle sexualmente.
"Guardé el mensaje y se lo hice escuchar a todos mis amigos", dice DePaulo. (Al ser consultado, uno de ellos corroboró la información.) Toobin más tarde la volvió a llamar para confirmar que ella hubiera recibido el mensaje y le dijo que había vuelto con su esposa.
"No me pareció que fuese un depredador sexual", dice DePaulo. "Pensé que era un buen tipo, un poco zarpado y nada más".
Pero masturbarse durante una reunión virtual de trabajo ya pasaba a otro nivel.
Además de generar burlas sobre una revista que se jacta de su dignidad y decoro desde las épocas de William Shawn, en el año 2020 ese hecho se convirtió de inmediato en una brasa caliente en materia de relaciones públicas. "Quiero asegurarles a todos que nos tomamos muy en serio lo que ocurre en el espacio de trabajo", decía el email enviado el 11 de noviembre al personal de la revista por Stan Duncan, jefe de personal de Condé Nast, empresa madre de la revista, donde también anunciaba la desvinculación definitiva de Toobin. "Nuestro compromiso es fomentar un entorno laboral donde todos se sientan respetados y cumplan con nuestros estándares de conducta."
"Algo tan terrible"
Nadie sabe bien si Toobin volverá a la vida pública o cuándo ocurrirá. Por el momento, está de licencia en CNN y los ejecutivos de la empresa prefieren no hablar de su futuro. Una vocera de CNN se limitó a confirmar que Toobin sigue siendo su principal analista judicial de la cadena. Los empleados de CNN dicen que el presidente de la cadena, Jeff Zucker, es un gran admirador de Toobin y es un ferviente defensor de las segundas oportunidades. Pero Zucker deja su cargo en 2021, y su opinión podría ser poco relevante.
Varios colegas históricos de Tobin dicen que fue castigado injustamente. "Alguien que es una excelente persona, un magnífico periodista, y que no hizo nada que lastimara a nadie, salvo a sí mismo y a su familia", tuiteó Jonathan Alter, su amigo desde hace 40 años, después del anuncio de la desvinculación de Toobin de la revista The New Yorker.
"No me gustan los linchamientos por Twitter, y no me gustan los bullies que por derecha y por izquierda participan de la cultura de la cancelación", dijo luego Alter ante una consulta telefónica. "No se puede mezclar todo. No es lo mismo Al Frenkel que Harvey Weinstein".
Tina Brown, que trabajó con Toobin en la revista y después trabajó para Weinstein, concuerda. "Creo que 27 años de notable trayectoria periodística y compromiso con The New Yorker deberían haber pesado más, frente a un incidente que avergonzó mucho a la revista, pero sobre todo a él mismo.", dice Brown.
Malcolm Gladwell, uno de los colaboradores más famosos de la revista, dijo estar confundido por el comunicado de Condé Nast, porque no da una sola justificación intelectual para el despido de Toobin. "Parecen dar por sentado que hizo algo terrible, pero nunca nos dicen qué fue eso tan terrible que hizo".
Hasta Masha Gessen, a quien inicialmente el incidente le pareció "traumático", ahora dice estar apenada por Toobin. "Me parece trágico que a un tipo lo echen por hacer una estupidez y nada más", dice Gessen. "Es el equivalente virtual a escaparte durante la hora del almuerzo para tener sexo, volver tarde y que te pesquen."
The New York Times
(Traducción de Jaime Arrambide)
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