Frustrada con Biden, China se vuelca a “viejos amigos” como Kissinger y Bill Gates
Pekín decidió cortejar a personalidades norteamericanas con afinidades e intereses en China para torcer el brazo de la Casa Blanca hacia una política más favorable
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PEKÍN.- Sobre la alfombra roja que tendió Pekín para darle la bienvenida a Henry Kissinger, el presidente chino, Xi Jinping, le dijo al centenario exsecretario de Estado norteamericano que el pueblo chino “siempre lo recordará”, y los máximos diplomáticos del país se deshicieron en elogios a su sabiduría. La visita de Kissinger también incluyó una reunión con el ministro de Defensa chino, que ha rechazado los numerosos llamados de su contraparte norteamericano para reanudar el diálogo.
El entusiasta recibimiento que le dio China esta semana a Kissinger no es más que otro ejemplo de los canales extraoficiales que está explorando Pekín para amplificar su mensaje y tratar de influir en la lógica de Washington. Pekín apela a quienes siente más alineados con su posición debido a su creciente desconfianza, por no decir hartazgo, con el gobierno de Biden.
Con la visita de Kissinger, a quien Xi y otros funcionarios llamaron “viejo amigo”, Pekín busca enfatizar su voluntad de cooperación y respeto mutuo entre las dos superpotencias. Con las visitas de líderes empresarios como Bill Gates —a quien Xi también llamó “viejo amigo”—, y Elon Musk, Pekín intenta resaltar la importancia de las históricas relaciones económicas entre ambos países y los peligros que entraña desarticular la cadena global de suministros.
Esos esfuerzos cobran mayor relevancia en el marco de la contraofensiva de Pekín para desacreditar los esfuerzos del gobierno de Biden por frenar el avance chino en materia geopolítica, militar y tecnológica. China también está atenta al consenso entre demócratas y republicanos sobre la necesidad de ser inflexibles con Pekín y a la campaña presidencial en ciernes, donde los candidatos a la Casa Blanca seguramente redoblarán sus críticas a China.
“Parece una estrategia totalmente deliberada de parte de China” para seducir a personalidades que podrían ayudar a modificar la opinión de Washington, dice Dennis Wilder, exanalista en jefe para asuntos chinos de la CIA. “Los chinos están sacando a la cancha a quienes tienen intereses establecidos en la economía china y en las relaciones bilaterales en general”.
Tras meses en el freezer, la relación entre China y Estados Unidos empezó a reanudarse en temas como el comercio y el cambio climático, aunque con pobres avances: el enviado climático de Biden, John Kerry, salió esta semana de sus negociaciones con China sin ningún acuerdo concreto, y Pekín argumento que las rispideces de la relación bilateral atentan contra la cooperación que espera Washington para luchar contra el calentamiento global.
Por más que las reuniones hayan logrado construir un “piso” para la relación, la tensión sigue siendo fuerte. China quiere que Estados Unidos levante las restricciones a la tecnología, deje de apoyar a Taiwán, y abandone lo que para Pekín es una estrategia de contención centrada en establecer lazos en materia de seguridad con aliados y socios de Washington entre los países de Asia. El vínculo podría tensarse aún más si Biden impone nuestras restricciones para las inversiones norteamericanas en empresas chinas dedicadas a la computación cuántica, la inteligencia artificial y los semiconductores.
Zhu Feng, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Nanjing, dice que la visita de Kissinger expone “la ansiedad de Pekín por influenciar y persuadir a las élites norteamericanas de moderar su estrategia de reprimir a China”, en momentos en que casi nadie opina de esa manera en Washington.
La era dorada
Pekín suele evocar los tiempos en que Kissinger era secretario de Estado y ayudó a allanar el camino para la histórica visita a China del presidente Richard Nixon en 1972, y lo destaca como ejemplo de la era dorada de las relaciones bilaterales. Aquella visita fue el primer paso hacia al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Washington y la China comunista, siete años más tarde.
En los últimos años, cuando la relación se fue agriando, varios funcionarios chinos trajeron a colación aquel hecho y dijeron que los norteamericanos deberían aprender de Kissinger y su voluntad acuerdista. Y este jueves China pareció volver al tema, al destacar la importancia histórica del lugar de la reunión de Xi con Kissinger: para el encuentro, los funcionarios chinos eligieron la Villa No. 5 de la Casa Pública de Huéspedes de Diaoyutai, el mismo edificio donde medio siglo antes Kissinger se reunió con Zhou Enlai, el primer ministro de China en aquel momento.
“El nombre de Kissinger está ligado para siempre a la historia de las relaciones entre China y Estados Unidos”, dice Xi en un video difundido por la emisora estatal CCTV, sentado junto a Kissinger en lujosos sillones color crema. “Siento por usted el más profundo respeto.”
Según el resumen oficial de la reunión publicado por los medios estatales chinos, Xi dijo: “Espero que usted y los norteamericanos con verdadera visión sigan desempeñando un papel constructivo para que las relaciones entre China y Estados Unidos vuelvan al buen camino”.
Un día antes, Wang Yi, máximo funcionario diplomático de China, le había dicho a Kissinger que la política norteamericana necesitaba “sabiduría diplomática al estilo de Kissinger y valentía política al estilo de Nixon”, según informó el Ministerio de Relaciones Exteriores de China.
China también viene cortejando a los líderes corporativos norteamericanos: tan solo este año, además de Gates y Musk, también visitaron China el director ejecutivo de Apple, Tim Cook, y el director ejecutivo de JPMorgan Chase, Jamie Dimon. De hecho, a algunos de ellos les concedieron reuniones de alto nivel con funcionarios chinos, como las que Pekín mantiene con altos funcionarios de gobiernos extranjeros. Y China también aprovecha la visita de líderes empresarios para enviar un mensaje a nivel nacional sobre la confianza de los inversores extranjeros en la economía china, cuya recuperación sigue siendo incierta.
Durante su viaje a Pekín en marzo, Cook se sacó selfies con admiradores en un local de Apple y asistió a un foro de desarrollo gubernamental. Dos meses después viajó Musk, que mantuvo reuniones de alto nivel con ministros y se reunió con el máximo líder de Shanghái. En los informes de los medios chinos, Musk, dueño de Tesla y Twitter, fue celebrado como un defensor del libre comercio entre Estados Unidos y China.
“El viaje de Musk a China muestra la firme confianza de las empresas estadounidenses en el mercado chino, a pesar de los ruidos de ‘desacoplamiento’ que se oyen de boca de algunos políticos occidentales”, apuntó el Global Times, un tabloide del Partido Comunista.
Con todas estas visitas y reuniones, el gobierno de Xi parece querer resaltar la importancia de los lazos comerciales entre las dos naciones y advertir que las rispideces de la relación pueden poner en peligro esos intereses económicos.
David Pierson, Vivian Wang y Edward Wong
Traducción de Jaime Arrambide
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