Francisco, un líder creíble y fiel al legado de sus predecesores
El Papa ha sido leal a las palabras y pedidos proféticos de los papas, llevó consigo su originalidad latinoamericana y no renunció a ella desde que fue nombrado líder la Santa Sede
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Unas de las primeras palabras del Papa fueron: “Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo”. Expresión usada por Francisco para describir -de algún modo- su origen y procedencia.
A muchos nos sorprendió la elección de un papa salido de Latinoamérica y, qué decir, que sea argentino. Pero si hacemos una lectura de la historia desde la fe, vemos que Dios fue allanando el camino en la voz de los anteriores sucesores de Pedro, de la mirada profética que tenían de nuestras tierras latinas.
Pablo VI, canonizado por Francisco, llamó a América “Continente de la esperanza” y reconoció su “vocación original a componer en una síntesis nueva y brillante lo antiguo y lo moderno, lo espiritual y lo temporal, el don de los demás y tu propia originalidad; […] el mundo entero espera tu testimonio”
Juan Pablo II, también canonizado por Francisco, que visitó muchas veces nuestro continente, se refirió a nuestra región diciendo: “¡Con cuánto gozo saludo hoy a esta Iglesia evangelizadora y evangelizada, que en un gran impulso de creatividad y juventud ha logrado que casi la mitad de todos los católicos estén en América Latina”.
Más aquí en el tiempo, Benedicto XVI, fallecido hace unos meses, en la Conferencia de Aparecida: “Este es el rico tesoro del continente latinoamericano; este es su patrimonio más valioso: la fe en Dios Amor, que reveló su rostro en Jesucristo […] Esta es la fe que hizo de Latinoamérica el continente de la esperanza”.
El camino estaba allanado por el Señor, la riqueza de la fe y el testimonio creyente y esperanzador de tantos santos y testigos de nuestro continente, palpitaban la elección de alguno de los cardenales de los distintos países americanos. La Historia que -como creyentes- miramos desde la fe y sabiendo a Jesús como Señor de la misma Historia; la va gestando Dios también con nuestra ayuda y nos anima a reconocer esos signos de los tiempos.
Francisco fue fiel a las palabras y pedidos proféticos de los papas, llevó consigo su originalidad latinoamericana y no renunció a ella, una vez elegido Papa. Lo supo con un rico aporte al andar, no ya de una porción de la Iglesia, sino de la Iglesia toda.
“Si alguna vez se alegran por cosas que yo pueda hacer bien, quiero pedirles que las sientan como propias. Ustedes son mi pueblo, el pueblo que me ha formado, me ha preparado y me ha ofrecido al servicio de las personas”.
El Papa ha sabido llevar nuestra riqueza espiritual, como un gran aporte al magisterio de la Iglesia, magisterio que lo ha hecho escrito y también con gestos, esto ha sido luz para muchos e interpelación para otros. Porque lleva consigo ese estilo, muy de Jesús, cuyas palabras y gestos no dejaban indiferente a nadie.
Creo en la valiosa misión del papa Francisco, como un gran faro para el mundo entero, un líder espiritual creíble y admirado, más allá de las fronteras de la fe católica, de una sencillez de vida y una profundidad y sabiduría en sus palabras.
En estos días, en entrevistas que ha dado Francisco, da entender de su venida al país. Estima que pueda darse y, con el querer de Dios, pronto. Sabemos lo que implica la visita de un Santo Padre, lo hemos vivido hace unos años, con la visita de Juan Pablo II. Moviliza en la fe, en la alegría, en la esperanza, en la paz y en el encuentro.
¿Causará lo mismo si viene Francisco? Más de uno puede sorprenderse de esta pregunta, incluso yo mismo al releerla. Pero, me la hago y la comparto, porque ya se van escuchando “voces” que tienden a desalentar esa venida, la polarización del Papa, donde algunos medios han tenido su aporte, otros -hay que valorarlo y decirlo también- han procurado mantenerse al margen de esa “grieta”, más algunas figuras públicas contribuyen a esa “tergiversación” de la figura del Papa.
En otro extracto de la carta que nos mandó Francisco, hace cinco años, nos expresaba: “Quisiera decirles que el amor por mi Patria sigue siendo grande e intenso. Rezo todos los días por ese, mi pueblo que tanto quiero. Y a los que puedan sentirse ofendidos por algunos de mis gestos, les pido perdón. Puedo asegurarles que mi intención es hacer el bien y que a esta edad mis intereses ya tienen poco que ver con mi persona. Pero, aunque Dios me confió una tarea tan importante y Él me ayuda, no me liberó de la fragilidad humana. Por eso puedo equivocarme como todos”.
De lo que me resuena les comparto dos cosas, la primera, la humildad de pedir perdón, se sabe frágil y no teme decirlo. Por eso se sabe cercano a todos y confía en el perdón de Dios y también en el nuestro. Se sabe argentino y ama a su país, nuestro país.
El desafío sería el siguiente, si desea venir a nuestro país y soy de los que se siente “ofendido”, ¿no me invita el Señor Jesús a perdonar siempre? ¿No es un acto concreto del perdón, saber recibir al que me ha ofendido?
En segundo lugar, si tenemos la gracia de que visite nuestro país, ya nos vaya preparando un corazón renovado en el gozo, la gratitud, la fe y la esperanza.
El autor es obispo castrense de la Argentina
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