Francisco, sorprendido: el pedido de un niño de 10 años en plena audiencia papal
Paolo se subió al estrado y le pidió al pontífice, que se mostraba divertido, el solideo; “Yo doy las gracias a este niño por la lección que nos ha dado a todos nosotros”, destacó luego el Santo Padre
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ROMA.- Un chico de 10 años llamado Paolo que se subió al estrado, jugó con el papa Francisco, que lo invitó a sentarse a su lado y que al final le regaló su solideo tras un insistente pedido, fue hoy el gran protagonista de la tradicional audiencia general de los miércoles.
Fuera de programa, como ya ha ocurrido otras veces, el niño, oriundo de San Ferdinando di Puglia, localidad del sur de Italia y que padece retraso cognitivo, según indicó Vatican News, el portal del Vaticano, irrumpió en el imponente escenario del Aula Pablo IV en el momento de la lectura en alemán del Evangelio del día.
Como siempre informal y desafecto al protocolo, Francisco apareció enseguida más que sonriente e incluso muy divertido cuando vio avanzar al chico hacia él. Lo saludó con gran afecto, estrechándole las manos, le dio un par de palmaditas, lo acarició y hasta le preguntó si quería sentarse junto a él. En escenas que de inmediato enternecieron al público presente, que filmaba con su celular, monseñor Leonardo Sapienza, a cargo de la Prefectura de la Casa Pontificia, se levantó para cederle su asiento. Acto seguido los miles de fieles presentes comenzaron a aplaudir, algo que hizo también Paolo, que estaba vestido con ropa deportiva y que seguramente se reía debajo de su barbijo blanco.
El espectáculo siguió porque Paolo no se quedó quieto en su silla. Se levantó, volvió a ir hacia el Papa y dando unos saltitos, lo tomó las dos manos. Francisco, que cumplirá 85 años en diciembre, le dijo algo, pero el chico se fue detrás del sillón, donde, mientras tanto, habían colocado otro asiento para monseñor Sapienza.
Fue segundos más tarde que Paolo sorprendió a todos al pedir ese extraño gorro blanco que lleva el Papa, el solideo, indicándolo con su dedo. Un pedido que le reiteró al prelado que estaba por ponerse a leer el Evangelio en portugués, que había llegado para hacer lo propio ante el micrófono, a quien Paolo, muy decidido, le agarró la mano y lo tiró hacia el Pontífice, volviendo a dejar en claro que quería el solideo blanco. Todo, en medio de los aplausos.
Finalmente, desde el entorno del Papa produjeron lo que en italiano se llama “zucchetto”, con lo que Paolo, feliz, después de abrazar al hombre vestido de blanco, volvió a la platea junto a su mamá, que subió a buscarlo, por supuesto también entre aplausos y emoción.
Como no podía ser de otra manera, cuando minutos más tarde el papa Francisco comenzó la catequesis, subrayó “la lección” dada por el chico con esa espontaneidad. “En estos días estamos hablando de la libertad de la fe, escuchando la Carta a los Gálatas. Pero me vino a la mente lo que Jesús decía sobre la espontaneidad y la libertad de los niños, cuando este niño ha tenido la libertad de acercarse y moverse como si estuviera en su casa”, comentó.
“Y Jesús nos dice: ‘También ustedes, si no hacen como los niños no entrarán en el Reino de los Cielos’. La valentía de acercarse al Señor, de estar abiertos al Señor, de no tener miedo del Señor: yo doy las gracias a este niño por la lección que nos ha dado a todos nosotros”, destacó. “Y que el Señor lo ayude en su limitación, en su crecimiento porque dio este testimonio que le vino del corazón. Los niños no tienen un traductor automático del corazón a la vida: el corazón va adelante”, concluyó el exarzobispo de Buenos Aires, nuevamente entre aplausos.
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