Francesca Chaouqui: "Me di cuenta que Francisco estaba infinitamente solo"

ROMA.- Francesca Immacolata Chaouqui, la relacionista pública condenada en julio pasado por un tribunal del Vaticano a diez meses de prisión por filtración de documentos reservados, habla rápido, como una catarata. "Intentaron destruirme, pero no lo lograron, estoy viva", dijo en una entrevista con LA NACION.

Lobbysta de 35 años, Chaouqui acaba de publicar Nel nome di Pietro (En el nombre de Pedro), su primer libro, en el que relata en primera persona su ascenso y descenso en lo que llama "la Gomorra del Vaticano". Un sitio plagado de intrigas, corrupción e inmoralidad, para ella imposibles de desterrar, más allá de la determinación del papa Francisco .

De la mano del monseñor español Lucio Ángel Vallejo Balda, esta calabresa de padre marroquí con mucha ambición de poder -como ella reconoce-, en julio de 2013 fue designada por el Papa como única mujer y persona de nacionalidad italiana en la comisión de ocho técnicos que debía revisar la organización económico-administrativa de la Santa Sede.

Pero Chaouqui terminó como protagonista del denominado Vatileaks II, el escándalo por filtración de documentos reservados de la era Francisco.

Casada desde los 21 años y bautizada por sus detractores como "la papisa", o la "mata hari" del Vaticano, Chaouqui siempre se proclamó inocente. Y dijo también que era víctima de una "operación" de un sector de la curia romana que nunca digirió su designación para investigar.

Nunca pasó un día en la cárcel cuando fue arrestada, en noviembre de 2015, porque estaba embarazada de Pietro -un bebe nacido en junio pasado, que ahora considera "un milagro"-; tampoco después de la condena, porque su pena fue suspendida por cinco años.

Su cómplice, el sacerdote español Vallejo Balda, dijo haber tenido relaciones con ella, algo que Chaouqui siempre negó, al acusarlo de ser gay. El sacerdote fue condenado a 18 meses de cárcel, pero fue puesto en libertad por el Papa al cumplir la mitad de la sentencia, el 21 de diciembre pasado.

Ambos fueron condenados por ser los "cuervos" que le pasaron información reservada a los periodistas Gianluigi Nuzzi y Emiliano Fittipaldi, autores respectivamente de Vía Crucis y Avaricia. En noviembre de 2015, esos dos libros sacaron a la luz desmanejos, corrupción, nepotismo y gastos exhorbitantes de la curia romana, así como la resistencia al proceso de limpieza y transparencia puesto en marcha por el Papa.

Escrito en primer persona y como un thriller, en su libro Chaouqui describe algo muy parecido, aunque rescata y elogia la figura de Francisco, "un guerrero", dice.

También relata cómo se dio cuenta, poco a poco, que al integrar la comisión pontificia había entrado en un juego de poder lleno de enemigos, que la superaba.

Entre los miembros de la comisión, acusa, algunos representaban intereses financieros muy distintos al objetivo de Francisco.

"Cuando descubrí lo que realmente estaba llamada a reformar, tiré la toalla. Me di cuenta de que yo era infinitamente pequeña y que también el Santo Padre estaba infinitamente solo para llevar adelante esta misión", dijo en la entrevista concedida a LA NACION.

En el libro, al margen de dejar mal parado a Vallejo Balda -que de gran amigo pasó a ser su enemigo-, la relacionista pública ataca al cardenal australiano George Pell, nombrado por Francisco en febrero de 2014 como prefecto de la nueva Secretaría de Economía vaticana.

"George Pell no estaba interesado en la reforma de los asuntos económicos. Para él era fundamental escaparse de Australia, donde la justicia lo investiga por delitos de pedofilia", denunció Chaouqui en el diálogo.

-El sábado pasado aparecieron afiches anti-Francisco en Roma. ¿El Papa tiene una resistencia imbatible?

-Hay que ponerle punto final al relato del Papa bueno, solo, aislado, rodeado por el mal y por los lobos. La verdad es que Francisco ha elegido una línea. Y cuando se elige una línea de un modo tan neto como él ha hecho, se crean resistencias.

-¿Habló con Vallejo Balda últimamente?

-Con él personalmente, no. Por amigos en común sé que lamentablemente está muy mal y que ahora obviamente está pensando dejar el sacerdocio.

-¿Qué siente después de esta historia con él? Ustedes eran muy amigos y todo terminó mal...

-Siento piedad. El hombre que conocí yo, que quería ayudar al Papa, no era la persona en la que se transformó.

-¿Por qué escribió este libro? Algunos creen que ha sido por venganza, otros por motivos comerciales.

-Ciertamente no lo hice por motivos comerciales. Primero, todos sabemos que con los libros no se gana plata. Segundo, lo recaudado con mi libro irá a una obra que se llama Stand Up, que es mía, que se ocupará de dar asistencia psicológica gratuita a quienes deben superar traumas. Por otro lado, si hubiera querido vengarme habría publicado otros documentos. No tengo nada para vengarme porque aunque intentaron destruirme, estoy viva. No lo lograron. Tengo mi agencia de comunicación, tengo mi familia, ahora tengo este libro. Por lo tanto no tengo motivos.

-¿Hay cosas que no dijo en el libro?

-En el libro dije todo lo que era necesario para aclarar las cosas. Pero también explico que en un momento a la comisión le llegaban otros dossier que no tenían nada que ver con las finanzas. Querían convertir a la comisión en una suerte de órgano que hiciera limpieza a 360 grados. Estos dossier que llegaban cuentan muchas cosas de muchas personas, con documentos y fotografías.

-Por eso usted en el libro denuncia el rostro oscuro de la curia, con orgías, festines y el famoso lobby gay del Vaticano.

-Exacto. Si hubiera querido vengarme habría publicado otro tipo de cosas. Pero eso no le hace bien a la gente, no le hace bien a la verdad. Mi libro, en cambio, le hace bien a la Iglesia y le hace bien a la verdad.

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