Todos los ojos están puestos en la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, en su primer año al frente de un gobierno de coalición formado sólo por mujeres.
Ya han sido elogiadas por su liderazgo calmado y decisivo durante la pandemia del coronavirus, pero algunos se preguntan si los antecedentes poco convencionales de Marin realmente ayudarán a poner al día las leyes "atrasadas" del país.
Hacemos una caminata de menos de 200 metros desde la oficina de la primera ministra hasta el Palacio de Gobierno, donde Sanna Marin está a punto de presidir una reunión sobre el distintivo Programa de Igualdad de su gobierno.
Ella no está de humor para una charla trivial, pero ¿quién estaría de buen humor en su primera semana de regreso al trabajo después de su luna de miel?
El breve descanso en un lugar no revelado siguió a una boda sorpresa en agosto, organizada rápidamente en el contexto de una pandemia mundial, con el padre de su hija pequeña.
Una foto de Sanna Marin, con su vestido de novia de satén finlandés de manga larga, abrazando a su esposo Markus Raikkonen, un exfutbolista profesional y su compañero desde hace 16 años, fue una publicación inesperada en su activa y muy personal cuenta de Instagram.
Anteriormente había compartido una foto suya amamantando a su hija Emma.
La pareja aparecía abrazada, sonriendo ampliamente, en los pintorescos terrenos de Keseranta, la residencia oficial de la primera ministra en Helsinki, una ornamentada villa de madera a orillas del mar Báltico.
Fue compartida rápidamente por editores políticos y blogueros de moda, podcasters y estudiantes de secundaria: la segunda foto de Sanna Marin en menos de un año que tenía un impacto instantáneo.
Una docena de periodistas esperan en las escaleras del Palacio de Gobierno de Finlandia, un edificio renacentista donde el gobierno de coalición se reúne a puerta cerrada.
"No preparo lo que les digo", dice Sanna Marin mientras se acerca a ellos, con su guardaespaldas caminando detrás. "Me preguntarán cualquier cosa y les responderé con sinceridad".
¿Quizás habrá muchas más preguntas sobre su vida personal esta semana?
"No. Quieren saber sobre asuntos importantes, tenemos mucho que hacer", responde con firmeza. "Quizás pregunten al final".
Algunos de los reporteros llevan barbijos, otros sostienen micrófonos extensibles. Todos se voltean a mirarla mientras ella camina por el otro lado de los escalones acordonados.
Es la primera política que llega a la reunión. Y tenía razón: los medios finlandeses le preguntan sobre los asuntos pendientes.
Y cuatro horas después, tras la reunión, se detiene afuera para volver a hablar con ellos.
Es la última política que se marcha.
La primera foto de Sanna Marin que se volvió viral fue tomada unos 200 días antes, en diciembre de 2019, el primer día de su nuevo trabajo.
Como la nueva y más joven primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, entonces de 34 años, estaba sonriendo ampliamente, junto a las otras políticas que liderarían su gobierno de coalición de centro izquierda.
Todas eran mujeres. En el momento en que se publicó la foto, solo un líder de la coalición de cinco partidos tenía más de 34 años.
De pie en el podio con su gabinete, le dijo a un mar de fotógrafos que representaba a una generación más joven y que agradecía la atención de los medios internacionales.
Era una oportunidad para mostrar al mundo "quiénes somos los finlandeses".
El mensaje llegó a quienes estaban fuera de los círculos políticos tradicionales.
El guitarrista Tom Morello de Rage Against the Machine publicó una foto de la coalición en su página de Instagram, mostrando a Sanna Marin como fan de su banda de rock estadounidense. Ella confirmó el sentimiento dándole "me gusta" a su publicación.
Los titulares se escribieron solos.
"El feminismo alcanza la mayoría de edad en Finlandia"
"El parlamento de Finlandia: pionero de la igualdad de género"
"Las mujeres gobiernan: lo que estábamos esperando"
También hubo memes sexistas, que mostraban a las mujeres tomando decisiones mientras se bañaban juntas en un sauna.
País de mujeres
En muchos sentidos, ya se había preparado el escenario para tal coalición.
Si algún país iba a ser una utopía feminista en la Isla de la Mujer Maravilla era Finlandia.
En 1906, se convirtió en el primer país del mundo en otorgar derechos de voto y parlamentarios a las mujeres, una hazaña que la mayoría de las otras naciones occidentales no lograrían hasta después de la Primera Guerra Mundial.
Al año siguiente, 19 mujeres fueron elegidas al Parlamento. Y en 2000, Finlandia eligió a su primera presidenta, Tarja Halonen.
Una primera ministra, Anneli Jaatteenmaki, siguió en 2003.
A fines de 2019, y después de una primera ministra más, Marin fue elegida por su Partido Socialdemócrata de centro izquierda, para reemplazar al primer ministro Antti Rinne, luego de las críticas sobre la forma en que había manejado una huelga postal.
Este nombramiento la convirtió en la líder más joven del país y nadie podría haber pronosticado lo que le esperaba.
Casi tres meses después, el 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud declaró que el brote de Covid-19 era una pandemia.
Pero el gabinete de Marin estaba listo cuando llegó el virus.
El manejo de la pandemia
El 16 de marzo, Finlandia no solo estaba confinada, también había activado la Ley de Poderes de Emergencia, utilizada por última vez en la Segunda Guerra Mundial, que otorga al gobierno poder para regular los salarios y exigir "la puesta en práctica obligatoria de mano de obra para obtener trabajo".
Esta medida fue criticada en los medios, pero las encuestas mostraron que el público la respaldaba.
Se dio una directiva clara a la gente de Finlandia: quedarse en casa siempre que fuera posible.
Se animó a todas las personas con síntomas leves a hacerse la prueba y se establecieron reuniones periódicas en línea con laboratorios, médicos y clínicas para coordinar los planes.
Sanna Marin y sus cuatro principales colegas del gabinete dieron sesiones informativas semanales sobre el coronavirus, aceptando preguntas tanto de ciudadanos como de medios. Una se dedicó a las consultas de los niños.
Marin fue elogiada y colocada en el mismo grupo de las líderes de Taiwán, Alemania y Nueva Zelanda, lo que llevó a algunos a preguntarse si las mujeres líderes manejaban mejor las crisis.
"Hay países liderados por hombres a los que también les ha ido bien", le dijo Sanna Marin a la BBC.
"Así que no creo que sea una cuestión de género. Creo que deberíamos centrarnos más en lo que han aprendido los países que lo han hecho bien".
Finlandia, con una población de 5,5 millones, ha tenido poco más de 370 muertes, una tasa de alrededor de 60 muertes por millón de habitantes.
La tasa de mortalidad del Reino Unido es más de 10 veces mayor.
"Creo que algunas de las cosas que hemos aprendido en Finlandia es que es importante escuchar a los científicos para utilizar todo el conocimiento que existe y tomar decisiones audaces en situaciones de incertidumbre. Creo que eso también es muy importante", señala Marin.
"Tenemos una sociedad que se basa en la confianza. La gente confía en el gobierno, confía en el orden democrático".
Las restricciones de la Ley de Emergencia se retiraron antes de lo planeado, en junio, pero la coalición enfrentó otro momento de inestabilidad cuando la viceprimera ministra y líder del Partido del Centro, Katri Kulmuni, de 33 años, la más joven de las cuatro líderes de la coalición de Sanna Marin, renunció debido a un escándalo de gastos.
En septiembre, fue reemplazada por otra mujer, Annika Saarikko.
Públicamente, la coalición parecía unida, pero hubo desacuerdos privados.
"Ningún partido puede salirse con la suya", dice la ministra de Educación y líder de la Alianza de la Izquierda, Li Andersson, de 33 años.
"A veces hay este tipo de tensiones que tienen que ver con hacer concesiones a puerta cerrada. Creo que hay una especie de tendencia de algunas personas a decir que, porque eres mujer, harás un cierto tipo de política, o es más fácil para ti estar de acuerdo cuando todas son mujeres, etc. Y ese no es necesariamente el caso".
Familia arcoiris
En su adolescencia, Marin no podía haber imaginado un futuro en el que viviría en Keseranta con su esposo y su hija de dos años, Emma.
"Los políticos y la política parecían muy lejanos. Un mundo completamente diferente al que vivía yo", cuenta.
"Como muchos otros finlandeses, mi familia está llena de historias tristes", escribió en su blog personal en 2016.
Fue criada en un pequeño pueblo al suroeste de Finlandia llamado Pirkkala, por su madre y la novia de su madre.
Una "familia arcoíris", dice, pero bajo constante presión financiera.
Cuando su madre, que había crecido en un orfanato, se divorció de su padre alcohólico, sobrevivió gracias a las prestaciones sociales.
Desde muy joven, Sanna Marin trabajó, principalmente como vendedora, para mantener a su familia.
No hubo señales tempranas de potencial.
Su maestra, Pasi Kervinen, de la Escuela Secundaria Pirkkala, dice que era "una estudiante promedio", aunque una que pidió tarea extra a la edad de 15 años para mejorar sus calificaciones.
Su llamada de atención política, como ella lo llama, llegó cuando tenía 20 años, cuando comenzó a pensar que era posible mejorar no solo sus propias circunstancias, sino las de la gente que la rodeaba.
Esta es la motivación detrás del Programa de Igualdad del gobierno de Marin, que incluye políticas para alentar a los padres a compartir equitativamente las responsabilidades de cuidado de los niños, para acabar con la violencia doméstica, cerrar la brecha salarial de género y mejorar los resultados educativos de los menores de entornos más pobres y familias inmigrantes.
Reformas de género
También hay planes para reformar la Ley Trans, que actualmente requiere que quienes buscan el reconocimiento legal de género se sometan a años de exámenes de salud mental y, a menos que ya sean infértiles, esterilización forzada.
"Todos deberían tener derecho a determinar sus propias identidades. Y el programa apoya esto", señala Marin.
¿Considera que las mujeres trans son mujeres?
"No es mi trabajo identificar a las personas", responde con firmeza. "Es trabajo de todos identificarse. No soy yo quien debe hacerlo".
Quizás es la única líder del gobierno que ha declarado abiertamente esa posición sobre la autoidentificación de género.
Los activistas de derechos de las personas trans han estado presionando durante años por la reforma de la Ley Trans "atrasada", y algunos dicen que todavía dudan de que este gobierno lo logre.
Todos los gobiernos anteriores que han intentado cambiar la ley han tenido que dar marcha atrás bajo presión de los conservadores, explica el activista Kasper Kivisto, quien se ha reunido con la coalición para ofrecer su asesoría.
"Tenemos la líder mujer más joven de un país, pero eso solo es un símbolo", dice. "Tiene que contar con el apoyo del sistema para poder realmente hacer una diferencia".
Pero esta vez los cinco partidos de la coalición están a favor de la reforma, y el próximo año se presentará un proyecto de ley al parlamento.
"Finlandia ha tenido gobiernos de coalición desde siempre. Por lo tanto, estamos acostumbrados a tratar de hacer compromisos y tratar de encontrar consenso entre diferentes partidos e ideologías", asegura Sanna Marin.
"Creo que esto es una fortaleza, pero no siempre es la forma más rápida de hacer las cosas".
Falta de diversidad
En abril, el manejo de la pandemia por parte de Marin la ayudó a alcanzar un índice de aprobación del 85%, aunque dice que no mira las encuestas.
Pero ha habido críticas. Durante las protestas globales de Black Lives Matter, algunos finlandeses negros recurrieron a las redes sociales para señalar que el Plan de Igualdad, aunque aborda diversas formas de desigualdad, no reconoce que quienes más la padecen tienden a ser personas de color.
Un informe de 2019 del Consejo de Europa indicó que el 63% de las personas de ascendencia africana experimentaron acoso racista regular en Finlandia, la tasa más alta de Europa.
Y actualmente solo hay una diputada negra en el parlamento de Finlandia, Bella Forsgren.
Maria Ohisalo, la líder de 35 años de la Liga Verde de Finlandia, afirma que está de acuerdo con quienes dicen que el gobierno debe hacer más para fomentar la diversidad en la vida pública.
"Al final, cinco mujeres blancas educadas no son muy representativas. Si realmente miramos la igualdad aquí, todavía no se nota", señala.
"Por supuesto, nuestros antecedentes siguen afectando las posibilidades que tenemos en la vida y ese no debería ser el caso", asegura Sanna Marin.
Pero arreglar esto no es solo su trabajo, es trabajo de todos los finlandeses agrega.
E insiste en que el Programa de Igualdad ayudará a mejorar la posición de las minorías raciales.
"Todos debemos concentrarnos en cómo podemos hacer realidad el programa", dice. "Así que esta es mi misión como primera ministra".
Por Megha Mohan y Yousef Eldin
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