Fidel Castro: el detrás de escena de su última visita a la Argentina, en 2006
Hace diez años, el líder de la revolución cubana hizo su último viaje fuera de Cuba; vino al país y participó en Córdoba de la Cumbre del Mercosur, junto con Kirchner y Chávez
Llegó de sorpresa. Tanta, que ni siquiera él supo hasta poco antes que definitivamente pisaría suelo cordobés. El último viaje que realizó Fidel Castro en su vida fue a la Argentina, en 2006, cuando participó en Córdoba de la Cumbre del Mercosur, la primera con Venezuela como miembro pleno del bloque.
Aterrizó el jueves 20 de julio a las 20.30 en medio de un fuerte operativo de seguridad que lo siguió, cual sombra, en cada movimiento que hizo por la provincia mediterránea. No sólo estuvo en la Capital, sino que también visitó en la localidad de Alta Gracia la casa de la infancia del Che Guevara.
La histórica visita de Fidel comenzó cuando el vetusto Ilyushin IL-62 de Cubana de Aviación lo dejó en tierra. Vestía su tradicional uniforme de fajina y tenía la cara demacrada y la barba larga. Minutos después llegó su comitiva en otro avión. Una hora y media antes había arribado al aeropuerto el entonces mandatario Néstor Kirchner, acompañado por funcionarios de su gobierno, pero no por Cristina Kirchner -en aquella época senadora nacional- que se recuperaba de un fuerte estado gripal.
El misterio sobre la visita de Fidel no se develó hasta último momento, aunque fuentes desconocidas habían asegurado, por agencias de noticias, que el presidente cubano llegaría a Buenos Aires. A su vez, en el Predio Ferial de Córdoba, sede de la Cumbre, llamó la atención a los organizadores la anticipada presencia de periodistas del diario cubano Granma y de agentes de seguridad de la isla.
Incluso el intendente cordobés del momento, Luis Juez, le preguntó a Kirchner si Castro vendría. Estaba preocupado porque el líder cubano no iba a poder fumar sus tan ansiados habanos dada la prohibición para hacerlo en lugares cerrados. "¿Dónde lo podemos hacer fumar entonces?", le preguntó Juez a Kirchner, según trascendió.
Al confirmarse su llegada, en pocas horas se ordenó un refuerzo del operativo de seguridad diseñado por las autoridades: se pasó de unos 3500 policías y gendarmes a más de 4000. Todo se explicaba por la visita de un hombre que, cerca de cumplir 80 años, ya era Historia por sí mismo. La última vez que había estado en la Argentina había sido el 25 de Mayo de 2003, cuando asistió a la ceremonia de asunción de Kirchner y participó de un acto que colmó las escalinatas y alrededores de la facultad de Derecho de la UBA.
En Córdoba, la comitiva cubana reservó 23 habitaciones del hotel Holiday Inn, en el norte de la ciudad, a mitad de camino entre el centro y el predio donde se realizó la cumbre. Fue cordial con los empleados; incluso le regaló una cámara de fotos a uno de ellos.
El viernes 21, Castro participó en la reunión con los demás presidentes. A pesar de que prometió que sería breve, se tomó 50 minutos para hablar de los países que participaban del encuentro. Elogió a Bolivia y Venezuela y revalorizó el cónclave del Mercosur: “Estos pueblos somos más unidos que otras regiones".
Después, entre risas y aplausos de los presentes, detalló su periplo para poder arribar al país. "Esta debe ser la única reunión en la que no me hicieron un plan de atentado", dijo. “Tuve que desinformar hasta a los amigos. Creo que nadie sabía si yo venía. Ni yo mismo", ironizó.
La visita de Castro a la Argentina coincidió con el reclamo de la familia de la médica cubana disidente Hilda Molina, que desde hacía 12 años pedía conocer a sus nietos en el país. Kirchner asumió ese reclamo y le pidió por carta al mandatario cubano -a través de la Cancillería- que autorice a la prestigiosa neurocirujana a viajar a la Argentina. El pedido hizo efecto, pero a su tiempo. Tres años después, el domingo 14 de junio de 2009, Hilda Molina arribó al aeropuerto de Ezeiza y se reunió con su familia.
El tema generó un breve escándalo en medio de la Cumbre. "Señor Castro, ¿cuándo va a permitir a la doctora Hilda Molina salir de Cuba y ver a su familia?", le preguntó un periodista Juan Manuel Cao, del canal 51 de Miami, cuando Castro se dirigía hacia un salón donde los presidentes iban a sacarse la típica “foto de familia”.
Castro alzó la voz: "¿Quién tú eres?", le increpó. Y entre gritos y forcejeos con sus custodios, arremetió: "Dime quién te paga a ti para que hagas estos escándalos".
Kirchner, por su parte, no tuvo ni quiso tener un encuentro privado con Castro por el tema Molina. Según sus propias palabras, repetidas por fuentes consultadas por LA NACION aquellos días, deliberadamente mantuvo un saludo formal y respetuoso con Castro con la intención de mostrar malestar y distancia.
Con Chavez, en la Universidad y la casa del Che
Durante la tarde, Castro coronó junto al por entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, la cumbre paralela que organizaron con las Madres de Plaza de Mayo en la Ciudad Universitaria.
Alrededor de 40 mil personas escucharon al cubano durante casi tres horas. Respaldó al Mercosur, defendió el sistema de alfabetización y la infraestructura médica vigentes en Cuba, y arremetió contra el capitalismo y Estados Unidos.
Castro completó el sábado su gira por Córdoba con una visita a la casa donde creció Ernesto Guevara. En un Mercedes Benz negro, fue con Chávez hasta Alta Gracia, otra vez en medio de un fuerte operativo de seguridad.
Durante más de una hora, los mandatarios caminaron los pasillos de "Villa Nydia", nombre que lleva la residencia en homenaje a la madre del Che.
En la galería de entrada se encontraron con la pequeña estatua de Guevara que da la bienvenida a la casa. Luego recorrieron las fotos, baberos y la réplica de la bicicleta que usó el Che para uno de sus viajes continentales. Los Guevara vivieron allí de 1935 a 1937 y de 1939 a 1943, cuando se enteraron que el clima seco de esa zona ayudaría a combatir el asma del pequeño Ernesto.
"Me llamó la atención su humor. Se hacían bromas entre ellos todo el tiempo", contó en la crónica del día de LA NACION la directora del museo, Ada Ventre. Los mandatarios incluso bromearon sobre uno de los temas que dominaron la cumbre. Al ver la luz encendida en pleno día en la casa lindante al museo, Chávez dijo: "¡Cómo se derrocha energía en este país!".
“¡Fidel! ¡Fidel¡ ¡Fidel!”, le habían cantado a Castro unas 1500 personas cuando llegó al museo. La misma algarabía sintió a la salida, una hora después.
De vuelta a la capital mediterránea, cerca de las 14, sólo quedaba hacer tiempo en el hotel para esperar el viaje de regreso a La Habana. Se cubrió del mismo misterio que su llegada. Minutos después de la medianoche del viernes, Castro dejó el hotel y se dirigió al aeropuerto internacional Ingeniero Ambrosio Taravella para volver a Cuba, completando así el último viaje de su vida fuera de la isla.
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