Tras la publicación de un informe, Boris Johnson se disculpó por las fiestas clandestinas, pero la oposición pide su renuncia
Los hallazgos en torno a las acusaciones más severas siguen en reserva mientras la investigación policial sigue su curso; se espera que hoy hable el primer ministro
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PARIS.- En plena tormenta política, el primer ministro británico, Boris Johnson, pidió ayer disculpas y prometió aprender de los errores cometidos después de haber sido seriamente cuestionado en un informe administrativo sobre numerosas fiestas organizadas en la sede del gobierno durante el confinamiento, que indignaron a la opinión pública y terminaron de derrumbar su popularidad.
“Lamento mucho por las cosas que no hicimos correctamente”, declaró el líder conservador, con la esperanza de extraerse del escándalo.
Objeto al mismo tiempo de una investigación policial sobre esos episodios, Johnson, de 57 años, hizo poco después su mea culpa ante los diputados de la cámara de los Comunes, asegurando “comprender la indignación” de los británicos.
“Comprendo y voy a solucionarlo. Quiero decir a los habitantes de este país que se cuál es el problema”, prosiguió.
“¡Usted mismo!”, le replicaron los diputados opositores laboristas en una sesión extremadamente tensa.
Boris Johnson lucha por salvar su puesto. Su popularidad se desmoronó en los sondeos y la publicación hoy del informe preparado por la alta funcionaria Sue Gray no hizo nada para ayudarlo. En ese documento, Gray denuncia por “errores de liderazgo y de juicio” a Downing Street, donde “cierto número de reuniones no deberían haber sido autorizadas”. En momentos en que los británicos estaban obligados a limitar drásticamente sus contactos sociales en plena pandemia de Covid, “ciertos comportamientos ligados a esas reuniones son difíciles de justificar”, escribió Gray. La funcionaria deplora sobre todo un “consumo excesivo de alcohol” y subraya que el jardín de la residencia del primer ministro fue utilizado para “reuniones sin autorización clara y sin vigilancia”, lo cual “no era apropiado”.
Después de ese informe, que analiza 16 eventos —cócteles de despedidas, garden parties, fiestas de Navidad o cumpleaños— organizados en 2020 y 2021 en la residencia del premier, la policía metropolitana (Met) debe ahora entregar sus conclusiones sobre ocho de esos festejos, potencialmente más peligrosos para Johnson. En particular, se estudia una reunión de mayo de 2020, donde el jefe del gobierno reconoció haber estado presente, afirmando no obstante que se trató de una cita de trabajo, y la celebración de su cumpleaños, en junio de 2020.
La Met dice en un comunicado haber obtenido más de 300 imágenes y 500 páginas de información. Pero la investigación podría durar meses, dando al jefe del gobierno la esperanza de un respiro. Sue Gray explicó, justamente, haberse visto obligada a “hacer una referencia mínima” a esas reuniones debido a la investigación policial cuyas conclusiones serán determinantes para el premier. Esa exigencia policial de expurgar el informe provocó la indignación general.
En todo caso, los partidos de oposición, así como numerosos miembros del partido conservador ya reclaman la renuncia de Boris Johnson. En los Comunes, el líder laborista Keir Starmer lo calificó ayer de “hombre sin principios”. Acusándolo de “ocultarse detrás de la investigación policial”, pidió “el fin de la farsa” mediante la organización de un voto de censura en su contra.
Los británicos “salvaron vidas respetando las reglas, contrariamente al primer ministro que nos tomó a todos por idiotas”, lanzó.
Indignación en la Cámara de los Comunes
Dentro del partido de gobierno, muchos diputados conservadores ya han llamado públicamente a Johnson a la dimisión, opción rechazada por el premier. Otros esperaban la publicación del informe de Gray para decidir una acción en ese sentido dentro del partido. Para lanzar ese procedimiento, es necesario que por lo menos 54 miembros de la bancada conservadora envíen una carta al poderoso Comité 1922 del partido que los representa en la Cámara.
En la sesión de ayer, la ex jefa conservadora del gobierno británico, Theresa May, criticó abiertamente a su sucesor, preguntándole “si no había leído las reglas vigentes, si acaso no comprendía lo que estas significaban o si pensaba que esas reglas no se aplicaban a Downing Street”. En un ambiente de extrema agitación, el jefe del Partido Nacional Escocés (SNP), Ian Blackford, tuvo que retirarse por orden del presidente de los Comunes, después de haber llamado “mentiroso” a Johnson y negarse firmemente a retirar su acusación.
Para evitar una auténtica hemorragia, Boris Johnson debía reunir en privado a los miembros de la bancada tory después de su presentación ante los Comunes.
Two years on from Brexit, we have taken back control of our money, our borders and our laws.
— Boris Johnson (@BorisJohnson) January 31, 2022
And we’re building back better from Covid, with one of the fastest vaccine rollouts in Europe. pic.twitter.com/21LCSjXGZ6
Para hacer olvidar el escándalo, el primer ministro también lanzó una contra-ofensiva, anunciando ayer un proyecto de ley “libertades del Brexit”, que intenta facilitar el proceso —ya en curso— que permitirá modificar o abandonar y remplazar las leyes heredadas de la Unión Europea (UE).
En los últimos días, los medios británicos desvelaron planes elaborados en forma urgente por el premier para salvar su puesto. Bautizados irónicamente “Save Big Dog” (salvar al gran perro) y “Red Meat” (carne roja), esos planes de la última chance alinean medidas populistas destinadas a adular a los diputados conservadores, que tienen los destinos de Johnson en sus manos. Entre ellas, sacrificar a varios responsables del equipo del premier, que pasarían por ser los verdaderos responsables de las fiestas; abolir en forma inminente ciertas obligaciones sanitarias en vigor desde diciembre de 2021, como el trabajo a distancia y el uso obligatorio de los barbijos en los transportes, e incluso se analizó la opción —mucho más improbable— de utilizar la marina nacional para bloquear la llegada de migrantes a las costas británicas.
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