Falleció el escritor Edward Said
NUEVA YORK.- No vivía en Medio Oriente desde hacía más de medio siglo, pero para muchos en Occidente, Edward Said era el vocero intelectual por excelencia de los palestinos.
Said nació en Jerusalén en 1935, en ese momento parte de la Palestina británica, y fue criado en Egipto. Después, en lo que llamó el shock más grande de su vida, fue enviado a una escuela de pupilos en Estados Unidos.
Nunca más se fue. Said, que cursó sus estudios superiores en las universidades de Princeton y Harvard y era profesor en Columbia, tenía una educación extraordinaria, era multilingüe y podía hablar con tanta gracia y autoridad sobre la ética de la guerra como de los subtextos de los films de Tarzán. Grandes masas siempre acompañaban sus disertaciones sobre casi cualquier tema que tuviese que ver con la cultura.
Sus libros trataban asuntos igualmente variados, como lo demuestran sus títulos más conocidos: "La cuestión palestina" (1979), "Después del último cielo" (1986), "Elaboraciones musicales"(1991) e "Imperialismo cultural" (1993). Pero fue con su obra "Orientalismo" que se le adjudicó el haber revolucionado la visión que Occidente tenía del Oriente.
Said consideraba que su gran misión era poner a la cuestión palestina en el mapa de la discusión intelectual. Era un apasionado defensor de la autodeterminación para los palestinos, pero fue muy crítico del fundamentalismo islámico, y se llamaba a sí mismo "quizás un palestino judío".
También fue muy duro con Yasser Arafat, a quien acusó de haber establecido "una suerte de gobierno de Vichy para los palestinos". La respuesta de Arafat fue prohibir los libros de Said en la Franja de Gaza.
Sin embargo, la mayor controversia sobre su persona no tuvo que ver con los libros o con sus declaraciones, sino con haber tirado una piedra contra la casilla de un guarda israelí en la frontera con Líbano en 2000. Después de un intenso debate, la Universidad de Columbia decidió no sancionarlo, aduciendo que la piedra no iba dirigida contra alguien en particular, que ninguna ley se había quebrantado y que su acto estaba protegido por los principios de libertad académica.
Príncipe de Asturias
Sus puntos de vista y su accionar pusieron varias veces a prueba su integridad física. Aun así, Said dijo que nunca dejó de soñar con el fin de la violencia y la creación de un Estado binacional, "un entramado rico en el que nadie puede ser dueño del todo".
Con su gran amigo, el músico Daniel Barenboin, Said, él mismo un excelente pianista, llevó su mensaje a su tierra natal. En 1999, la pareja unió en una orquesta a judíos y palestinos.
Candidato al premio Nobel de la Paz, en 2002 compartió con Barenboin el premio Príncipe de Asturias de la Concordia. El jurado del galardón destacó la "generosa" y "encomiable" tarea de ambos "en favor de la convivencia y de la paz".
En 1998, Said recibió el máximo galardón literario del mundo árabe -el premio Sultán Owais-, con lo que se convirtió en el único estadounidense en recibir tal distinción.
El último escándalo alrededor de su persona fue cuando el académico israelí Justus Reid Weiner publicó un artículo en Estados Unidos acusando a Said de dramatizar su pasado para tener mejores credenciales como embajador de la causa palestina. Said respondió que nunca se había descrito personalmente como un refugiado, pero que muchos de sus familiares sí lo eran. "Como yo no lo sufrí, me sentí obligado a hacer todo lo que pudiera para aliviar el sufrimiento de mi gente".
Hasta último momento, se reconoció "atraído por lo difícil, y en particular por la cuestión palestina, que es casi imposible". Pero dijo que sólo se sintió impotente frente a la leucemia, que le detectaron hace más de diez años y que finalmente en la madrugada de ayer acabó con su vida.
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